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#MEMORIA · Sabino Aguado, el gudari obligado a custodiar el cadáver de Primo de Rivera

I. Gorriti

El pasado 11 de mayo los grupos políticos PSOE, Podemos y Ciudadanos aprobaron en el Congreso una proposición no de ley para que los restos de dictador Francisco Franco y del fundador de La Falange Española de las JONS José Antonio Primo de Rivera fueran exhumados y trasladados de su lugar en el Valle de los Caídos. PP y ERC se abstuvieron. En el caso del hijo primogénito del dictador Miguel Primo de Rivera -a diferencia de Franco sí fue ‘caído’ en la Guerra Civil- los restos se moverían a un «lugar no preeminente» de la basílica. Ambos, curiosamente, perdieron la vida un 20 de noviembre.

En la familia de la presidenta del centro vasco uruguayo Euskal Erría de Montevideo, Agurtzane Aguado, siempre han recordado un episodio relacionado con José Antonio Primo de Rivera. Lo sufrió su padre, Román Sabino Aguado Ansoleaga, gudari nacionalista vasco de Getxo quien apresado por los franquistas durante la Guerra Civil fue obligado a servir en el bando golpista y sus aliados.

Roman Sabino Aguado en la mili 1945

Román Sabino Aguado en el servicio militar en 1945.

Una de las empresas que tuvo que llevar a cabo el vizcaino si quería seguir con vida fue la de custodiar el traslado del cadáver de José Antonio Primo de Rivera desde Alicante, donde fue fusilado por los republicanos el 20 de noviembre de 1936 a las 06.20 horas, hasta El Escorial en Madrid. Años más tarde, su cuerpo volvería a ser exhumado y enviado a la basílica del Valle de los Caídos donde a día de hoy aún es actualidad.

· ¿Dónde estaba ‘El Ausente’? · La muerte de ‘José Antonio’ fue silenciada por los sublevados contra la legítima Segunda República, por lo que se le denominó ‘El Ausente’. Dos años después sus restos se trasladaron del un nicho del cementerio alicantindo de Nuestra Señora del Remedio a San Lorenzo de El Escorial. El interminable periplo de aquel ataúd forrado en terciopelo negro duró diez días. Sabino tuvo que estar allí rodeado de los falangistas que como él custodiaban los restos.

«Mi padre recordaba varias cosas de aquellos días. Decía  que nunca iba a olvidar el hambre que pasó entonces y el frío de aquellas noches en las que solo tenían para cubrirse las capas», rememora Agurtzane y matiza que «les obligaron a hacer las guardias a caballo durante el trayecto que les llevó días. Es más, dormían en la misma carretera hasta que llegaron con los restos a El Escorial».

Roman Sabino Aguado

Román Sabino Aguado.

Estos sucesos ocurrieron los últimos días de noviembre de 1939. Dos años antes, cuando Sabino era gudari de un batallón que la familia desconoce -aparece en nóminas del Euzko Gudarostea un Sabino Aguado en Fortificaciones-, fue testigo directo del bombardeo de Gernika del 26 de julio de 1937.  «Mi padre nos contaba el horror y la desgracia que sintió aquel día al no poder ayudar a los que se estaban debajo de los escombras muriéndose porque con el calor que tenía el suelo se quemaban ellos», evoca Agurtzane.

A groso modo, por medio de recuerdos, la familia de Sabino hilvana la vida del gudari que a su vez era hijo de gudari. Antes de la guerra repartía la revista Jagi-Jagi por Sopela, Berango, Algorta… Con 16 primaveras estalló la guerra y él contaba que había estado en la batalla de los Intxorta «donde vio por primera vez a los moros cubierto con pieles de oveja».

· Agua hirviendo · Estuvo preso dos días en el Sardinero. «En Santander no les querían. Según su relato y el de otros amigos les llegaban a arrojar agua hirviendo». De allí, fue destinado a caballería mora. Como prisionero, tuvo que combatir en las filas de Franco en el Alto de los Leones y a escoltar los restos de Primo de Rivera. Estuvo bajo las órdenes del capitán Ávila y del general Ibáñez de Aldecoa. Acabada la guerra, le llamaron para hacer la mili a los pocos días de casarse en 1945. «Se suponía que ya la había el servicio militar en la guerra», explica Agurtzane desde Uruguay.

En 1949, los franquistas le denegaron el permiso para navegar en la marina mercante y «no podía salir de Euskadi» porque trató de ir a México o Venezuela. El cónsul uruguayo Juan Ansa, sin embargo, le hizo los papeles para exiliarse en el país que representaba, al que llegó en 1954. «En 1960, Franco nombró a Ansa persona non grata por asistir a una cena que le dispensaron euskaldunes como aita y el régimen le dio como destino Burdeos».

Federico Aguado

Federico Aguado.

Desde que pisó «tierra uruguaya y de libertad», Sabino siempre trabajó por la causa vasca. Su padre, el también nacionalista vasco Federico Aguado Sustacha nació en el Puerto Viejo de Algorta en 1891 y también fue gudari, aunque tampoco conocen de qué batallón. Uno de sus hijos -hermano de Sabino- falleció en la cárcel.

Federico, según información familiar, también estuvo preso en el Sardinero, en el Dueso de Santoña y en Santa María de Cádiz. Tuvo tres penas de muerte. La Sociedad de Ciencias Aranzadi ha encontrad a su nombre un procedimiento sumarísimo de Urgencia, el 867/37 que tuvo lugar en Bilbao después de junio de 1937. Conmutadas las penas fue encarcelado en incontables ocasiones por su apoyo a las ideas del PNV y sufrió secuelas de enfermedades contraídas en prisiones. «A aitita, la guardia civil le ponía panfletos en el bolsillo para detenerle. Por ello, salía una vez al mes a la barbería y darse una vuelta por el pueblo. En mayo de 1956 hizo su última salida. Fue detenido y a los días falleció en casa».

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