¿Sabías que el zornotzarra Juan Bautista de Larrea sirvió al Rey Felipe IV como abogado del Real Fisco y oidor?
IGOR LEIBAR
Hoy vamos a ver quién era ese personaje de la izquierda de la foto y que lo tenemos en el monumento junto a la iglesia del barrio de Larrea de Amorebieta-Etxano. Es Juan Bautista de Larrea, de quien no hay muchas imágenes, pero creo haber encontrado una siguiendo la pista de los que retrataban en aquel entonces, y que no usaban un móvil, sino pinceles y óleos.
Juan Bautista se estima que nació en Argómaniz (Araba) el 1 de enero de 1589, y que era hijo de Pedro de Larrea y de Catalina de Tablares, de Madrid. Se unió en primer matrimonio con doña Catalina López de Gauna, y tuvieron a Clara de Larrea y López de Gauna, que se casó con Francisco de Larrea e Ibarra de Etxano, padres de Juan de Larrea y Larrea, quien aparece en el centro del monumento.
Hombre culto y buen jurista, desarrolló sus estudios de Derecho en la Universidad de Salamanca. Fue admitido en el colegio mayor de Cuenca de Salamanca. En 1614, con 25 años, se licenció y doctoró “in utroque iure”, es decir, en derecho civil y canónico. De Salamanca pasó, en 1621, a ser Oidor (Juez) de la Chancillería de Granada. Fruto de los trece años de actividad, escribió dos volúmenes de Decisiones Granatenses. En ellas, Larrea incluía también la publicación de las «decisiones” que el tribunal tomaba sobre cada una de las causas. De este modo, se apartaba de la tradición del reino de Castilla, donde imperaba la praxis de no dar a conocer las sentencias.
En 1634 fue nombrado Fiscal del Real Consejo de Hacienda, donde permaneció hasta 1638. Fue Ministro del Supremo de Castilla, y como tal asistió a las Honras de la Reyna Doña Isabel de Borbón.
INSCRITO COMO NATURAL DE MADRID
En 1636, el Rey Felipe IV lo hizo merecedor del hábito de la Orden de Santiago, que confirmaba, incluso desde el punto de vista social, su éxito profesional. Para poder ponerse el hábito de la orden tuvo que inscribirse como nacido en Madrid. En 1638 entró a formar parte del Real Consejo de Castilla, en el que permaneció hasta 1642.
En estos años sus intereses se orientaron por extender el “control regio” o político también a las clases sociales y económicas elevadas, control vetado hasta entonces solo a los nobles y señores. En el curso de sus últimos años de vida, Larrea desarrolló una excelente carrera dentro del sistema administrativo central, que culminó con su nombramiento como consejero del Consejo de Castilla en 1642. En 1643 fue nombrado, además, consejero de guerra.
GRAN AUTORIDAD
En el curso de su actividad, fue miembro también de otros órganos de gobierno: cabe destacar, en particular, el Consejo de Indias, en el que fue sustituto del fiscal, y el Consejo de la Sal, del formó parte como fiscal al menos entre 1637 y 1643. Fue miembro, además, de la Junta del Donativo General (en 1639 y en 1643) y de la Junta de Minas (1643).
En definitiva, el zornotzarra fue una gran autoridad en materias jurídicas y económicas, que sirvió al Rey Felipe IV como abogado del Real Fisco y en calidad de Oidor (Jurisconsulto) del Consejo Supremo de Castilla. Murió el 4 de enero de 1645, a los 56 años de edad.