‘Mi golondrina’, por Mariano Martín Martín
Mariano Martín Martín
La niñez la descubrió cobijada en un escondrijo. Tú eres hija, yo soy hijo, ambos, signos del amor. La tomó con precaución, compasión y despacito, y tras darle un buen besito con ternura acarició. Se fijó con devoción en el brillar de sus ojitos, dos estrellas son, caprichos regalitos de emoción. De la mano y a gustito, cual aroma de una flor, puso en ella ese lacito con su fiel veneración. Un azul de gran color con su hermoso dibujito, y un cascabel, lo más bonito que jamás lució mi corazón. Y feliz volar la vio al cielo dulce y la bendijo, fue el amor quien me lo dijo están los dos cerca de Dios. Pasó el tiempo y el calor y la nieve, con su manto blanco escrito, bordó su negro de copito y en oro puro lo plasmó. Tornó a nacer la luz del sol y el cascabel con su lacito, llenó de vida ese nidito de niñez y golondrina en comunión.