NATALICIO DE GLORIA ZUBIA · «El PNV decidimos el 18 de julio de 1936 apoyar a la II República en nuestra casa de Durango»
IBAN GORRITI
La postura de los partidos políticos acerca de si son republicanos o monárquicos es materia de debate estos días en la sociedad. Todo ello, al mismo tiempo que los derechos humanos ven peligrar sus bonanzas con el incremento de votos de origen neofranquista. En 1936, el PNV también se vio en la tesitura histórica de tener que posicionarse a favor de la democracia o de la latente dictadura en apenas unas horas, tras el golpe de Estado protagonizado por militares españoles sublevados contra la Segunda República. La decisión se tomó en Durango. En esa misma villa nació tal día como hoy, el 11 de diciembre de 1906, la patriota Gloria Zubia.
El PNV decidió situarse al lado de los garantes de la democracia, la legítima República, ante la inminente guerra. El último superviviente del Bizkai Buru Batzar de 1936 fue Luis Arregi Garaigordobil (Irun, 1906), quien residió en Durango, villa en la que él evocaba que se fraguó la histórica decisión. «Se decidió apoyar a la República en nuestra casa», trasmitió el propio Arregi al periodista Iñigo Camino en la publicación Alderdi. El padre de Arregi era de Bernagoitia (Amorebieta).
Arregi -marido de la miembro histórica de Emakume Abertzale Batza (EAB) Gloria Zubia– corroboró que aquel 18 de julio de 1936 recibió la visita en su hogar de Durango de otros tres miembros del BBB del PNV como fueron Juan de Ajuriaguerra, Carlos Solano y «otro que no recuerdo», aportó. «Creíamos que no había sido nada, tan solo un fuerte amago que se paralizaría pronto. Desde nuestra casa dimos las órdenes. No hubo ninguna duda en apoyar a la República», evocaba. Proseguía: «Después en Sabin-Etxia se efectuaron varias consultas con dirigentes del partido y elementos religiosos. Tan sólo el jesuita, padre Goenetxea, propuso aceptar las armas republicanas y luego unirse a la sublevación. Ajuriaguerra le escuchó pero no le respondió nada. Por nuestra parte no había dudas y en la reunión del EBB en Zumarraga estuvimos también de acuerdo».
Arregi fue parte del BBB del PNV durante la guerra. El durangués afirmaba que la fórmula del juramento del lehendakari José Antonio Aguirre cuando se constituyó el Gobierno vasco en Gernika no fue obra de Juan de Ajuriaguerra. A su juicio, la redactó el exdiputado Manu de Egileor, «hombre de gran sensibilidad para este tipo de redacciones especiales», mantenía.
Con Eliodoro de la Torre en Laredo
Más adelante, Luis Arregi se trasladó a Santander junto a Eliodoro de la Torre para organizar la evacuación. El EBB se reunió en Laredo. «Entre dunas se hizo un sorteo con unos papelitos. A mí me tocó marcharme y salí junto a Arredondo a San Juan de Luz», evocaba. Luis Arregi declaró a Camino no conocer «bien» -calificó- el denominado Pacto de Santoña. «Ajuriaguerra vino en una motora a la playa de Ereaga y de allí fueron a Berango. Lo que pasó luego no lo conozco, pero yo creo que no se llegó a firmar nada, que quedó todo a nivel de conversaciones», quedó impreso en Alderdi.
El PNV considera que Arregi jugó un «papel fundamental» en la reconstrucción del partido jeltzale. En Anglet, desde Villa Endara, organizó la revista Euzko Enda, dirigida a los vascos desplazados en la diáspora americana.
El último superviviente del BBB del 36, quien manifestó que «siempre quise ser un nacionalista más», fue recluido en el campo de concentración de Gurs y se le reconoce como «una pieza clave en la salida del grupo de Pepe Mitxelena«, red vasca de resistencia. Arregi cruzó a Hegoalde en 1943, pero fue detenido en Irun y hecho prisionero. El franquismo le dispersó a prisiones de Palencia y Marruecos.
En 1948 llegó a Iruñea y de allí se trasladó a Bilbao. En ambas capitales trabajó en la clandestinidad manteniendo su contacto con Juan de Ajuriaguerra. «Siempre situado en una labor oscura, fue un muy eficaz buzón entre las fronteras para pasar delicadas informaciones», aportaba el periodista de Alderdi. Tanto Arregi como su esposa Gloria se mantuvieron fieles a su ideología en su nueva vida en la capital vizcaina, a través del batzoki de Abando.
Bombardeos de Durango
Luis Arregi fue secretario del batzoki de Durango, donde residió, como también lo fue su esposa. Ella había nacido en esa localidad vizcaina el 11 de diciembre de 1906. Según estudios de Ainhoa Arozamena Ayala, esta mujer quiso estudiar Filosofía y Letras pero se le hizo desistir por no admitirse la coeducación en su familia. Según narra Arozamena en la biografía publicada por Auñamendi Eusko Entziklopedia, militó en el carlismo familiar hasta entrada la dictadura de Primo de Rivera, una época en la que contactó por primera vez con el nacionalismo vasco a través de su marido.
Gloria se afilió a Emakume Abertzale Batza (EAB) de Durango trabajando en el terreno de la infancia, el teatro, la oratoria en mítines y el euskera. Fue profesora en la ikastola del batzoki de Tabira y directora del cuadro de pospoliñas del municipio. Cuando, en 1933, el PNV abrió la militancia a las mujeres, se afilió al partido formando parte del cuadro de oradoras. «Se distinguió por la pasión de sus alocuciones, en las que solía aludir al error en el que había vivido hasta su descubrimiento del nacionalismo», analiza Ainhoa Arozamena. Ese mismo año visitó Lourdes y Roma junto a la peregrinación de Juventud Vasca. Desde 1935, formó Parte de la Junta Municipal de Durango, con responsabilidades durante la guerra civil, hasta la retirada a Bilbao. Fue superviviente de los bombardeos de Durango del 31 de marzo y en los días posteriores de abril.
Zubia buscó el exilió en Lapurdi en 1937 y, al volver a su tierra en 1941, su marido Luis Arregi Garaigordobil fue internado en campos de trabajo y ella desterrada a Iruñea durante cinco años. A la caída de la red Álava -red de resistencia dirigida por el posteriormente fusilado Luis Álava Sautu-, sirvió de enlace con las cárceles. Murió un 19 de agosto en Alicante.
Las últimas investigaciones de Gerediaga Elkartea efectuadas durante tres años por el investigador durangarra Jimi Jiménez han concluido que no fueron 336 las víctimas de los bombardeos fascistas contra Durango, sino que se hayan confirmado nombre y apellidos de 213 muertos, dato que hay que ir corrigiendo en la memoria colectiva e informaciones.