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BIZKAIKO BIRA. DE BUSTURIA A BAKIO CON EL ALPINO. Caminos con leyendas, creencias e historia

JAVI RAYA

Continuamos con la Bizkaiko Bira organizada por el club de montaña Alpino Tabira de Durango. Y comenzamos el mes de diciembre con buen pie, visitando una zona rica de yacimientos arqueológicos con monumentos funerarios, con ermitas relevantes y creencias de profundo arraigo y con leyendas de dragones que se pierden en la memoria. En esta etapa salimos del barrio de Axpe (Busturia) y terminamos en Bakio.

El año 2024 finalizaba, pero el proyecto de la Bizkaiko Bira continúa con fuerza y con un grupo tenaz y constante.

Y salimos de Busturia, y llegamos a Sukarrieta con los primeros rayos solares desperezando a las txalupas de su embarcadero libre acompañados de boyas de mar; con la Isla de Txatxarramendi que se está despertando, y que está unida a tierra no solamente por el puente, sino por los recuerdos de las tardes de playa de mi infancia; con San Pedro de Atxarre, que es atalaya y que es vigía del inicio de nuestro andar.

Las primeras luces sobre el embarcadero de Sukarrieta acompañan en los primeros pasos del grupo.

Comenzamos a subir y vamos dejando atrás los pinares, nos rodeamos de eucaliptus y pronto nos encontramos con la primera sorpresa, el Dolmen de Pakotene, y el yacimiento arqueológico de Katillotxu, situado en la cima de Katillotxu (336 metros); y es que nos encontramos en una zona de yacimientos arqueológicos, de monumentos funerarios, que datan de hace unos 5.400 años, de cuando la sociedad cazadora-recolectora se hizo sedentaria creando las primeras poblaciones de nuestros antepasados.

En nuestro camino nos encontramos con una zona rica en yacimientos arqueológicos; dolmen de Pakotene.

Demiku Baserria nos da la entrada al viejo Bermeo; una población con historia; una ensenada natural amurallada resguardada de la furia del mar; una población con gran tradición pesquera, donde se huele a pescado desde sus lonjas; donde sus barcos descansan para hacerse a la mar; donde sus embarcaderos son puertos deportivos; donde las casitas pequeñas de pescadores son barrios con casas, que apiñadas suben de forma vertiginosa monte arriba, luchando por encontrar espacio junto al mar; donde encontramos una bola terráquea suspendida en el puerto, que es escultura en memoria de los marineros bermeanos, que se enrolaron en la aventura marinera de la primera vuelta al mundo con Juan Sebastián Elcano. El Cabo Ogoño nos vigila desde su atalaya, la salida de esta población con alma marinera en sus calles y en sus gentes.

Y el viejo Bermeo nos viene a buscar, y su puerto nos da la bienvenida.

En Bermeo, las casitas de pescadores monte arriba y el puerto deportivo mar adentro.

La escultura de la bola terraquéa suspendida en el puerto de Bermeo.

Es curioso, en el recorrido de este tramo de la costa vizcaina, nos hemos encontrado con islas unidas a tierra firme como la Isla de Txatxarramendi, y con islas como la Isla de Izaro unida y separada de la tierra por las poblaciones de Bermeo y Elantxobe, que luchan por su cercanía.

Un fuerte olor a eucaliptus nos acompaña, y la subida a la cima del Burgoa (451), nos despierta nuestro ánimo mendizale, al encontrarnos con una pala exigente pero a la vez satisfactoria. En la cima nos rodean los pinares, y un buzón con vistas a Bermeo y con unas palabras muy sentidas que arrastran a una trainera y que arrastran a los arrantzales, para que remen con fuerza en la mar en la vuelta a casa.

Desde la cima del Burgoa (451), Bermeo a la vista, y un buzón que arrastra a una trainera y arrastra a sus arrantzales, y unas palabras que se las lleva el viento hacia la mar.

Y ya bajamos, y ya vemos a la población de Bakio, que descansa a la sombra de la cima de Jata (598). Y ya bajamos y ya vemos al Islote de San Juan de Gaztelugatxe, que acompañada de la Isla de Akatza, flotan en el mar, separadas de tierra firme; de cuando el dragón dormido de la Isla de Villano junto a los demás dragones volaban libremente por nuestro cielo y por nuestra costa; de cuando los dragones eran dueños de las islas y de los islotes porque eran sus residencias; de cuando los dragones eran libres incluso de las altas casas, como la de Targaryen; de cuando la familia Targaryen y los dragones tuvieron una lucha de rocas y de mar, por la supremacía de esta tierra, de estas islas y de este mar, salpicando de rocas y espuma el escenario de la batalla; de cuando la figura de Daenerys Targaryen, Khaleesi, con los tres huevos de sus tres dragones, iniciaran una nueva era en las leyendas de estas tierras, que se pierden en la memoria de las gentes.

 

El islote de San Juan de Gaztelugatxe y la isla de Akatza que le acompaña, flotan en la mar, separados de tierra firme.

Comenzamos los caminos de leyendas con un puente de piedra sin fin sobre la mar, que nos lleva a la fortaleza de los dragones y de casa Targaryen.

Y continuamos andando por los caminos con leyendas, y abrimos bien nuestros ojos y nuestra imaginación, porque queremos ver la fortaleza de Rocadragón.

Y ya bajamos y ya vemos al Islote de San Juan de Gaztelugatxe unido a tierra firme, no sólo por las escalinatas, sino por el fervor de las gentes; unido a tierra firme por las creencias de las gentes a su ermita alejada de San Juan; unida a tierra firme por las rogatorias para sus arrantzales que se hacían a la mar. Y ya bajamos y ya vemos, la llamada de la campana a sus creyentes y a sus fieles que se acercan a la ermita a través de las escalinatas, y a sus devotos y a sus penitentes que se acercan a la ermita a través de los caminos sobre una mar embravecida.

Y ya escuchamos la llamada de la campana de la ermita de San Juan de Gaztelugatxe a sus devotos y a sus penitentes, que se acercan a través de los caminos sobre una mar embravecida.

La Ermita de San Juan de Gaztelugatxe alejada y en el alto del islote, pero siempre acompañada.

Y ya bajamos y ya estamos en la población de Bakio, donde terminan nuestros pasos, donde termina nuestro caminar.

Y bajamos y ya estamos en Bakio con su pequeño acantilado y las rocas diseminadas por su arenal y la mar.

Hemos finalizado la etapa 6 en Bakio… y ahora rodeados de un pequeño acantilado con rocas diseminadas por el arenal y por el mar, nos toca imaginarnos la siguiente etapa que finaliza en Plentzia… y es que nosotros somos caminantes, que buscamos caminos de encinares que nos lleven a la cima de Jata (598), caminos de eucaliptus que nos reconforte en nuestro andar, caminos sobre las dunas acompañados de sus pequeñas calas, caminos que flotan junto al mar, buzones colgados de acantilados de vértigo, caminos que nos llevan al Faro de Gorliz y que nos llevan a las brechas de la Guerra Cívil, caminos vigilados por el dragón dormido de la Isla de Villano.

Ayúdanos a crecer en cultura difundiendo esta idea.

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