Ansiedad: escúchate y respeta lo que ocurre dentro de ti
Jon Fernández
BÁSICA MENTE · A principios de septiembre, dio comienzo el curso sobre Ansiedad que imparto para Anderebide, asociación de mujeres de Iurreta, y que está a punto de acabar.
Como siempre, al comenzar un curso como este, después de colocar las sillas en círculo y sentarnos les invito a que me cuenten algo de ellas y de paso, si quieren, que me digan que esperan sacar de este curso sobre ansiedad. Las primeras mujeres se presentan algo nerviosas y empiezan a contarme sus historias. Todas son distintas pero todas tienen un interés común en lo que respecta a sus objetivos en este curso: todas quieren CONTROLAR la ansiedad. Cuando veo que la tónica se empieza a repetir, mientras las escucho, me levanto y escribo “CONTROL” en la pizarra blanca. Me miran inquisitivamente, pero yo, como si fuera un novelista del tres al cuarto, me guardo mis misterios para más adelante y simplemente les digo “de esto va el curso, del control”. Me pongo de un dramático que no me aguanto.
La cosa es que todos y todas tenemos ansiedad. Unos más, otros menos y otros la justa, pero todos tenemos, sentimos y sufrimos la ansiedad. Y cada uno hacemos lo que podemos para llevarlo. Pero el problema no es tanto la ansiedad, sino lo que hacemos cuando tenemos ansiedad. Me explico: la ansiedad cuando es muy intensa, es tan desconcertante, tan devastadora, tan traumática, que las personas ponemos en marcha una infinita variedad de conductas para reducir el malestar que nos provoca y no siempre acertamos.
Por ejemplo, las encantadoras y valientes mujeres que hacen mi curso compartieron algunas de las cosas que ellas hacen:
- “Yo, comer, no puedo evitarlo. Como tenga una mala semana engordo un par de kilos. Cada 10 minutos estoy en el frigorífico.” – dijo una.
- “Yo, me quedo en casa. Para estar así, mejor que no me tenga que aguantar nadie. Si vienen mis hijos a comer, ese rato disimulo para que no se preocupen.” – dijo otra.
- “Yo, limpiar.” – Añadió una tercera.
Y así hasta el infinito. Mil y una maneras de tolerar el sufrimiento, mil y una maneras de intentar poner orden a la vida cuando la vida duele. Lo que pasa es que, a veces, lo que hacemos para aliviar nuestro dolor o dicho de otra manera, para soportar la ansiedad, no solo no arregla nuestro problema, sino que nos hunde un poquito más en el agujero. En ocasiones, lo que hacemos para controlar la ansiedad, aumenta nuestra ansiedad.
Es comprensible que la persona que tiene ansiedad decida quedarse en casa. En casa todo está bajo control, en casa todo es conocido y nadie nos va a molestar. Pero igualmente cierto es que cuando nos aislamos no solo nos protegemos de las cosas malas, también abrimos una brecha entre nosotros y las cosas que nos hacen sentir bien. Nos separamos del apoyo de los demás, de los estímulos, de parte importante de la vida. Y nos vamos sintiendo cada vez más solos, más fuera de todo, más desconectados de los demás.
Por suerte, somos más que nuestros pensamientos y nuestras reacciones automáticas. Dentro de todos nosotros existe un templo. No importa lo mal que te sientas, también esta en ti, esta en todos nosotros. Desde nuestro templo podemos observar todo lo que nuestra mente hace para nuestra supervivencia. Podemos ver sus alarmas, oír sus sirenas y notar en nuestro corazón el deseo de correr. Podemos quedarnos ahí, sabiendo que nuestra mente y cuerpo están haciendo bien su trabajo. “Gracias por esto mente”. Pero lejos de intentar influir, lejos de intentar añadir más control, desde nuestro templo vamos a dejar que las cosas ocurran y a rendirnos.
“Deja que te coma la mierda” es otra forma de expresarlo, yo a veces lo digo así, que se entiende mejor.
Hay que entender, que la ansiedad surge de un intento de control de una parte de nuestra realidad que nos hace sufrir, que no nos gusta o que nos gustaría que fuera de otra forma. Es una oposición a lo que es, a lo que somos y a lo que los demás son. Esa realidad, que puede estar fuera o dentro de nosotros mismos, no está siempre bajo nuestro control. Cuando intentamos controlar la ansiedad, le echamos gasolina al fuego. Intentamos controlar el control añadiendo más control. Una locura. No funcionará.
Deja que te coma la mierda: escúchate y respeta lo que ocurre dentro de ti. Luego, si es necesario toma decisiones. Pero si no partes de este amor a lo que sientes, sea lo que sea, siempre estarás en déficit.
* Jon Fernández (Iurreta, 1988 ) es psicólogo
Puedes contactar con Jon Fernández | jonferpsi@gmail.com