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Gaztelu, el hijo de Durango que vuelve al Museo con su obra más envolvente

MUGA 10 AÑOS YA CONTIGO

Huele a pintura fresca. Se aprecian últimos brochazos que buscan la perfección en la nueva exposición del Museo de Arte e Historia que abrirá al público mañana de forma oficial a las 19.00 horas. La impronta es de (Xabi) Gaztelu, un artista con un bagaje de calidad a sus espaldas, que nació en Durango y la mitad de su vida la ha dado subiendo escalones en continua formación -casi enfermiza, se aprecia- y en pinacotecas como el Museo del Prado o en ciudades clave como Londres. Reside en Málaga y su obra llega a la villa en la que nació hace 40 redondos por segunda vez. Expuso obra en la diáspora de su nueva expresión actual.

De hecho, parece nieto o bisnieto de un Picasso que lanzaba aquel dogma de que todo pintor debe primero saber dibujar y después buscar su sello personal. Gaztelu sigue, constante, en ello. Su nueva muestra, titulada Playground, ansía transmitir todo lo aprendido, asimilado, y casi es un trabajo materializado para este museo. Sus obras expresan su mundo interior sobre las paredes de la sala de recepción de la pinacoteca y la segunda planta. Nada distrae. Ningún texto molesta sus trazos, lo de una persona que ha sido copista de los más históricos autores, de un grafitero en sus días, y todo ello boceta esta nueva exposición que, a quien no es seguidor de este arte, atrapa.

 

VOLUMEN Y DINAMISMO

En la planta baja, hay cuadros más solemnes que los de la segunda. Uno, gestado entre las mugas de Tàpies, Miró -incluso en perspectivas de Antonio López o Dalí- en blanco y negro, tiene un volumen y dinamismo que te mueve estando parado frente a él. Lo ves y te vienen imágenes, extractos de obras que parecen ya visualizadas con firmas conocidas, pero son del universo Gaztelu, quien tiene la carrera de restauración. En la segunda planta, se hace el color. Mandan el rojo y negro sobre blanco y brillan otros colores cuando llegan a ser planos cuadrados, como pantallas complementarias que proporcionan calma a cada uno de los gigantes cuadros que no…, no haría un niño o «yo mismo», como se suele argumentar de forma ignorante. En este caso, no. En esta muestra hay un hilo conductor que avecina una obra de la siguiente. No hay nada dejado a la improvisación.

Se atisba que Gaztelu vive en continuo huracán creativo las ’25’ horas del día. Tras compartir escasas impresiones con él, se agradecería que tras ver un cuadro, la persona presente pudiera escuchar a través de una audioguía un mensaje que él quisiera enviar sobre esa creación. Es decir, no interpretar el cuadro, sino palabras que puedan bosquejar su mundo expresivo. Con tan solo un QR podría ser algo curioso, complementario y de libre elección.

Esta muestra tiene como objeto que la ambición -en su acepción positiva- de Gaztelu tome vida, el tener un sello personal que lo distinga de los clásicos y de sus coetáneos. Su obra, aunque no se perciba, tiene tantas capas como un cuadro de Velázquez o Sorolla que tan bien conoce. No se parece a ellos, por supuesto, pero es un ejemplo de lo delicado de su trabajo. Y el movimiento, el mismo del oleaje, el de dragones volando, el de dios del viento soplando -como también ideó Boticelli para El nacimiento de Venus– , las manchas que realmente pueden ser peces de la cultura japonesa o en otro, diferente, los de los corales marítimos y sus pobladores, un ingenioso cresterío de montaña, murciélagos, el sueño de que uno de ellos acabara plasmado sobre azulejos de porcelana… Todos esos mundos caben en su disco duro humano.

Con todo, Playground no es pintura al azar –random, que diría hoy cualquier adolescente-, sino una propuesta en la que el autor sabe muy bien lo que quiere y cómo facturarlo hasta la perfección, como si para su mente cada una de sus obras no estuviera acabada nunca.

Autoridades políticas y del Museo han presentado a los medios hoy esta exposición de 30 cuadros que combinan óleo, spray, collage, tinta china, incluso, gasolina comisariada por el cineasta y escritor durangués José Julián Bakedano. «Esta es la obra de un joven de 40 años con vocación total por la pintura desde la infancia. Ha prescindido del objeto exterior para una obra del interior de su alma (…) Tiene mucha fuerza e interioridad», ha aportado Bakedano. La coordinadora del Museo ha valorizado que la trayectoria de Gaztelu ha evolucionado tras pasar por diferentes estilos y en esta ocasión «invita a mirar de cerca y de lejos, como una sinfonía de colores» que hacen que la exposición sea «envolvente».

La presidenta del organismo autónomo Paule Sánchez, por su parte, ha destacado que el autor ha buscado con su proceso creativo «reducir la pintura a su esencia y color», y ha agradecido su trabajo la concejala jeltzale porque «es un honor para el municipio contar con un artista de la talla de Xabi Gaztelu, cuya trayectoria no solo refleja su capacidad técnica y expresiva, sino también su compromiso con el arte contemporáneo. .  Al acto también han acudido los concejales Iker Txertudi (PNV) e Iker Urkiza (EH Bildu).

La exposición, que contará con un catálogo, permanecerá abierta hasta el 24 de noviembre. Mañana, miércoles, se llevará a cabo la inauguración social y el propio artista ofrecerá una visita guiada.

Urkiza, Sánchez, Bakedano, Gaztelu, Arrizabalaga y Txertudi.

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