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Las 5 torres-mamotretos de Durango

Rafael Hidalgo Segurola

Rafael Hidalgo Segurola

Tras Landako, que supuso una importante expansión del núcleo de Durango que bien podrá haberse titulado Durango -2, tal como hicieron con el estirón de Milán en Italia, surge este gran proyecto que supondrá el último que pueda realizarse en Durango como consecuencia de la saturación del escaso terreno disponible dentro de sus límites. Todo lo que sea hacer del pueblo algo más amable, más disfrutable, bienvenido sea. Por ese lado, por la vertiente lúdica, estamos de enhorabuena.

El viceconsejero de Infraestructuras, al igual que lo hizo en su día la de Medio Ambiente (muda desde entonces), han tenido a bien bajar de la capital a anunciarnos la buena nueva, toda vez que las autoridades locales fieles a su política de oscurantismo, de secretismo, no habían tenido a bien informar al pueblo sobre el alcance del proyecto que nos ocupa.

¿Se darán cuenta alguna vez los políticos de que están donde están porque es la ciudadanía la que los ha puesto en el lugar que ocupan y que la transparencia en la gestión debe ser el santo y seña de sus actuaciones?

Por otro lado, el citado viceconsejero se saca un conejo de la chistera y con un argumento sonrojante -por su pobreza intelectual- manifiesta en defensa de la construcción de las cinco torres-mamotretos (para mí desde ahora y espero que el calificativo prospere), que también se han construido de esa altura en Arrasate, Ermua y Bergara. El argumento es tan pueril como el que sería decir que hacemos una guerra en Euskadi porque también las hacen en el Yemen, en Siria o en el Chad.

Existe una creencia creada y fomentada por la clase política, en hacernos creer, en identificar el desarrollo y el progreso con el hormigón armado y las varillas de acero corrugado, es decir, con las autopistas, las carreteras, los puertos….y con las casas torres de 18 alturas. Y no, señoras y señores políticos. El progreso es otra cosa.

Ayúdanos a crecer en cultura difundiendo esta idea.

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