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‘Si tú me miras’, por Anisia Serendipia

Anisia

Anisia Serendipia

 

CKRISTOPAGANIA. Exposición de fotografía de Jesus Mari Arruabarrena en el Museo de Arte e Historia de Durango. Hasta el domingo 3 de abril.

Jesus MAri Arruabarrena IBAN GORRITI

Jesus Mari Arruabarrena · PHOTO · Stan Wise

MIS OJOS, QUE CODICIAN COSAS BELLAS_ Lo sagrado y lo profano. Resulta inevitable recordar este título de Mircea Eliade cuando uno lee el breve texto del catálogo de la muestra, a modo de librillo de postales, desde cuya cubierta nos mira un druida que mendiga, además de dinero, el ser reconocido como un semejante. Y en el que Jesus Mari habla del reflejo de LO DIVINO y LO PAGANO  tanto en las fiestas populares como en las religiosas, de cómo gracias a una especie de efecto de vasos comunicantes, a la postre se consigue el equilibrio social entre esa contrariedad de los contrarios.

_Yo que anduve y anduve sé cuán emocionante es partir y volver_ Siguiendo con Eliade, sería la nostalgia de la perfección de los comienzos lo que explica en gran parte el retorno periódico. Para Eliade, cada año el cosmos «pasa», nace y muere con el año, con el tiempo. Ese eterno retorno podemos verlo reflejado en la disposición que de la obras se ha hecho en la sala del Museo.

Creo recordar que inicia el ciclo el invierno, con las Carnestolendas, esos días previos al Miércoles de Ceniza que da paso a la Cuaresma cristiana. Con esa época de permisividad y cierto descontrol que, más en el pasado, supuso la celebración del Carnaval. En el norte, vemos como un momotxorro ensangrentado intenta atemorizar con sus enormes cuernos en Altsasu.

En primavera, llega el culmen de la Cuaresma con la celebración de la Semana Santa y las procesiones en recuerdo de algún pasaje de la Pasión dan paso a las romerías. Ese viaje hacia un lugar sagrado, una peregrinación que destila devoción por algún santo o por María. En el Sur, por caminos polvorientos de Andalucía iluminados por las batas de cola.

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PHOTO · Jesus Mari Arruabarrena

_Señor, perdóname si te hablo en un lenguaje profano, mas no podría hablarte de otro modo pues soy esencialmente pagano_ Es verano y San Fermín tiñe de rojo las calles de Pamplona. El término Carnaval ha pasado a aplicarse también a otro tipo de festividades que no tienen por qué ser celebradas en vísperas de la Cuaresma. Y así el capote del santo que nos acompaña en el vital caminoteo de calles, plazas, luces y tabernas cubre los hombros de una papisa que reclama con 2 latas de cerveza en la mano el derecho al aborto en Navarra. Una chica exultante con el torso desnudo salpicado de vino podría expresar aquello de lo que hablaba Eliade, cierta nostalgia del paraíso, manifestada por esos comportamientos paradisíacos como serían la desnudez y la libertad sexual. San Fermín, con un corazón cosido a tu capote y siempre con un recuerdo para Nagore.

Al otro lado del mes de agosto, el último miércoles, cuando está ya cerca el mes de otoño,  la Tomatina devuelve el rojo a Buñol. En Cicely, Alaska, eran los indios quienes expresaban su ira contra los blancos tirándoles tomates por Acción de Gracias. Tomates porque parecen sangre y no hacen daño.

Se acerca el invierno, y entonces siempre nace un niño. También llamado Jesús.  De pronto una calle, larga borrachera. En su ensueño, llega el alba roja y los soldados romanos que custodian el sepulcro, cuando oyen el Gloria in excelsis deo, se desploman en la iglesia de Hondarribia. Añoro a los Magos de Oriente que hicieron un largo viaje para adorarlo guiados por la estrella de Belén. Y de nuevo es Carnaval en la sala: acuérdate humano de que eres polvo y al polvo volverás.

_Los poetas atrapan instantes y los fijan_ No dejen de visitarla. Por ser tan idónea para estos días de recogimiento, de recuerdo de la Pasión, Muerte y Resurrección de ese niño que luego fue Jesucristo el Redentor. El ser humano moderno no es tan arreligioso como él mismo se dice, creía Eliade, puesto que sigue dependiendo en buena medida de un conjunto de gestos iniciáticos de origen ritual para dar sentido a su existencia. Y porque Lo divino  puede ser un poder “transcendental” que no tiene por qué presuponer la existencia de ningún dios. Esa sensación que yo, siendo atea, albergo en mi alma rusa.    

_Por las palabras que en un crepúsculo se dijeron de una cruz a otra cruz: te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso_ Así evocaba el poeta Huidobro esa muerte de Jesús que este año vuelve a repetirse como cada año el Viernes siguiente a la primera luna llena del equinoccio de primavera:

 

al fondo de la historia,

eres un crepúsculo clavado en un madero

de dolor y gloria.

Y el arroyo de sangre que brotó en tu costado

todavía, señor, no se ha estancado.

 

Y a otro le parecerá otra cosa

 

* AnisiaSerendipia (Elorrio, 1962) es licenciada en Filología Hispánica, documentalista y atesora estudios de Comisariado y Coordinación de Exposiciones. Es autora del blog del que toma su nombre: 

http://serendip-anisia.blogspot.com.es/

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