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Seguimos siendo pobres

Oscar Gomez

Óscar Gómez Mera

Hace algo más de un año publicaba un artículo en Mugalari que llevaba por título “Soy pobre”. En él trataba el tema del umbral de pobreza calculado por la plataforma Elkartzen. Y me declaraba abiertamente pobre por no llegar a dicho umbral.

Un año después la plataforma Elkartzen ha publicado el umbral de pobreza para el año 2019 en Hego Euskal Herria. Y mi situación no es mejor que la de hace un año. Situación que confesaba no para causar pena ni compasión en nadie. Si no para mostrar que la pobreza no es ajena a nadie, que está a la vuelta de la esquina, que convive puerta con puerta con nosotras, que acecha en cualquier lugar. Pero esa declaración escandalizó a alguna persona con la que al parecer me une algún grado de consanguinidad, y que me afea la osadía de hablar de pobres y pobreza. ¿Cómo va a ser pobre alguien que trabajó en un Ayuntamiento, que vive bajo techo, conduce un coche, tiene un móvil con datos, una sudadera que dice Adidas y un bote que dice melocotón en almíbar? Hombre ya, un poquito de por favor. Qué desfachatez. Si ni siquiera he conocido una guerra, jamás en mi vida he pisado un Monte de Piedad, ni he necesitado recurrir a la solidaridad cristiana y española del Auxilio Social.

Según Elkartzen el umbral de pobreza para Hego Euskal Herria queda señalado para el año 2019 en 12.711,67 euros anuales. O lo que es lo mismo, 1.059,30 euros al mes. Sigue sin quedarle claro al arriba firmante si dicha cantidad es el umbral de pobreza para una sola persona, o para una unidad familiar o de convivencia formada por algún número determinado de miembros. De este año no pasa sin que me dirija a Elkartzen para solventar la duda.

No debiera haber, pues, ninguna prestación por desempleo, RGI o pensión no contributiva o de viudedad que estuviera por debajo de esa cantidad. Y queda bastante claro que la reivindicación del movimiento de jubilados y pensionistas de Euskal Herria, que solicita una pensión mínima de 1.080 euros mensuales no es para nada descabellada. Diga lo que diga el Lehendakari y su consejera de empleo y políticas sociales.

Por lo tanto, el actual SMI del Reino de España, fijado en 900 euros en 14 pagas, o en 1.050 euros en 12 pagas, se encuentra también por debajo del umbral de pobreza. Siguiendo la metodología de Elkartzen para calcular el umbral de pobreza, según dicha plataforma el SMI no debiera ser nunca inferior al 50% del PIB per cápita, lo que supone fijar un salario mínimo de 1.412,40 euros mensuales en Hego Euskal Herria. Cuando el tener un empleo a tiempo completo ya no garantiza el quedar al margen de la pobreza, la lucha contra la misma debiera ir más allá de subir cuantías del SMI y de fijar pensiones mínimas que garanticen una vida digna. Habría que empezar por acabar con los regímenes discriminatorios de la Seguridad Social creando un único régimen general, asegurar unas condiciones laborales dignas para acabar con la explotación laboral y poner freno a los desorbitados precios de las viviendas y los alquileres.

En esta Euskal Herria que nos pintan como un oasis en medio del desierto, un tercio de la población tiene que sobrevivir por debajo del umbral de pobreza. Es decir, con menos de 1.000 euros al mes. Situación que nos venden como normalizada, como nos quieren normalizar la pobreza y por ello quien se encuentra en dicha situación la vive en silencio, invisivilizada, con vergüenza, echándose la culpa, con ansiedad, depresión… No sólo cornudos, sino apaleados. Esa es la gran victoria del sistema. Que un problema que se solucionaría con voluntad política, se convierta en algo personal e intransferible. Hasta el punto que quien debería, por cercanía de sangre, empatizar con quien sufre la pobreza trate también de silenciarla afeándole la osadía a quien no siente vergüenza ni culpa por ser algo que no ha elegido.

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