Igandea,
2024ko Abenduak22

MugaKultura

loader-image
Durango
5:10 am,
temperature icon 9°C
Humidity 84 %
Ráfagas de viento: 5 Km/h

‘Los Quintano, una familia ‘alavesa’ de La Bureba: entre sal y vino’, por el historiador elorriarra Igor Basterretxea Kerexeta

IGOR BASTERRETXEA KEREXETA

 

· Artículo basado en las notas y fotos utilizadas en la conferencia del mismo título, ofrecida por el historiador de Elorrio el día 28 de agosto de 2024 en Busto de Bureba (Burgos)

 

1.- Origen novelesco del apellido y servicio igual a ascenso

Para empezar, debemos destacar que el apellido Quintano va unido a un origen un tanto caballeresco. Al parecer, una rama de los Medinilla adoptó el nombre Quintano, de quintado, “porque habiéndose quintado los hijosdalgo -de cada cinco, uno- para cierta guerra, tocó la (mala) suerte a cuatro hermanos muy jóvenes de la familia Medinilla” que, además, acompañaron a su padre. Tras grandes hazañas, al regresar, tomaron por armas el quintal -su escudo representa un león rampante con cinco pesas-, como representación del pesar y el dolor de su madre en la despedida.

Todo empieza en Las Merindades, más concretamente en la aldea de Quintanamacé, donde sabemos que los Quintano, ya para el siglo XV, tenían su casa solar. De allí el apellido se extiende a Medina de Pomar, villa del señorío de los Velasco -duques de Frías y condestables de Castilla- e importante centro comercial hacia la costa cantábrica -principalmente Bilbao- en el que existía una aljama. Por lo que no descartamos la posibilidad de que tuvieran ascendencia judía o, al menos, buenos contactos con éstos. Para mediados del siglo XV también poseían una casa fuerte, con su torre y parroquia, llamada de Roque Amador, en Quintana de los Prados, y heredades en términos cercanos. Propiedades, todas ellas, vinculadas a un tal Pedro Martínez Quintano. Lo que nos indica un rápido ascenso social, de comerciantes a baja-intermedia nobleza, cuya causa se encuentra, sin duda, en el servicio de los Quintano a los duques-condestables.

Escudo de Manuel Quintano y Bonifaz, arzobispo de Farsalia, en la fachada de la iglesia de Salas de Bureba. Y escudo de los Quintano en su palacio de Salas de Bureba.

Posteriormente, será Diego Martínez Quintano, excluido de los bienes de su bisabuelo por segundón, quien, a comienzos del siglo XVI, se establece vía matrimonio en Salas de Bureba. Y poco más tarde, con Diego Quintano, el viejo, hacendado de Hermosilla, los tenemos también en Poza de la Sal, en este caso al servicio de los marqueses de Poza, los Rojas. En ello será fundamental su matrimonio, hacia 1550, con doña Beatriz del Castillo y Soto. Diego, en el contrato, recibe casi medio millón de maravedís a cambio de doscientos ducados.

Así llegamos a Diego Quintano, el mozo (Salas, 1552 – Salas, 1615), quien, como parte de esa nobleza intermedia y trabajando para Francisco de Rojas -tercer marqués de Poza y consejero de Estado-, se forjará a caballo entre Madrid -la Corte-, Salas y Poza. Gracias a su vinculación con la familia materna, los Soto, tomará posesión de unas granjas de sal en Poza y será corregidor de la villa, al menos que sepamos, en dos ocasiones. El mozo se casa dos veces, primero con Casilda de Huidobro, de quien enviuda en 1593, y luego con Inés Oñez de Vergara, matrimonio este que le convertirá en cuñado del mismísimo secretario de los marqueses de Poza.

Como vemos, y seguiremos viendo a lo largo de todo el artículo, los Quintano tienen muy clara la filosofía de que el patrimonio y el matrimonio van de la mano.

Palacio de los Quintano en Salas de Bureba.

Su hijo, Diego Quintano Huidobro (Salas, 1581 – Labastida, 1665), toma como segundo apellido Del Castillo, el de su abuela paterna; importante tenerlo en cuenta para no confundirlo con su padre. Él es “el responsable” del salto a la villa alavesa de Labastida y del contacto posterior, siempre muy continuado -casi generación tras generación-, entre estos dos territorios; si bien, él no se afinca en ella de manera constante. Llegará a ocupar el cargo de secretario del duque de Sessa y Baena, consorte de la cuarta marquesa de Poza, es decir, el que había sido el puesto de su “tiastro”; el de corregidor de Poza de la Sal en tres ocasiones -1646, 1649 y 1651-, y el de alcaide del castillo de Poza en 1655. Diego, el secretario, contrae matrimonio con Beatriz de Sotila y Soto, hija de otro corregidor, el de Montealegre y Meneses (Valladolid), aunque también avecindado en Labastida y con familia en Peñacerrada. El segundo apellido de la novia -Soto-, el mismo que el segundo de la abuela paterna de Diego, nos indica otra vez  la unión de “la familia”. Una vez viudo, en 1639, a sus 58 años casará nuevamente con una moza de Samaniego, de nombre María Martínez. Algo que sus hijo/as, lógico teniendo en cuenta que podría convertirse en padre de nuevo, no verán con muy buenos ojos.

2.- Ya en Labastida, sin perder contacto con Salas y Poza

Pero, ¿por qué se acercan a Labastida?, ¿qué había en esta villa alavesa? Dinero. Labastida se había convertido, en poco tiempo -para finales del XV-, en un centro de abastecimiento vinícola importantísimo para Vitoria y la Llanada, primero, y también para las provincias costeras -Bizkaia y Gipuzkoa-, después. E, igualmente, era un  centro comercial y financiero de vino de primer orden. Para ello, fue necesario un conjunto de familias -los Quintano entre ellas- y gentes emprendedoras e inversoras que sacaban rédito no sólo de la venta de vino, sino también de la compra de censos a diferentes conventos, monasterios e incluso al Cabildo de Calahorra, el cual tenía una casa diezmal en la villa. Pero, que también compraban viñas y viñas sin parar, y cuando no eran suficientes las que se encontraban dentro del término de Labastida, recurrían, sin miramientos, a comprarlas en núcleos próximos, como San Vicente y Briñas, o incluso, en algunos casos, en Haro.

Palacio Ramírez Mauleón -luego de la familia Quintano y hoy desaparecido- en la calle Costanilla del Hospital en Labastida. Y casona Quintano -señalada en azul- en la calle Frontín de Labastida.

Con Joseph Quintano y Sotila (Labastida, 1634 – Labastida, 1685), hijo del secretario, los Quintano ya están asentados en Labastida. Joseph casa, en 1668, con Tomasa Gerónima Ordoño Beltrán y Salazar, natural de Roa (Burgos), a quien conoce sirviendo, cómo no, a los duques de Feria en Poza, más concretamente siendo el criado de dos de sus hijos menores. Anteriormente, había comenzado la carrera eclesiástica en Labastida, alcanzando un medio beneficio en la parroquial. Y, por los servicios prestados, consigue el hábito de Caballero de Alcántara. A su vuelta a Labastida será un gran propietario o terrateniente de viñas y, en consecuencia, importante cosechero o productor de vino. En 1668, año de su boda, lo encontramos ocupando el cargo de regidor por el estado noble en el Ayuntamiento; un año más tarde, en 1669, el de superintendente del monasterio de Ntra. Sra. de los Ángeles del Toloño, y, en 1674, comprando con su mujer la capilla de San Francisco en el monasterio franciscano -sito a las afueras de la villa- de San Andrés de Muga. Seguramente, los Quintano de La Bureba tendrían también su capilla en el monasterio franciscano de San Bernardino, ubicado en tierras de Poza de la Sal.

Los Quintano, como seguimos viendo, no pierden en ningún momento el contacto con La Bureba, los matrimonios de los Quintano bastidenses serán constantes con familiares -primas o sobrinas- de Salas y Poza. El interés es mutuo. En este sentido, es muy curioso el caso de María Magdalena Quintano Sotila, hermana de Joseph, que casará con Pedro de Albiz y Albiz, aunque éste se hace llamar Albiz Paternina, pues toma el segundo apellido materno. Los Albiz, vizcaínos originarios de Mendata (Busturialdea), eran, por entonces, la segunda familia cosechera más importante de Labastida, después de los Quintano. Pues bien, en este matrimonio se produce un desencuentro en el negocio de los parentescos, ya que Albiz, a la hora de casar a su hijo mayor, de nombre Gonzalo, prefiere buscar la novia en la ruta de los arrieros o del comercio del vino, mientras María Magdalena, como buena Quintano, desea recurrir a la tradicional vía Salas. Al final, Gonzalo, casa -en 1658-, acorde al deseo de su padre, con Ana Inés Hurtado de Mendoza -de Manurga (Zigoitia)-; pero, muere tan sólo dos años después, en 1660. Si a ello, añadimos que, en 1662, fallece también Pedro de Albiz, el padre, nos encontramos que, a partir de entonces, María Magdalena queda dueña y señora de todo. Así las cosas, María Magdalena no dudará en hacer la vida imposible a su nuera, favoreciendo siempre a su hijo menor, Lupercio, su favorito, a quien, por supuesto, casará con una mujer natural de Poza, Ana María Gutiérrez.

Casona Albiz Quintano -señalada en azul- en la calle Frontín de Labastida. Y su escudo, con tres cuarteles: 1. Albiz, 2. Albiz y 3. Quintano.

Sin embargo, los Albiz, como consecuencia de esta unión, a partir de ahora comenzarán también una relación estrecha y directa con La Bureba; además de que, como era de esperar, la alianza entre los Quintano y los Albiz en Labastida continuará durante mucho tiempo. De hecho, la coalición de estas dos importantísimas familias de cosecheros en Labastida, con contactos en Poza y Salas, quedará más que patente cuando los Quintano elaboren vino al método Burdeos por primera vez en el Estado a finales del XVIII. Luego lo veremos.

En la siguiente generación, Joseph Francisco Quintano Ordoño (Labastida, 1674 -Labastida, 1740), casará en 1695 con Lorenza Ramírez de la Piscina, otro apellido que nos deriva al negocio del vino. La unión hace la fuerza. Los Quintano no dan puntada sin hilo: alternan matrimonios interesados en la villa de Labastida con matrimonios de interés en La Bureba. De Joseph Francisco sabemos que para 1713, según el repartimiento de alcabalas de ese año, es el principal productor de vino de Labastida, exactamente posee en su bodega 2.977 cántaras de vino. El tercero es un Albiz, Pedro Gregorio, con 2.126 cántaras. En esta ocasión, en la segunda posición, por poco, se ha colado un Ceballos, Francisco, con 2.290 cántaras. Joseph Francisco, también es un hábil prestamista, de hecho, presta dinero al Ayuntamiento, del que, ¡vaya!, será teniente de alcalde en 1705, 1707, 1712 y 1714, además de regidor en 1715 y 1720. No hace falta decir que siempre por el estado noble. Sin duda, el ocupar cargos secundarios y que te deba dinero el principal órgano municipal, debía ser una buena manera de controlar la alcaldía desde la sombra.

 

Escudo con tres cuarteles: 1. Albiz, 2. Quintano y 3. Gutiérrez, en el palacio de La Plaza de Labastida. Y el palacio Quintano en la calle Varajuela de Labastida.

3.- El “método Burdeos”

Y, así, llegamos a Diego Joseph Quintano Ramírez de la Piscina (Labastida, 1696 – Labastida, 1761), que desposará, cómo no, con una prima de Salas, Vicenta de Quintano y Santa María, huérfana de padre y sobrina directa de Manuel Quintano y Bonifaz -nombre con el que debemos quedarnos-. Las relaciones de parentesco y el negocio siguen de la mano. Asentados en Labastida como la principal familia de cosecheros o productores de vino, no pierden el contacto en ningún momento con La Bureba, donde se encuentra la otra rama familiar. La política matrimonial como el mejor ejemplo de conveniencia económica y ascenso social es constante. Por no hablar de los testamentos y las dotes de unos y otros, en los que se acuerdan de diferentes sobrinas y sobrinos para encaminarlos lo mejor posible. Diego muere, repentinamente, en 1761 y Vicenta se hace cargo de la hacienda familiar y de lo/as hijo/as menores.

Mencionado esto, me gustaría destacar que, aquellas mujeres, aunque hoy aún a algunos les parezca extraño, eran sobradamente capaces de ello. Eran conscientes de que sus maridos cosecheros, normalmente, fallecían antes que ellas y, en consecuencia, estaban preparadas y educadas para hacerse cargo no sólo de lo/as hijo/as menores, sino también de las haciendas -los negocios- sin ningún problema. María Magdalena Quintano, antes mencionada, la propia Vicenta Quintano, o Ramona Norberta de Albiz, a la que enseguida veremos, son sólo algunos ejemplos de ello en Labastida.

Por último, alcanzamos ese histórico momento en el que el hijo mediano de Diego Joseph, un clérigo ilustrado, de nombre Manuel Quintano y Quintano, viaja a finales del siglo XVIII a Burdeos (Francia) -concretamente dos veces, en 1785 y 1786- y realiza una auténtica labor de “espionaje” trayendo aquel método a Labastida. La idea era conocer cómo hacían en Francia para que el vino durase más y así poder, desde España, hacerlo llegar en buenas condiciones a América.

Retrato de Diego Quintano y Quintano, el militar. Y portada del pleito mantenido entre Manuel Quintano y Quintano y la villa de Labastida.

Sin embargo, Manuel no está solo en esta aventura, otras personas están junto a él o detrás de él configurando una auténtica sociedad de familias “familiar”, valga la redundancia. Así, sus dos hermanos: Diego, el militar, y José, el más joven, que tras una carrera eclesiástica frustrada enlaza con los Amurrio Salvatierra. Su cuñado: Andrés de Tosantos -casado con Lorenza-, abogado de los Reales Consejos y caballero de la orden de Carlos III (apuntar que los Tosantos en origen eran también burgaleses, del pueblo homónimo cercano a Belorado). Y los Albiz, en este momento con Ramona Norberta a la cabeza, nacida en Poza, quien, junto a su marido bilbaíno José Rafael Vitoria de Lezea, manda construir la primera gran bodega del Reino expresamente para elaborar vino por el método Burdeos. Sin olvidar al familiar más poderoso en este tiempo en la familia, natural de Briviesca y con padre de Salas, Manuel Quintano Bonifaz, tío abuelo de los tres hermanos, quien como Inquisidor General, arzobispo de Farsalia y hasta confesor Real, tendrá una gran influencia en la familia, en general, y en su sobrino homónimo, de manera más concreta.

Labastida fue el primer lugar del Reino en el que se elaboró un vino moderno y de calidad siguiendo el método francés y ello gracias a la familia Quintano, originaria y siempre en contacto con La Bureba. Lamentablemente, a pesar de todos los esfuerzos, para 1806 la aventura llega a su fin, el pleito entre los Quintano y la villa de Labastida -Ayuntamiento- se resuelve a favor de esta última. La sociedad emprendedora, como ocurre a menudo, encontrará en frente a sus propios vecinos -principalmente a los cosecheros medianos y pequeños, pero también a otros más importantes que tampoco están por la labor de invertir en un proceso de elaboración más caro-. Si a esto, luego, añadimos la ocupación francesa y las guerras napoleónicas, está todo dicho.

 

Anexo: Árbol genealógico de la familia Quintano

 

 

Ayúdanos a crecer en cultura difundiendo esta idea.

Bilatu