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«Fray Juan de Zumarraga no fue inquisidor y esclavizador de los indios de Nueva España», por Jesús Iturralde

Jesús Iturralde

Jesús Iturralde Garai

He vuelto a leer en los medios sobre la decisión del Pleno del Ayuntamiento de Durango de borrar de un plumazo el nombre del instituto Fray de Juan y parece ser que también el nombre de ese ilustre señor a la calle que se denomina alegando que Fray Juan fue inquisidor y esclavizador de los indios de la Nueva España.

Nada más lejos de la realidad. Y me pregunto: ¿En qué información se basan los integrantes del pleno para tomar semejante decisión. ¿Se han molestado en leer la hermosa placa en bronce (1,50 metros x 0.85 metros) situada en la parte posterior del monumento en Ezkurdi de Fray Juan de Zumarraga que, por cierto, fue donado a Durango por el Gobierno mexicano allá por el año 1949? Me imagino que no. ¿Cuál será la próxima barbaridad? ¿Derribar el monumento?

FRay

A fin de conseguir datos fehacientes respecto a este durangués, en el año 1989 me puse en contacto postal con el Fondo de Cultura de México donde se encuentran archivados infinidad de manuscritos de la época.

Les envié fotocopias del capítulo dedicado a Fray Juan. En él, a mi modesto modo de ver el mejor libro escrito de la historia de Durango y titulado Historia de Durango y sus más ilustres hijos, escrito a mediados del siglo XIX por Camilo de Villavaso, y en las fotocopias les subrayé los datos que me interesan con el fin de cerciorarme de la verisimilitud o falsedad de los mismos.

Tardaron alrededor de un mes en contestarme pero me facilitaron una exhaustiva información respecto al proceder de nuestro querido durangués.

Esta información es bastante similar a la que entregué el pasado día 17 del presente en el Ayuntamiento de Durango. Y digo «bastante similar porque debo reconocer que metí la pata al confundir «jerónimos» con «dominicos». Me lié, mea kulpa, pero rectificar, dicen, es de sabios. Dicho esto pasemos a detallar fragmentos que facilitaron del Fondo de Cultura de México:

«Efectivamente,el emperador Carlos I de España y V de Alemania nombró inquisidor mayor a Fray Juan de Zumarraga. Este aceptó de mala gana el nombramiento pues opinaba que para esto están los miembros de la orden de predicadores, más conocidos por dominicos, muchos de los cuales mostraron una crueldad inenarrable al mando del tristemente famoso y siniestro dominico Fray Tomás de Torquemada que fue confesor de Isabel «La Católica». Y lo entrecomillo a propósito.

Este satánico personaje fue apoyado por el Papa Sixto V desde el año 1482 y por los Reyes «Católicos», que endurecieron enormemente las normas inquisitoriales concediendo al tal Torquemada poderes con carta blanca para que proceda contra los infieles de toda clase de tormentos y ejecuciones en la hoguera y bestialidades sin fin. En resumen, que la Inquisición o mal llamado «Santo Oficio» resultó el capítulo más negro de la cristiandad.

La Inquisición fue un Tribunal fundado por el Papa Lucio III en el año 1184. En España duró nada menos que 636 años, hasta el año 1820.

Pero me estoy saliendo del tema que nos ocupa: Fray Juan.

Fray Juan ejerció durante muy poco tiempo como inquisidor ya que, viendo  las salvajadas de los dominicos, se prometió, aunque mantuvo el nombramiento, actuar con la bondad y ecuanimidad frente al fanatismo y extremismo exaltado de los dominicos.

Téngase en cuenta que Fray Juan fue franciscano y precisamente esta orden siempre se ha distinguido por su humildad, caridad fraterna y contraria a la esclavitud.

Cuando Fray Juan se trasladó a América se encontró con dos grandes problemas. Por un lado, los salvajes miembros de la orden de los jerónimos y por otro la multitud de «ricoshombres», amiguetes de la monarquía española a los que se les fueron concedidas encomiendas (inmensas tierras) arrebatadas a los indios, convirtiendo a estos en sus esclavos.

Aquí Fray Juan junto al dominico Fray Bartolomé de las Casas se enfrentaron a dos grandes poderes: los jerónimos y los «ricoshombres» que veían en estos dos frailes a dos enemigos que luchaban contra la esclavitud. Estos dos frentes poseían un gran poder y se encargaron de extender difamaciones y calumnias contra ellos.

Estas maledicencias han perdurado hasta nuestros días y no se extrañaría que aparecieran en Internet. Siempre se ha dicho que una mentira repetida mil veces se convierte en una realidad.

Fray Bartolomé de las Casas y su amigo Fray Juan remitieron nada menos que seis cartas solicitando de los Reyes que se promulgara una Ley que aboliera la esclavitud de los indios, consiguiendo por fin que se establecieran sendos edictos reales. Parece ser que fueron dos. El primero fechado el 2 de agosto de 1530 decía así: «Ninguna persona sea osada de tomar ningún indio por esclavo, no por rescate, ni por compra, ni trueque… aunque sea de los indios que los mismos naturales tenían o tienen por esclavos».

Y el segundo fechado en Noviembre de 1642 decía así: «Ordenamos y mandamos que de aquí en adelante por ninguna causa de guerra ni otra alguna, aunque sea so título de rebelión ni por rescate ni de otra manera, no se pueda hacer esclavo indio alguno y queremos que sean tratados como vasallos nuestros de la Corona de Castilla, pues lo son».

Leí con gran fruición la columna de opinión publicada en un periódico el pasado 20 de enero, escrita por el gran filólogo Sebastián Gartzia Trujillo. Estoy de acuerdo al ciento por ciento de su contenido.

Siempre me ha tocado nadar contracorriente y ya era hora de que alguien coincida con mis ideas. Me da en la nariz que lo que se pretende es eliminar el nombre de Fray Juan a la calle y el Instituto para sustituirlo por el de alguna mujer preeminente en Durango. Me parece una idea genial la de dedicar calles o plazas a las mujeres preeminentes pero lo que es imperdonable es que se desnude a un santo para vestir a otro, como parece que es el tema de Fray Juan.

Nota: Los dominicos establecidos en América no estaban envenenados por las predicaciones de Torquemada.

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