Euskadi is (not) different
Óscar Gómez
He escuchado en innumerables ocasiones eso de que en Euskadi se pagan mejores sueldos que en el resto de España. Es una afirmación muy relativa y muy matizable. Si bien es cierto que los sueldos en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa pueden ser superiores a los de Lugo, Almería, Badajoz o Soria, no es menos cierto que el coste de la vida en la Comunidad Autónoma Vasca es bastante más elevado que en otras provincias del Reino de España. El precio de adquisición de una vivienda o el alquiler de la misma es elevadamente prohibitivo en la CAV. Donostia, Bilbao y Gasteiz figuran siempre en el Top Five de las capitales de provincia donde el precio de una vivienda es más caro, por poner un ejemplo.
No es menos cierto que en muchos sectores laborales el convenio colectivo que se aplica es de ámbito estatal. Por poner otro ejemplo, una trabajadora de El Corte Inglés (convenio estatal de grandes superficies) cobra lo mismo si trabaja en el centro de Eibar o en el de Bilbao que en el de Cádiz. Pero el coste de la vida es más elevado en Eibar y Bilbao que en la capital andaluza.
El llamado “oasis vasco” es, por tanto, un mito que se puede desmontar a la primera de cambio. En la CAV no cae txakoli del cielo ni atamos los perros con txistorra. Las condiciones de vida de las trabajadoras, de las pensionistas, de las estudiantes, de las capas populares apenas difieren de las del resto de las habitantes del Reino de España. En Hego Euskal Herria hay 170.000 pensionistas que cobran una pensión inferior a los 700 euros. Una de cada tres personas viven por debajo del umbral de la pobreza. En la CAV hay un 12% de paro y un 20% de las personas receptoras de la RGI tienen un empleo.
Pero una cosa está meridianamente clara. Las pequeñas diferencias que puedan existir no son fruto de la casualidad. Tampoco tiene nada que ver ni el concierto económico, ni el Gobierno vasco de turno ni el sursum corda. Euskal Herria es un pueblo donde sus gentes han sabido autoorganizarse durante décadas y no esperar que nada les cayese del cielo. Euskal Herria cuenta con organizaciones políticas propias, y sobre todo con una mayoría sindical alternativa, que con todas sus luces y todas sus sombras, sus aciertos y sus errores ha sabido plantar cara a las políticas neoliberales y de recortes que el gran capital intenta imponer mediante la UE y el Estado.
Euskal Herria lucha y sale a la calle. En lo que va de año 2018 las tres manifestaciones más numerosas de toda España han transcurrido por las calles de Bilbao. El 13 de enero a favor de los derechos de las personas presas, el 8 de marzo en la jornada de huelga feminista y el 17 de marzo para reclamar unas pensiones dignas.
El pueblo vasco no es más guapo, ni más listo, ni más rico que el resto de los pueblos del Reino de España. Es un pueblo que reivindica y que no se achanta antes las dificultades. Lo poco que tiene se lo ha ganado tras años de lucha, tras innumerables jornadas de huelgas y movilizaciones, a pulso. Que quiera gobernar su propio destino, gestionar sus propias pensiones e impuestos, establecer un marco propio de relaciones laborales, defender su lengua y su cultura, fomentar y promocionar sus selecciones deportivas… en definitiva, querer decidir su presente y su futuro, no debiera ser motivo de asombro para nadie a estas alturas.