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7. DE BAKIO A PLENTZIA CON EL ALPINO TABIRA · Caminos de pasado y sobre arena

JAVI RAYA

BIZKAIKO BIRA

ETAPA 7

DE BAKIO A PLENTZIA CON EL CLUB ALPINO TABIRA

“CAMINOS DE EUCALIPTUS, CAMINOS COLGADOS DE ACANTILADOS, CAMINOS DE UN PASADO Y CAMINOS SOBRE LA ARENA”

Comenzamos el año nuevo de la mejor manera posible, acercándonos a nuestras queridas montañas. Continuamos con la Bizkaiko Bira organizada por el club de montaña Alpino Tabira de Durango. El domingo 19-01-25 nos juntamos montañeros y montañeras en Bakio con el objetivo de finalizar en Plentzia.

Comenzamos en la bonita playa de Bakio, con rocas diseminadas por la arena y el mar, que nos llevan al Islote de San Juan de Gaztelugatxe, que se quiere despedir de este grupo mendizale.

La subida desde Bakio es exigente, y nos encontramos con unas palas que nos hacen entrar en calor, y nos encontramos rodeados de pinares y de eucaliptus, que parecen que luchan entre sí. Paramos para coger aire y mirar hacia atrás sobre nuestros pasos, que nos muestran el Islote de Juan de Gaztelegatxe y la Isla de Akatz, que siguen esperando el batir continuo de las olas.  

 

Las vistas de Bakio y la despedida del Islote de San Juan de Gaztelugatxe y de la Isla de Akatz.

Seguimos con la subida porque nuestra intención es alcanzar las cimas de Bakio y recorrer el pequeño cordal que une las cimas de Jata Txiki (554) y Jata (598), que nos ofrecen unas vistas de la playa y de las corrientes marinas, que hoy juegan con el mar dando una sensación de terciopelo azul en movimiento.

El buzón de la cima de Jata (594) quiere acompañar las vistas de Bakio y tocar el mar.

Salimos del cordal, que nos ha llevado a hoyar las cimas y volvemos a la GR-123 para buscar senderos, que nos ofrecen como compañeros de viaje, ahora grandes pinos, ahora eucaliptus inconfundibles por sus olores. El sendero es amable de andar, pero la cercanía de la cima centenaria y humilde de Urizarmendi (298), lo notamos en nuestras piernas con una pala embarrada, que nos pide un sacrificio y nos da una recompensa al llegar y regalarnos unas vistas del barrio de Armintza y de la costa vizcaína, que se acerca a la muga con Cantabria y sus montes.

Vistas desde la cima de Urizarmendi (298), donde vemos la salida al mar de la ría Nervión y donde vemos la cercanía de los montes de Cantabria.

Bajamos hacia Armintza con pinares cantábricos, que cubren las lomas y los montes, como si quisieran engullirlos, como si quisieran quitar la luz de sus cimas. Y pronto llegamos a este pequeño barrio de Lemoiz, que esconde un puerto y un rompeolas muy cuidado y un paso a la mar, que esconde la sencillez de una playa de rocas y de piedras y arena oscura, donde las rocas extienden sus brazos buscando la mar, donde los pinares cantábricos quieren alargar sus ramas y tocar la mar, y donde las piedras desprendidas de las rocas, quieren extender una alfombra empedrada para acercar la tierra a la mar.

Una escultura de Ibarrola acompaña a los barcos en el puerto pesquero de Armintza.

Un paso que da a la mar esconde la sencillez de una playa de rocas y de piedras y de arena oscura.

Salimos de Armintza y comenzamos con la comodidad de la GR123 y sus pistas forestales, pero nuestra intención es buscar los senderos de eucaliptus, que nos ayuden a perdernos, y que se junten en nuestro caminar. Pronto dejamos la GR123 y ya estamos perdidos buscando una línea imaginaria para continuar por la costa, y construir caminos con nuestro caminar y descubrir senderos que nos enseñen los acantilados de este tramo del litoral vizcaíno, senderos para escuchar el romper de las olas, senderos para tocar la mar, senderos para acercarse a las nubes, senderos que quieren abandonar la comodidad de la tierra firme. Queremos acercar la tierra más a la mar, queremos acercar el cielo más a la tierra. Hemos llegado a Kauku Punta, y miramos hacia atrás buscando el litoral recorrido, que nos acompaña con los pinos que llegan al cielo, con las hojas de los pinos que anhelan seguir el viaje migratorio de las nubes, con las mareas del mar que mantienen una lucha constante con la firmeza de la tierra.

La figura del pino cantábrico anhela quitarse de sus cadenas, quitarse de sus raíces.

Estos senderos imaginados nos llevan de forma irremediable a buzones colgados de los acantilados como la cima de Lularri (184), que no tiene nada que envidiar a ninguna cima, con una piedra que sobresale al vacío, que te hace flotar, y cuando la adrenalina corre por tu torrente sanguíneo y tu corazón descansa tranquilo, te invade una sensación de libertad.

Lularri (184) nos regala un acantilado con una caída de 200 mts y unas vistas de nuestra siguiente cima, Etzandarri (209).

Mantenemos nuestra andadura imaginando senderos, tocando las ramas y las raíces de pinos por doquier, para pasar a una zona más abierta donde nos vuelven a acompañar los eucaliptus, que cubren con sus hojas y sus cortezas los pequeños senderos. Nos encontramos con una pequeña campa, en forma de balconada, y ya hemos llegado a la cima del Etzandarri (209), y ya tenemos la compañía del dragón dormido de la Isla de Villano.

 

Maite cerca del dragón dormido de la Isla de Villano, cerca del Faro de Gorliz  y más cerca de la muga con Cantabria.

Volvemos a la GR123 y recorremos un camino bien marcado y muy estropeado con una pequeña pendiente y localizamos un pequeño encinar que nos hace más fácil nuestro caminar y que nos anuncia la cercanía de la cima centenaria del monte Ermua (292).

Los rayos solares jugando con las ramas de las encinas.

Un pequeño Faro de Gorliz hace de buzón de la cima del Ermua (292).

Bajamos en dirección hacia el Faro de Gorliz, construido por encima de unos acantilados, que esconden galerías y cañones, y nidos de ametralladoras, que esconden una batería de costa de la Guerra Civil.

Pasamos por caminos de un pasado que debemos guardar en nuestras memorias.

Salimos del faro y subimos una pequeña loma, y por momentos cerramos los ojos, y notamos la brisa del mar, que nos acerca la arena fina de la playa y los olores del salitre, y por momentos notamos el frescor de la hierba;  y es que ya nos estamos acercando a la Bahía de Plentzia.

El sol del atardecer calentando los montes de Cantabria y de Bizkaia y acercando los montes a la Bahía de Plentzia.

Seguimos bajando y pasamos por las ruinas del fortín de Askorriaga y las dunas petrificadas de la cima humilde del Astondo (128), para finalmente llegar a la playa de Gorliz con sus dunas y su paseo marítimo, y sus pinares cantábricos que nos dan sombra y que nos envuelven con sus olores.

La playa de Gorliz y Plentzia de arena fina acompañada con sus dunas y el sol del atardecer y una brisa que viene del mar.Ya solamente nos queda recorrer la Bahía de Plentzia, que une la Playa de Gorliz con la Playa de Plentzia y que con su forma de concha nos da la bienvenida; y ya solamente nos queda adentrarnos en la ría de Plentzia para finalizar nuestra caminar.

 

La jornada montañera termina en la mar, en la ría de Plentzia, muy cerca de su puerto deportivo.Hemos finalizado la etapa 7 en Plentzia… y ahora rodeados de pinares y de una arena fina de playa y de un mar que se abre camino en la Bahía de Plentzia y que se abre camino tierra adentro recorriendo su ría, nos toca imaginarnos la siguiente etapa que finaliza en el arenal de Areeta… y es que nosotros somos caminantes, que buscamos sorprendernos con los pliegues del Flysch de Barrika;  que buscamos recorrer los arenales de Sopela; que buscamos el perfil de este tramo de costa moldeado por un pasado de bonanza y moldeado por un pasado industrial; que buscamos las orillas de la ría Nervión (Ibaizabal) construidas por el sudor de sus gentes; que buscamos acercarnos a la gran urbe, y encontrar senderos y caminos en las calles de la gran ciudad.

 

 

 

 

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