Los verdaderos cristianos resultan incómodos en medio de una sociedad no creyente
Alberto Sergio
· Alberto Sergio Fernández (Durango, 1977) es maestro de primaria y licenciado en Teología, así como candidato a Diácono permanente en la Diócesis de Bilbao
Los que son capaces de ver la realidad, de hacer una análisis justo y una crítica fundamentada en el bien es perseguido, a veces incluso, por sus amigos más cercanos. Esto le pasa a Jesús en el Evangelio. Él que tiene una mirada justa sufre el intento de humillación por parte de los que se supone que ven, de los estudiosos, de los más admirados por la gente…; que se ofenden porque ven cómo peligran sus esquemas en los que estaban cómodamente instalados.
Los verdaderos cristianos, resultan incómodos en medio de una sociedad no creyente. Llevamos una vida parecida a la de los demás, porque vivimos en medio del mundo, pero en esencia radicalmente diferente. Vivimos en el mundo pero no somos del mundo. No ponemos el interés en lo mismo; no ponemos el interés en los cotilleos, en la política, en quién gana las diferentes competiciones deportivas… Ponemos interés en que el centro de la vida sea el otro, el Otro y el hermano… Ese es nuestro centro. Participamos de esos eventos, o más bien, quizá nos hacemos presentes en los mismos, pero con un interés distinto… Y por eso a veces, somos ridiculizados o criticados; por ser coherentes con nuestra vida de fe y por ello resultar molestos en el ambiente en que nos movemos.
Bien sabemos, que nuestro testimonio de Jesucristo no debe ser solo con palabras sino por nuestra forma de actuar, como dice la Escritura: “por sus obras los conoceréis”. Nuestra fe y confianza en Dios tiene que traducirse en obras, y que por lo tanto podemos parecernos a veces, a determinadas organizaciones no gubernamentales; sin embargo, lo que nos mueve es totalmente distinto, es al Amor, el amor que nos viene de Dios, y no una ideología determinada sobre cómo debe de estar organizado el mundo…
Nuestra manera de vivir, si es auténtica, va a cuestionar la vida de mucha gente, porque en algún momento podrán exclamar “mirad cómo se aman”…
En ocasiones nos desviamos del amor que Dios nos tiene. Dejamos de pasar tiempo suficiente con el Señor y olvidamos nuestra propia esencia y empezamos a caminar detrás de otros dioses, a menudo sutiles e inconscientes… Algunos de ellos son la necesidad de afecto, de ser querido o admirado, de ser aquel a quien hacen caso; el miedo, a que las cosas no salgan como creemos, según nuestras ideas,…
Por esa razón es importante pasar tiempo suficiente con el Señor, ahora en Adviento y Navidad de forma particular, pero en todo el tiempo de todo el año… para que nos llene de su amor, nos cambie el corazón, de manera que ya no tengamos necesidad de estas cosas y sitúe en el otro, en el hermano en el centro de mi vida
Pidamos a la Virgen María que interceda por nosotros pidiéndole al Señor, que nos dé su Espíritu para que, en medio de este mundo, podamos ser otros cristos, para que así el Señor pueda usarnos como instrumentos suyos, de manera que otros puedan tener la oportunidad de acercarse a Él y juntos podamos vivir en plena y desbordante alegría.