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‘Pliegues de Oriente en Angurreta’, por Anisia Serendipia

ANISIA SERENDIPIA

PLIEGOS DE ORIENTE EN ANGURRETA

MIS OJOS, QUE CODICIAN COSAS BELLAS_ Diciembre en Mañaria, cuando las montañas otoñales recogen la última luz y se ha volado la bandada siguiendo al primer pájaro. Como MariAntonieta por su aldea de Versalles, paseaba a mediodía en Angurreta Harrobia Arte Espazioa. CUANDO el viento era más sonoro, me venía a la cabeza la película que había visto la tarde anterior Cuando el viento silba, filme que esboza la pureza de la inocencia en la infancia, un universo con sus códigos propios, secretos y deseos, paralelo al mundo adulto, que en multitud de ocasiones transcurre ignorante de los infinitos sentimientos que atesoran los niños. CUANDO escuchaba las explicaciones de Victor Arrizabalaga, jardinero fiel de la antigua cantera, escuchaba en susurro “wabi-sabi” rememorando un libro que había leído hacía tiempo: Wabi Sabi para artistas, diseñadores, poetas y filósofos. He leído que a menudo se murmura wabi-sabi en momentos de profunda contemplación y, a  la vez que wabi sabi, mi cabeza repetía una y otra vez la palabra hierofanía (término acuñado por el filósofo rumano Mircea Eliade para “definir” la manifestación de lo sagrado a través de objetos tales como piedras y/o accidentes geográficos) cuando veía la montaña a través de las ventanas que abre la obra del artista Tadanori Yamaguchi, una instalación de varias esculturas, cuatro piezas que quieren ser testigos del paso del tiempo. 

Montaña, algo me dijiste que me dejaste inquietud para la noche y el alma enamorada.

 

_Wabi-sabi es la belleza de las cosas imperfectas, mudables e incompletas. Es la belleza de las cosas modestas y humildes. Es la belleza de las cosas no convencionales_ En el libro mencionado su autor nos dice que la estética japonesa del wabi sabi se asocia con la ceremonia del té, a partir de que el gran maestro de la Escuela Sogetsu de ikebana, Hiroshi Teshigahara, encargara a tres arquitectos de moda diseñar y construir su idea de lo que es un entorno ideal para dicha ceremonia, aportando el propio maestro de arreglo florales un cuarto diseño. ¡Tremenda decepción! toda una exaltación del lujo y la grandeza desplegada en los terrenos de una antigua residencia imperial y ninguna traza de wabi sabi. Leonard Koren, arquitecto estadounidense autor de Wabi Sabi para artistas…, supo de la “estética” wabi-sabi (para los japoneses la “emoción” del wabi sabi, pues no lo han aprendido en términos intelectuales)  a finales de los 60 durante su juvenil búsqueda intelectual. Entonces le pareció que el wabi sabi era un paradigma estético basado en la naturaleza, que en cierto modo devolvía la sensatez y la proporción al arte de vivir, viniendo a solucionar su dilema artístico acerca de cómo crear cosas bellas sin quedar atrapado en el materialismo desalentador que generalmente envuelve a este tipo de actos en su país: El wabi sabi, dice, surge de la infinita potencialidad de la nada. Lo que distingue al wabi sabi procede de aquello que es tan delicado, tenue, indefinido y sutil que podría pasar inadvertido considerar banal o insignificante. Continúa Koren: es el atributo más notable y característico de lo que consideramos la belleza tradicional japonesa que, a grandes rasgos, ocupa la misma posición entre los valores estéticos de Japón que los ideales griegos de belleza en occidente.  Un modo de vida y, como mínimo, un particular tipo de belleza.

 

El wabi sabi implica una visión del mundo intuitiva, orientado al presente, “romantiza” la naturaleza y la gente se adapta a ella. Materiales naturales, se acomodan a la degradación y al desgaste; la corrosión y la “contaminación” le dan más expresión. Hay un tiempo para cada cosa… Entre los valores espirituales del universo wabi sabi: la verdad proviene de la observación de la naturaleza, la grandeza existe en los detalles desconocidos y desapercibidos, también que puede hallarse belleza en la fealdad. En el estado mental del universo wabi sabi, aceptar lo inevitable, la evanescencia de la vida; percibir el orden cósmico: nos obliga a contemplar nuestra propia mortalidad, evocando una soledad existencial y una delicada tristeza. Pero a la vez el alivio agridulce de saber que toda existencia comparte el mismo destino.

_Mañana de otoño. Me miro en el espejo y veo a mis padres_ La belleza del wabi sabi no es del agrado de todo el mundo, escribe Koren, pero incluso MaríAntonieta, que contaba poco más de 14 años y  anhelaba una vida más rústica y cercana a la naturaleza,  creó su propio universo alejado de los fastos de la corte de Francia en un dominio del jardín de Versalles que le regaló su esposo. Mandó reconvertir el jardín botánico en un jardín de estilo inglés, construir un “jardín alpino” y una aldea, que funcionó también como granja, un pequeño paraíso que le hacía olvidar su condición de reina. Las cosas wabi sabi pueden también aparecer en colores claros casi pastel, se cuenta que su jardín anglo-chino en el Trianon reflejaba su predilección por la rosa, la violeta, el jazmín y las tuberosas-los cortesanos decían de MariAntonieta que dejaba tras de sí un olor a primavera- y que adoraba los pasteles de colores empolvados. El Pequeño Trianón de la última reina de Francia, hoy patrimonio de la humanidad.

_Ya no es ayer; mañana no ha llegado; Hoy pasa, y es, y fue, con movimiento_ Tempus fugit, más pronto que tarde ¡vayan a verla! Dense un paseo por ese jardín de piedras de Mañaria. Una antigua explotación minera, un paraje en plena naturaleza convertido en excepcional gracias a la intervención humana, las cosas wabi sabi coexisten con el resto de su entorno: círculos de druidas, cruces en trinchera, obeliscos de letras,  figuras poliédricas de caras luminosas al reflectarse en ellas la luz solar, o por su falta, generando un juego de luces y sombras dinámico; dialogando con un paisaje prestado, desde hace siglos de siglos una región de piedra. Y hay muchos siglos en tus años.

 

No veneres lo antiguo por ser antiguo. Si es nuevo y te va ¡utilízalo!, te dice también la estética wabi sabi. 

 

Y a otro le parecerá otra cosa

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