Fallece el exetakide zornotzarra Xabier Zumalde, ‘El Cabra’ que tomó Garai en 1966
MEMORIA AMOREBIETA-ETXANO
El pasado domingo falleció Xabier Zumalde, histórico de la primigenia ETA, en Ascain a los 85 años. Fue el primer jefe militar de la organización. El nacido en Amorebieta el 27 de agosto de 1938, será recordado por entre muchas cosas, una acción que llevó a cabo el 1 de mayo de 1966, días en las que la organización antifranquista Euskadi Ta Askatasuna llevó a cabo una de sus primeras acciones significativas. Un comando, encabezado por este activista apodado entonces ‘El Cabra’ -más adelante ‘El Brujo’- tomó el pueblo de Garai durante unas horas. La ocupación se limitó a cortar el teléfono, realizar varias pintadas y colocar la ikurriña (entonces ilegal) en lugar visible. Abandonaron la anteiglesia antes de que llegara la Guardia Civil.
¿Cuál fue el objetivo militar de ETA al tomarlo? “Producir una acción de efecto psicológico, ya esta esta sería la primera vez que una fuerza de Resistencia vasca daba la cara ante el público, dejándose ver en pleno día y durante unas horas en la localidad”, anotaba Zumalde entonces.
Previamente, fotografiaron el objetivo y estudiaron “minuciosamente” su accesos, comunicaciones, puestos de refugio, posibles emboscadas… El día elegido fue el 1 de Mayo. La víspera, por la noche una mujer y nueve hombres se reunieron junto al Hostal San Blas, en Abadiño. El comando subió a Garai a través de campos sembrados. Desde una cabaña cercana ultiman la entrada. “Cenamos todos tranquilamente e incluso hicimos bromas pensando en las caras que pondrían los caseros”, evocaba.
Carretera chincheteada
Al amanecer, hicieron el recuento de material a emplear: tres ikurriñas, diez kilos de pintura, miles de octavillas, cuatro metralletas, dos pistolas, algunos explosivos, chinchetas, ‘cortateléfonos’, y otros materiales. “Cortamos el cable del teléfono que había en el pueblo y chincheteamos la carretera en tres lugares diferentes, de forma que nadie podía entrar ni salir del pueblo”, explicaba Zumalde en su libro.
Los miembros del comando quemaron corchos y con ellos se mancharon las caras, se colocaron brazaletes de ikurriñas y las siglas ETA. “Salimos de la cabaña, a unos 300 metros del pueblo, con las banderas vascas ondeando. Este extraño cortejo causó tal asombro a las gentes de Garai que se imaginaron la llegada de una partida de bandoleros”.
Según versión de El Cabra, los vecinos del municipio se apresaron a retirar el ganador. Solo quedaron en la calle los perros ladrando “a la tropa de invasores”. A las nueve de la mañana comenzaron a pintar el pueblo mientras los habitantes estaban en misa. “En lo alto de la torre de la iglesia pusimos una ikurriña, pintamos el pórtico, el frontón, la escuela, las casas, el Ayuntamiento y toda la pared o suelo ‘pintable’. Arrojamos octavillas, entre ellos a los pocos ‘valientes’ que se atrevían a salir de sus viviendas. Les dirigimos la palabra en euskera y se quedaban muchos. Luego se iban poniendo blancos como la cera y el que no, se quedaba petrificado y echaba a correr a su casa a encerrarse”.
La misa más larga de la historia de Garai
Conocida su presencia, nadie quería salir de la misa, donde seguían cantado. “Esa debió ser la mis más larga de la historia de Garai”. Colocaron otra ikurriña, en el Ayuntamiento donde el alcalde se había encerrado “con el teléfono inservible en sus nerviosas manos”.
En la retirada del comando a la cabaña, vieron cómo el alcalde trató de ir a Durango en moto. “Su ímpetu pinchó y derrapó al llegar a la primera curva y cayó rodando por la carretera. En un caserío le dejaron una bicicleta y con ella pudo llegar a un teléfono a avisar de nuestra presencia a la Guardia Civil. Este alcalde resultó ser un gran patriota, español, por supuesto”.
Tres o cuatro coches de los verdes llegaron a Garai. “Armados hasta los dientes y preguntando dónde están los terroristas. Lo curioso es que a estos servidores del Orden Público ni los perros les ladraban”. Llegaron a las 14.30 horas.
El material en zulos
El comando de ETA tras asearse y cambiarse de ropa se fueron. “Unos haciendo auto-stop, otros en tren o autobús, porque por aquella época nadie tenía coche particular para sus desplazamientos. Previamente habíamos escondido todo el material y armamento en unos zulos preparados de antemano”.
A juicio de Zumalde, la operación tuvo “gran repercusión, pese al total silencio de la prensa y demás medios de comunicación, pero el hecho fue divulgado boca a boca por la población, ya que la hazaña traspasó límites de Bizkaia para ser comentada en todo Euskadi. Fue en realidad la operación más conocida de Los Cabras, aunque ni mucho menos la más importante”.
Zumalde fue conocido más adelante como El Brujo y abandonó la organización en 1976.