La parroquia de Santa Ana acoge hoy el funeral por la centenaria duranguesa Carmen Sanz Conde, fallecida ayer
I. G.
Siete meses después de cumplir 100 años el pasado 5 de octubre, Carmen Sanz Conde falleció ayer. El funeral católico por su persona se oficiará hoy a las siete de la tarde en la parroquia de Santa Ana de Durango.
Carmen era la decana de la residencia Joxe Miel Barandiaran, donde otras dos mujeres también llegaron años atrás a celebrar el siglo de vida. Nació en Santa Cruz del Tozo (Burgos) el 5 de octubre de 1916. Fue hace 60 años cuando llegó a Euskadi. Primero, se asentó junto a su marido Evaristo Pérez dos años en Elorrio y a continuación se mudó a Durango.
· Médico confundido · El matrimonio tuvo dos hijos: Javi y Charo. Estos a su vez le dieron cuatro nietos (Alberto, Jesús, Idoia y Joseba) y la protagonista de la jornada tiene seis biznietos: Ane, Julen, Elene, Nagore, Xabier y Eneko. Sanz llega a los cien años a pesar de que un médico dijo a sus padres de muy niña que “no iban a gastar mucho con ella porque no iba a vivir mucho”, relata la familia. Y a esto sumar, que hace trece años, en 2003, hizo frente a dos infartos.
Ella fue la segunda de seis hermanos y la única que permanecía con vida. Mujer muy religiosa, era, según relatan los suyos “muy coqueta y presumida”. De talante agradecido y de, en ocasiones, fuerte carácter, regentó un bar en Santa Cruz del Tozo, lo que permitió a la familia “subsistir mejor durante la Guerra civil”, aportan.
Ella fue contemporánea de la Primera Guerra Mundial, la Guerra civil, franquismo, la Segunda Guerra Mundial y todos y cada uno de los cambios a los que hay que saber amoldarse y comprender. El día de su cumpleaños, con un fino hilo de voz agudo, Carmen hizo reír a los presentes con frases relacionadas con la salud: “Lo importante es vivir poco mal y tener una buena muerte”.