Sabor a derrota con Euskadi, pero humanamente satisfecho
Aitor Bilbao
Dos años después me llega otra vez la llamada, una nueva oportunidad para ganar la Copa de Regiones UEFA con la selección de Euskadi. Tal y como se consiguió en 2005. Somos futbolistas amateur de Tercera División vasca, y después de un periodo de prueba y 30 jugadores disputándonos las 18 plazas para poder participar la fase previa, acabo siendo uno de los seleccionados.
La eliminatoria se disputa en Málaga a modo de triangular entre Canarias y Andalucía, comunidad que juega en su feudo. El equipo euskaldun viajamos el pasado viernes temprano y nos hospedamos en un hotel lujoso de Benalmadena, inmueble en el que hay más habitaciones vacías que ocupadas. El ambiente es relajado: quizás lo que se busca en un viaje a estas alturas de año.
El primer día nos sirve para romper el hielo entre compañeros y staff técnico, ya que muchos de nosotros a pesar de enfrentarnos muchas veces sobre el terreno de juego, no hemos cruzado palabra alguna. Después de una comida rápida, la necesaria siesta y un intenso entrenamiento en el que al día siguiente sería nuestro campo de batalla.
Llega la charla del míster en uno de los salones del hotel. Positiva y buscando reforzar el grupo. Cena y cama.
Sábado. 12.00 horas. Llega el momento de dar la cara. Protagonizamos un partido bastante feo, pero después de colocarnos por debajo en el marcador en dos ocasiones, conseguimos encauzar un empate que es clave para que el partido del día siguiente fuera vital.
Esa jornada la vivimos con el mismo planing del día anterior. Eso sí, en vez de entrenar, metemos una sesión de crioterapia en la piscina del hotel, donde todos los huéspedes nos miran pasmados. A pesar del sol y un temperatura de 20º, el agua está congelada y nadie se atreve con ella.
Domingo. 12:00 horas. Llega el momento de no fallar, pero erramos. Andalucía es un buen equipo, con calidad y agresividad y, nosotros no conseguimos dar lo mejor de cada uno de nosotros. Nos cuesta adaptarnos a un césped botón y no conseguimos estar a gusto, durante el partido. El marcador refleja un 3-1 para Andalucia y lo vivimos con un agrio sabor de boca.
Se acaba esta aventura, pequeña pero intensa. No conseguimos nuestro objetivo y personalmente no conseguí disfrutar del fútbol. Ya solo quedaba seguir disfrutando del grupo de amigos hecho, porque la vuelta va a ser larga. El retorno a casa siempre es duro y más cuando has fallado y sientes el sabor de la derrota, pero el fútbol siempre suele dar la oportunidad de que ese gusto se transforme en placer el siguiente fin de semana.
Quiero cerrar esta crónica agradeciendo al entrenador y staff que confió en mí y me dio la oportunidad de calzar la tricolor, un verdadero placer. De este viaje salgo vacío por no haber disfrutado futbolísticamente, pero humanamente muy lleno por haber conocido a un grupo de personas del que obtengo muchos amigos.