‘Sin pedir permiso’: El amor y la cultura con sensibilidad
Ruth Soria
La novela ‘Sin pedir permiso’ (Libros.com, 2015) le va a gustar mucho a la gente enamoradiza. Y no hablo solo de enamorarse de personas, sino también de canciones, libros, grafitis, locales, músicos, ambientes y proyectos culturales. Dicen que los buenos libros son aquellos que al leerlos pensamos en algún momento podríamos haberlos escrito nosotros mismos… pues con ‘Sin pedir permiso’ de Conchi Moya a mí me ha ocurrido más o menos eso, ya que yo he paseado por los lugares que describe y me he ilusionado con cosas bastante similares a las que ella se refiere.
Entre otras muchas cosas se le agradece esa meticulosidad en las descripciones de los lugares en los que se desarrollan los encuentros, los pósters de las paredes, los objetos que para cualquiera pasarían desapercibidos, minuciosamente descritos, pero sobre todo el que exprese lo que sentía al observar todo ello un auténtico lujo.
El libro habla de enamorarse de quien no te conviene, de encontrarte por tu camino a gente que ya esta de vuelta y no siente las cosas con la misma intensidad que tú (o no le da el mismo significado). Es una historia muy cercana que mucha gente ha vivido, enamorarse de una manera mucho más intensa que la otra persona, o de una persona difícil que no está en un momento para abrir su corazón. Sentir el dolor del amor.
Estimo que es una novela muy recomendable para los adolescentes, porque quienes no hayan sufrido ya por amor lo va a hacer tarde o temprano, ya sea hombre o mujer, por una persona de su propio sexo o del contrario, practicando sexo o no, contando sus sentimientos a la otra persona o no… pero de una manera u otra lo van a vivir. Las reflexiones entre Marina y una de sus amigas hacia al final del libro, pueden ser de gran ayuda para quienes piensan que están solos.
Importante la música y el arte como refugio de un mundo gris y desolado, la esperanza de encontrar siempre a gente colorida capaz de ver la parte más emocionante de los barrios humildes de Madrid. Y lo he leído desde mi actual perspectiva, en la que me encuentro inmersa en el mundo de los centros sociales autogestionados, y todo sigue siendo igual, la crisis de hace 20 años muy parecida a la de ahora en cuanto a la economía de los jóvenes (y no tan jóvenes), la cultura y la música como vía de escape y como nexo para trabajar en común y sentirse útil para el propio entorno, crear una economía social y local, trabajar por la sociedad real, y no la que mueve los hilos de la especulación.
Por supuesto que en la historia también hay roces entre ellos, la vida misma, pero siempre lo importante es no rendirse y ser íntegro, sobre todo con uno mismo y tus propios ideales, como lo es el personaje de Marina y prácticamente todos los demás. Porque no es una novela de personajes buenos y malos, sino de personas y por eso no hace falta más que haber tenido una pandilla de amigos para sentirse identificado.
La magia de la radio queda fielmente reflejada, el hecho de crear, comunicar y compartir lo que amas a través de los micrófonos. Algo que en los 90 se hacía sin internet, sin tecnologías digitales, de una forma artesanal y única. Pero además Marina es especialmente sensible, por lo que toda esa emoción se eleva a la máxima potencia. Ya se sabe lo que es la sensibilidad, la RAE la define como la capacidad o propensión natural de las personas a emocionarse ante la belleza y los valores estéticos o ante sentimientos como el amor, la ternura o la compasión. Una capacidad tremendamente bien manejada por la autora.
Y todo eso sin olvidar lo divertido que es acudir a las diferentes fiestas y eventos con los personajes. Personajes muy originales, muy bien construidos que podemos identificar con colegas del barrio, de cualquier barrio. Me ha gustado en particular el pasaje en el que Marcos y Marina visitan una feria de nuevas tendencias, en la que las rastas y los tatuajes eran una moda en alza, como reaccionan ante todo este “postureo”, reflexionan dónde está lo bello y donde no esta y he de decir que la reflexión sobre lo que significa un tatuaje para quien lo lleva, definitivamente me ha conquistado.
Particularmente leyendo el libro, he ido buscando en internet las referencias musicales y artísticas que aparecen, son muy buenas y me han ilustrado muy bien la historia. Me parece un acierto que aparezcan frases de canciones, no solo por conocerlas sino porque además son reflexiones que te hacen pensar.
Es una alegría que el crowdfunding consiga que obras como esas lleguen a nuestras manos, muy agradecida a Conchi Moya y a todos sus mecenas por los buenos ratos que me ha dado la novela y espero que haya una próxima muy pronto.
* Ruth Soria es documentalista e informadora juvenil (Rutilare Creatividad)
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