La Herriko de Durango, la casa de un teniente franquista por la que intermedió el gudari de ANV Bautista Uribe
Iban Gorriti
| La Intxaurre Herriko Elkartea de Durango que ha sido noticia estos días atesora una curiosa historia
El próximo día 25 se cumplirán tres años de la pérdida humana del bueno de Bautista Uribe Beitia, gudari durangués de ANV. Este año, se cumplirán 30 años de los últimos trabajos de rehabilitación de la que pasó a ser Intxaurre Herriko Taberna. A los dos hechos se puede sumar un tercero que les une a todos y que sorprende: un teniente coronel franquista.
Por partes, que la historia es curiosa.
El elegante baserri que es hoy la Intxaurre Herriko Elkartea, fue décadas atrás una casa propiedad de un teniente coronel franquista. El inmueble llegó un momento en el que fue catalogado por el Ayuntamiento de Durango como en ruina. En ese edificio, según narra la familia del soldado del batallón Eusko Indarra, nacieron los hijos del gudari. Desde el herriko, aportan, además, que Bautista tenía un gallinero en lo que hoy es bar, estaba de arrendatario. «Cuando la casa se puso mal, tuvieron un gallinero, es cierto, pero el matrimonio vivió allí junto a sus hijos», confirma la familia.
Una vez declarado en ruina, el Ayuntamiento no quiso hacerse cargo del inmueble y fue ahí cuando Bautista Uribe hizo de intermediario. Entonces el teniente coronel había muerto y su viuda puso una única condición a la hora de la cesión: «que se mantenga la estructura de la casa». La mujer nunca supo que aquella casa sería la sede de la izquierda abertzale.
El concejal de Herri Batasuna de Durango en aquella época, Jose Mari Bilbao, solicitó su propiedad «a modo personal». Un grupo de personas del pueblo pidió créditos particulares a la Caja Laboral. Y con el dinero en ‘la mano’, con 12 millones de pesetas de hace más de 35 años, se crea la sociedad Intxaurre.
Las leyes obligaron a hacer obras, entre las que una era bajar un metro la altura del suelo. Se mantuvo la estructura lo que se pudo. Nunca se llegó a tirar todo el bloque. Las obras duraron entre cinco y siete años.
Un gudari que nunca cambió de chaqueta
I. Gorriti
El 25 de enero de 2012 murió con sus ideas intactas. Alcanzó los 93 años y fue gudari de Eusko Indarra desde los dieciocho años hasta aquel miércoles de despedida de hace tres años. Pero su lucha antifascista no queda ahí: Desde su agur sigue sumando calendarios en el recuerdo de la memoria familiar y la colectiva.
Bautista Uribe Beitia se alistó voluntario en Eusko Ekintza Gudarostea pocos años después de quedar huérfano de madre y padre. Era de Durango, de aita de la villa y amatxo de otra villa: Otxandio.
Tras su fallecimiento, en su municipio natal le rindieron un homenaje civil en la sociedad Intxaurre, herriko de la localidad en la que vivió y en la que nacieron tanto su mujer Benita Mañarikua como los seis hijos del matrimonio.
Uribe Beitia –presidente de honor de gudaris de Eusko Indarra-, nació el 23 de septiembre de 1918. Era del caserío Kakatza. Estudió en los Maristas y los bombardeos de la villa en torno al 31 de marzo de 1937 le cogieron, por suerte, fuera de su pueblo. Nueve meses antes, cuando estalló la Guerra Civil estaba en Otxandio. Bautista se alistó en un batallón de Eusko Ekintza Gudarostea de EAE/ANV (Eusko Abertzale Ekintza / Acción Nacionalista Vasca).
Bajo el interiorizado y repetido por él lema de ‘Aberria ala hil’, su periplo de entrega contra los militares españoles golpistas tuvo como destinos Loiola, Deba, Lekeitio, monte Albertia, Castro Urdiales (Cantabria) y Asturias. Fue hecho preso por los fascistas en Santander y sufrió cárcel en Santoña (Cantabria), Burgos, el campo de concentración de Miranda de Ebro (Burgos), Elizondo (Nafarroa) y Madrid. En estos lugares le obligaron a formar parte, esclavo, de los batallones de trabajadores del bando totalitarista.
“Siempre fue de ANV, no cambió nunca. Ahora, si algo le caracterizaba es que respetaba el resto de ideologías y a las personas que eran de ellas, cosa que muchos no hacen. Él luchaba por sus ideales”, valora su hijo Koldo. Otra hija, Mariví, coincide: “Respetaba a todos y se notó el día del funeral. Había personas de todas las ideologías. Mi padre era muy demócrata. Como curiosidad, nació en la zona de Mendizabal en un caserío al lado del de Azkuna, el que fue alcalde de Bilbao. Pues, mi padre con el tío de Azkuna se han llevado bien siempre”.
De los tiempos de la guerra, ha guardado siempre otro episodio terrorífico. En Euba, barrio zornotzarra, los autodenominados nacionales le mataron a un hermano, Bernabé, a quien Bautista le portó en hombros y le enterró él mismo en el cementerio de Amorebieta. “¡Su vida no fue nada fácil!”, subraya la familia.
Sus ideales estaban tan enraizados en su persona que el matrimonio Benita-Bautista llegó a intermediar entre la familia propietaria y el Ayuntamiento para que llegara a ser la sociedad que hoy en día es la herriko Intxaurre, nombre que recibe por los dos nogales que había en el exterior del inmueble hoy situado en la plaza Balbino Garitaonandia. El edificio está catalogado como uno de los civiles más antiguos del municipio, con más de 400 años de existencia. La familia también residió en el barrio de Intxaurrondo.
| IBA A TRABAJAR EN BICICLETA | Pasada la guerra, Uribe Beitia viajó a Venezuela a trabajar. “Mi padre fue siempre un trabajador, albañil”, agrega Koldo. Volvió en dos años porque en Durango había dejado a su mujer y con tres hijos entonces. En la villa vizcaina trabajó para la empresa Amilibia y de la Iglesia y casi media vida laboral la dio en la Ferretera Vizcaina, a la que iba a fichar en bicicleta. También vivió empleado como guarda jurado.
En el aspecto humano, Bautista era un padre “extraordinario”, se emociona al recordarle su hija Mariví. “Aitite era muy alegre, hasta el último día tuvo buen humor, era muy cantarín. No comprendo cómo con todo lo que pasó en la guerra era un hombre contento. Era cariñoso con todos, muy ‘salau’. Yo, al menos, nunca en la vida le he visto triste”, valora su nieto Unai Uribe, cantante y guitarrista del grupo de rock Zain, de Berriz.
Desde Intxaurre le rindieron varios homenajes. “Fue un gudari que siempre ha mantenido su ideología, que anteponía el pueblo al partido. Estaba con los que luchan. Apoyó la candidatura de ANV de 2010 y siempre ha estado en la sombra, luchando hasta el hecho de intermediar por la hoy herriko. ¡Un artista!”, le agradece Ibon Birunbrales de Intxaurre elkartea.
Bautista fue, además, un enamorado del ciclismo, la pelota, el cine, bailar y tras jubilarse su mayor pasión era la huerta. Labró dos. Fue asimismo “un gran cocinero, al tiempo que buen comensal”, enfatiza su hija Mariví. Hablando del sentido del gusto, los amigos le ensalzan que “nunca cambió de chaqueta”.
Etiquetas: Bautista Uribe, Durango, Herriko, historia, Memoria