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El domingo concluye la exposición fotográfica de los Ansorena en el Museo de Durango

KULTURA DURANGO

El domingo finaliza la muestra  de fondo Ansorena en el Museo de Arte e Historia de Durango. Esta exposición la componen fotografías de padre e hijo, Sabino e Ignacio Ansorena del fondo fotográfico Ignacio Ansorena Olazaran. Imágenes de diferentes épocas, pero con un nexo en común, el entorno rural que ha rodeado Durango y que en estos momentos poco podemos apreciar de ello.

Desconocemos cómo, pero Sabino Ansorena se introdujo en el mundo de la fotografía con gran pasión y dedicación por el oficio. Se le relacionaba con José Azurmendi, Isidoro Lebario o Alfonso Soldevilla, todos ellos aficionados a mirar tras el visor de sus máquinas.

Laboratorio en Barrenkalea

Montó un laboratorio en el camarote de su casa de Barrenkalea y desde allí, con su cámara de clichés de cristal de 6×9 y celuloides independientes, fechaba y firmaba sus creaciones.

En sus fotografías podemos apreciar competiciones deportivas, actos religiosos, festividades y escenas de la vida social de la villa. Pero una vez contraído matrimonio con su novia de toda la vida, Emilia Olazaran -el matrimonio tuvo seis hijos-, su mirada fotográfica se centró más en escenas familiares, la cotidianidad de su casa y su entorno más cercano.

Fallecido en 1965

Sabino falleció el 9 de octubre de 1965 pero sus fotografías no quedaron en el olvido, su hijo Ignacio Ansorena las mantuvo a buen recaudo y las ha cedido a Gerediaga Elkartea para su centro documental.

Ignacio continuó con la gran afición de su padre y comenzó a disparar tras el visor en los años 60. Los temas recurrentes de la época eran actos religiosos, escenas cotidianas de la villa, paisajes, su entorno familiar, vacaciones y viajes.

También realizó una tarea muy enriquecedora para el fondo fotográfico que fue recorrer la villa de punta a punta identificando a las personas que su padre había retratado en las zonas rurales, y no tan rurales. Recoger fotografías de vecinos, amigos y ciudadanos de la villa para conservar y preservar la memoria del pueblo. De este modo el fondo de Ansorena fue creciendo hasta día de hoy.

«Hicimos una primera estimación de este fondo con unas 10.000 fotografías y no sabemos si nos hemos quedado cortas con esa cifra, porque no paran de aparecer cajas de negativos y más cajas llenas de copias en papel, placas de cristal y también fotografía en color», valoran desde la organización.

Para esta exposición, de trabajo conjunto de la directora Garazi Arrizabalaga del Museo de Arte e Historia de Durango y Patricia Laiseka técnica del archivo fotográfico de Gerediaga Elkartea, se ha escogido el tema del entorno rural para poder poner en valor nuestra historia y memoria como pueblo, para que esos entornos cada vez más desaparecidos no caigan en el olvido. «La muestra fotográfica invita a la persona espectadora a bucear en sus recuerdos o a crear nuevos imaginarios», concluyen.

El Museo de Durango exhibe una retrospectiva del legado etnográfico plasmado por Sabino e Ignacio Ansorena

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