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La justicia por la mano

Oscar Gomez

Óscar Gómez Mera

[…]

Y quedé deshonrada, marchitaron mis días
diéronme triste lecho de abrojos y de espinas…
y los zorros en tanto, los de sangre maldita,
en su cama de rosas, descansados dormían.

-Jueces -grité-, ¡salvadme!, pero vana porfía
de mi ruego mofáronse, vendióme la justicia.
-¡Ayudadme, Dios mío!-grité, desvanecida.
Mas Dios tan alto estaba que oírme no podía.

[…]

“A xustiza pola man”, Rosalía de Castro

 

Hace unas pocas semanas publicaba aquí mismo una columna donde cuestionaba la necesidad de tener y sufragar un Estado. Decía que el Estado cada vez nos ofrece menos garantías, y siendo esto así me preguntaba en el artículo que lleva por título «Estado como animal de compañía» qué necesidad hay de tener un Estado. Tras conocer la sentencia del caso conocido como el de “la manada”, no puedo más que reafirmarme en lo expuesto en el artículo anteriormente mencionado.

Cinco bestias pardas, entre las que se encuentra un Guardia Civil y un militar, violan en grupo a una niña de 18 años penetrándola anal, vaginal y oralmente. El tribunal que juzgaba el caso sentencia que no hubo violación, sólo abuso, y condena a los acusados a nueve años de cárcel de los que ya han cumplido casi dos, por lo que en otro par de años, o incluso antes, los miembros de la manada estarán en libertad y podrán acudir al Pizjuán a ver al Sevilla de sus amores e intentar surtirse de burundanga para seguir cometiendo sus fechorías. Todo ello con el agravante de que uno de los tres jueces del tribunal, Ricardo Javier González, pidió la libre absolución de los acusados. Si no te resistes consientes, y si te resistes te matan como a Diana Quer o Nagore Laffage. La justicia del Reino de España condena a las mujeres a morir en manos de sus violadores o a verse humilladas por la propia justicia.

Hace unos días Willy Toledo se negó a acudir a una citación judicial después de que un juzgado admitiese a trámite una denuncia de un grupo de abogados ultraderechistas contra el actor por haberse cagado en Dios y en la Virgen y considerar los denunciantes que sus declaraciones atentaban contra los sentimientos religiosos. Hace también pocas jornadas comenzaba el juicio contra unos jóvenes de Alsasua a los que se les pide casi 60 años de cárcel por una pelea en un bar con (¡oh!, ¡qué casualidad!) unos Guardias Civiles. Han condenado recientemente a Pablo Hasel a dos años de prisión por twittear comentarios contra la Corona y otras instituciones del Estado. El también rapero Valtonic ha sido condenado a tres años y medio por componer unas canciones. El sindicalista Andrés Bódalo tuvo que ingresar en prisión por un supuesto puñetazo a un concejal. Y así podríamos seguir hasta el infinito y más allá.

Podemos afirmar sin el más mínimo temor a errar que el Estado tampoco nos garantiza la justicia, ya que ésta y toda su maquinaria está al servicio del propio Estado como estructura política de dominación, y no al servicio de las ciudadanas. Si el Estado ya no nos garantiza el derecho al trabajo y a la vivienda. Si vamos a tener que dejar de comer para poder ahorrar para una vejez donde no va a haber pensiones. Si la sanidad y la educación están bajo mínimos. Si las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado son, como su propio nombre indica, fuerzas y cuerpos al servicio del Estado y no de las personas. Y si la judicatura en vez de administrar justicia rinde pleitesía a los amos y señores que deciden quién es juez y quién no, mientras exime de su culpa a violadores y criminaliza a las mujeres violadas, pues no nos va a quedar más remedio que asumir que en lo de la defensa y la justicia vamos a tener también que auto-gestionarnos. Que no nos dejan más remedio que auto-defendernos y aplicar la justicia por nuestra mano.

 

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