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Habla a MUGA el heredero del ídolo de Mikeldi, escultura retenida en Bilbao

Un libro publicado en 2021, confirma que Ignacio Ortueta Alonso es el propietario actual del ídolo de Mikeldi que se halló en Durango y que en 1919 se trasladó de la villa a Bilbao. Según la publicación editada por la Fundación Popular de Estudios Vascos, la escultura lleva desde 1921, es decir, hace más de un siglo en el Museo Arqueológico y Etnográfico de Bilbao, Euskal Museoa. Este periódico ha conseguido hablar en los últimos días con el dueño. «De algún modo sí soy el heredero, pero siempre matizando que es patrimonio de todos», enfatiza a MUGA

Ignacio Ortueta Alonso, nacido en 1926, es el propietario actual del Mikeldi.

Hay documentos que demuestran que la empresa propietaria de este icono de Bizkaia solicitó a la Diputación de Bizkaia la devolución a Durango. También lo solicitó décadas atrás el Ayuntamiento de Durango, así como la corporación local reciente tras prosperar una moción de EH Bildu cuando la coalición soberanista estaba en la oposición; durante la legislatura que contó con Ima Garrastatxu como alcaldesa y con los votos sumados de Herriaren Eskubidea. Además de estas dos formaciones también votaron en sesión plenaria a favor del retorno PNV, PSE-EE y PP. Consultado al respecto por este diario digital cultural, el propietario recuerda que «se permitió el traslado del Mikeldi de Durango a Bilbao en depósito; nunca como cedido».

Actual ubicación del Mikeldi en el Euskal Museoa de Bilbao.

Una credencial fechada el 23 de septiembre de 1969 y con membrete de la empresa Mikeldi SA corrobora esta afirmación de Ignacio Ortueta Alonso. La firma solicitaba lo siguiente de forma literal: «En contestación a la consulta formulada por V.S. participámosle que esta Sociedad cedió el ídolo de Mikeldi a la Excma. Diputación de Vizcaya en cuyo museo se encuentra expuesto, cuya cesión veríamos con agrado fuese transferida a este municipio para los fines que la Corporación de Durango estime convenientes».

EH Bildu, PNV, Herriaren Eskubidea, PSE-EE y PP votaron a favor de que el Mikeldi vuelva a Durango

EH Bildu de Durango propuso en una moción en una anterior legislatura gobernada en coalición por el PNV y PSE-EE que tras el regreso del ídolo de Mikeldi a la villa se custodie y muestre al público en Kurutzesantu Museoa, inmueble municipal en el que junto con la cruz de Kurutziaga, reuniría a quizás las dos mayores joyas escultóricas de Euskadi en un mismo recinto. Ambas son icono de Bizkaia, pero antes, de Durango.

«Mi padre -José Patricio Ortueta Sagastagoya- y su socio eran personas sensibles a la cultura, que habían conocido otras tierras y otras formas de apreciar la vida y la historia propia, con criterios algo distintos de los que entonces se estilaban en nuestra patria chica. Han pasado más de cien años desde que permitieron que la escultura se trasladara en 1919 a Bilbao, en depósito que nunca cedida». Hay documentos que lo confirman.

José Patricio Ortueta Sagastagoya.

El propietario del Mikeldi matiza más impresiones sobre esta joya única. Lo hace en un prólogo de un libro con grafía castellana. «La escultura indígena prerromana, llamada “Ídolo de Miqueldi”, o más sencillamente “El Miqueldi”, se encuentra en la actualidad en el claustro, por fortuna cubierto de nuevo desde hace pocos años, del Euskal Museoa – Museo Vasco del Casco Viejo de Bilbao. La placa colocada a sus pies recuerda -también desde hace poco tiempo, pero más vale tarde que nunca- que se expone desde 1921 en el museo como depósito hecho por los industriales durangueses José Patricio Ortueta Sagastagoya, mi padre, y Justo Larrañaga Aguirre, su socio. Sucedió como consecuencia de las gestiones realizadas en nombre de la Diputación por Federico Belausteguigoitia Landaluce; cuñado de mi padre, casado con su hermana María. Por tanto, mi tío político».

Un misterio (o dos)

A juicio de Ignacio Ortueta Alonso, este vestigio tiene un «enorme» valor histórico y cultural. «En el pasado suscitó desconfianza y dudas entre muchos eruditos por cuanto su existencia significaba respecto de las fábulas históricas que les gustaba creer. En el siglo anterior, el XIX, estuvo próximo a desaparecer, abandonado, casi enterrado al borde de un camino y unas tapias, pese a ser el resto más importante de la cultura e idiosincrasia de quienes vivían en el solar vizcaíno hace más de veinte siglos. Preocupados por su conservación ni mi padre ni su socio, como propietarios de la pieza, no pusieron cortapisa alguna, sino que muy al contrario, favorecieron la gestión del tío Federico y su traslado al futuro Museo Arqueológico provincial. Consideraban prioritario evitar a la escultura otro siglo de deterioros que acabara con ella; por el recelo de unos, la desidia de otros y la incuria de la mayoría».

El propietario actual nació en 1926, siete años después de que la pieza dejara la explanada de Mikeldi para acomodarse en el casco viejo de Bilbao. «A lo largo del tiempo transcurrido hasta hoy, junto a mi padre y mi familia, viví los avatares de este país, a veces trágicos y terribles. Del ídolo hablábamos poco en casa, pero siempre teníamos presente que estaba a salvo, por fin», valora y continúa: «En ocasiones y discretamente dábamos paseos para ver a nuestro verraco en su nueva casa bilbaina. Visitas siempre respetuosas y en silencio, pues de alguna forma el animal de piedra parecía esconder un misterio». O tal vez dos: ¿Cuándo regresará a Durango?

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