OFRENDA FLORAL CON EMILIANO ZUAZO · El pueblo de Durango no olvida el crimen de guerra que fue el bombardeo del 31 de marzo de 1937 sobre Durango
Tasio Urtubia
Durango vivió ayer una de las conmemoraciones más populosas del acto social de recuerdo por aquellas más de 336 personas inocentes que perdieron la vida y por aquellas que sobrevivieron al crimen de guerra -hora de citarlo ya así- que fue el bombardeo de Durango del 31 de marzo de 1937 y los de los días 2 y 4 de abril.
A pesar de que se preveía un tiempo invernal, la tarde quedó de primavera, estación en la que ya estamos. Durante la celebración del acto el sol llegó a hacer acto de presencia en un acto sencillo, cargado de emoción, humano y laico -en el laicismo cabemos todos-, es decir, exento de cualquier connotación religiosa. El acto tampoco fue clasista: aunque hubo presencia de políticos locales fueron unos más entre el resto de vecinos y vecinas de la villa. No ocuparon la primera fila ni hacía falta. Los tiempos cambian.
Sí ocupó la primera fila -como deben merecer siempre- uno de los supervivientes a aquellos bombardeos, el iurretarra Emiliano Zuazo Etxaburu, simpático, cercano, actualizado, moderno y del que hablaremos líneas adelante porque su vida da para un interesante libro.
· Manifiesto en la voz de Jonan Hernández · El acto, organizado por Gerediaga Elkartea y Kriskitin Dantza Taldea, dio comienzo con la bienvenida del historiador iurretarra Jon Irazabal, investigador que más ha estudiado todo aquello relacionado con los bombardeos de Durango. Presentó al periodista durangués Jonan Hernández, quien formó parte del grupo de rock Martxoak 31, banda que ya en 1988 reivindicó la memoria histórica en Durango al ponerse el nombre del día de los dos bombardeos fascista que ayer se conmemoraron. Según informó, en el bombardeo se asesinó al 5% de la población que tenía Durango en 1937.
Hernández fue quien leyó un manifiesto que recordaba a la sociedad que el pueblo de Durango también fue esclavo y también fue refugiado, como aquellos que tratan de llegar a las costas de Europa. A continuación, se vivió un minuto de silencio en recuerdo de las víctimas del terrorismo de aquellos días de marzo y abril de 1937.
Dos músicos dieron paso a los dantzaris de Kriskitin que bailaron.
A continuación, el grupo durangués de rock Yoko Out interpretó en acústico un bertso de Xabier Amuriza que musicó Ander Erzilla. La canción, un clásico en este acto, arrancó con una sirena y un curioso Agur Jaunak! tocado con armónica. Los ocho minutos pueden verse a continuación gracias a un vídeo de Gerediaga Elkartea.
Emiliano Zuazo, de testigo del bombardeo a portero requerido por el franquista Yagüe
T.U.
Jon Irazabal puso punto final al sobrio encuentro. En ese momento -se echó en falta durante el acto-, pudimos conocer los detalles más básicos de la vida de Emiliano Zuazo, protagonista en la ofrenda floral. Nacido en Iurreta en 1928, pasó a residir más adelante en Durango, en el casco viejo de la villa.
Ayer, rebobinaba a sus 8 años de edad, cuando sus ojos más curiosos descubrieron qué fue ver la muerte de cerca. Lo vio desde el exterior de su casa, el palacio Goikolea, que en la actualidad es el Ayuntamiento de Iurreta. «Recuerdo que vimos cómo caía algo de unos aviones que venían y pensamos que era propaganda. ¡Propaganda, sí, leches! ¡Eran bombas!», subraya bien despierto quien fuera conocido portero del Mirandés.
Su siguiente recuerdo fue imborrable. «Detrás de la iglesia de Iurreta había un cementerio y allí fueron llevando a los muertos en camiones. Imagínatelo. No se me olvidará nunca. A la mayoría llevaron al cementerio de Durango, pero a otros también a Iurreta».
En las siguientes horas, unos milicianos llegaron a su casa con pistola en mano y les animaron a marcharse porque la cosa no pintaba bien. La familia no lo dudó y partieron a Sopuerta. Los menores en tren hasta Bilbao y de allí andando al municipio citado. Los padres hicieron todo el trayecto a pie con sus enseres y bueyes. Allí también sufrieron un bombardeo, uno de los más de mil que el investigador Xabier Irujo ya ha registrado sobre suelo vasco, es decir: no todo fue Gernika-Lumo, Durango y Otxandio.
Cuando la cosa mejoró, volvieron. Hallaron en su casa bombas de mano. «Aún tiene que haber alrededor de lo que ahora es el Ayuntamiento más», asegura. Más adelante, comenzó su trayectoria deportiva como portero. Según cita el blog Miranda Deportiva del inquieto Tinin Melgosa, Zuazo militó solo una temporada, la de 1950-51. Jugó 30 partidos. Había debutado el 24 de septiembre de 1950.
Melgosa dibuja a Emiliano como «aquel portero que tuvo el Mirandés hace sesenta años. El cancerbero de las manos grandes», enfatiza y pasa a contar una anécdota: «Un buen día de sábado había llegado a Miranda con tiempo suficiente. Tuve ganas de ir al cine y me fui al Novedades. En la fila anterior había dos matrimonios y en uno de los descansos, oí una voz masculina que estaba comentando: Tengo entendido que el Mirandés ha fichado a un portero que sujeta 19 huevos de gallina con una mano«.
Zuazo explicó a Melgosa el por qué de aquella conversación: en cierta ocasión iba hacia casa y en una mano le habían colocado cierta cantidad de huevos de gallina. Esto sorprendió a un chaval que conocía y a este le llamó la atención semejante bulto. Su curiosidad fue saber cuántos huevos llevaba Emiliano en la mano, y contaron 19.
Lo más curioso es que el general franquista Yagüe quiso intermediar para que Zuazo jugara en el Burgos, pero el testigo del bombardeo no quiso.
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