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8M · ‘La primavera de las rederas’, por Anisia Serendipia

🟣 Anisia Serendipia

LA MITAD DE LOS HOMBRES SOMOS MUJERES_ Udaberriko euritan larrosak pizten ikusiz… Un logro más en la larga larguísima lucha contra la desigualdad de los derechos laborales de las mujeres, ahora, el de las trabajadoras del mar: a partir de abril de 2023 rederas, neskatilas y empacadoras podrán adelantar cuatro años la edad de jubilación, una vieja reivindicación del sector que se ha quedado vieja, apenas hay relevo generacional en el puerto. Un trabajo demasiado duro para estar hasta pasados los 60 años, lo recoge la propia ley (Ley de Pesca Sostenible e Investigación Pesquera): por la “penosidad” de su trabajo que supone “un gran desgaste”.

Del fondo de la bodega sube ahora un relincho de caballos, de mugidos de bueyes, de rebuznos de asnos, las voces de los nobles animales necesarios para el trabajo pesado, y cómo llegaron ellos, cómo pueden caber en una carabela donde la tripulación humana apenas tiene lugar, de súbito el viento dio una cabriola, la vela mayor se movió y ondeó, detrás estaba lo que antes no se veía, un grupo de mujeres que incluso sin contarlas se adivinaba que eran tantas cuantos los marineros, se ocupan de sus cosas de mujeres, todavía no ha llegado el tiempo de ocuparse de otras, está claro que esto sólo puede ser un sueño, en la vida real nunca se ha viajado así. [Fragmento de “La Isla Desconocida” de Saramago].

_Mujeres a bordo_ Marinero en tierra la mujer del mar hasta hace muy poco, “sus cosas de mujeres” siempre fueron parte fundamental de la actividad pesquera, siempre un trabajo infravalorado y muy duro. La gestión de la economía doméstica en nuestros lares casi siempre estuvo, y estuvo más segura, en manos de mujeres. Desde la pequeña explotación agropecuaria hasta la mujer que esperaba y trabajaba en el puerto, las management fueron las  mujeres.

Estas trabajadoras del puerto fueron atesorando generación tras generación (aumatik lobeta) un conocimiento artesanal, una labor desconocida para gran parte de la sociedad: las rederas reparan las artes en el puerto; las neskatillas se encargan de descargar y limpiar las capturas; las empacadoras se ocupan de clasificar el pescado.

A partir del mes de abril de 2023, estas profesionales  podrán retirarse casi cuatro años antes de la que sería la jubilación ordinaria de un oficio abocado a desaparecer ante la ausencia de relevo generacional, como he leído que ha sucedido en Ondarroa, donde al parecer ya se han jubilado todas las rederas, esas mujeres encargadas de reparar las artes en el puerto.

Por la vieja Sonora la marea va subiendo. Vámonos de jaleo, mama, vámonos ya. La marea va subiendo, mama, vámonos ya 

He leído por ahí que tras la obtención en 2012 y 2014 de las competencias profesionales de las mujeres del sector pesquero (rederas, neskatillas y empacadoras) la aplicación del coeficiente reductor de cara a la jubilación (0,15) era la reivindicación más fuerte del colectivo, que se prevé que para abril de 2023 entre en vigor, en el marco de la nueva Ley que equipara la dureza del trabajo que desarrollan estas mujeres con el resto de los colectivos de la mar.

Neskatilas, estas trabajadoras son menos habituales que las rederas y unas grandes desconocidas. Desarrollando su actividad en los puertos de Bermeo, Lekeitio y Ondarroa, en Gipuzkoa no existe esta figura. Generalmente familiares de los marineros, se encargan de recibir los barcos cuando llegan a puerto: descargan el barco, vender la mercancía, aprovisionamiento de víveres y demás cosas que necesitan los arrantzales en el barco para zarpar… de hacerlo ellos serían catalogados como encargados de logística.

Empacadoras, realizan su actividad en el puerto de Ondarroa, para la flota de altura al fresco: pesar, clasificar y ordenar las cajas de pescado descargadas de la flota o de camiones provenientes de la flota vasca en las lonjas de las diferentes empresas antes de su subasta.

Rederas, se dedican a la confección, reparación y mantenimiento de artes y aparejos de pesca. Una profesión de carácter fundamentalmente manual y que requiere de una alta cualificación. Como he leído por ahí que decía una de Ondarroa: hay que arreglar las cosas, hay que dignificarlas.

_Kantauri itsasoa_ Todas vamos pasando y el tiempo con nosotras: pasa el mar, se despide la rosa, pasa la tierra por la sombra y por la luz, y ustedes y nosotras pasamos, pasajeras. Muy a menudo, al mirar mis cuidadas manos agrietadas y sangrantes por el frío del invierno, por el agua fría en verano, por el tacto con celulosas… suelo evocar a nuestras antecesoras, a aquellas que tuvieron que trabajar más duro y pienso en la suerte que hemos tenido, incluyendo la de ser mujer aquí y en esta época, la mejor de las épocas que hayan existido para nosotras. Evoco a mi bisabuela niña de Elantxobe, Inés Uriarte, de familia de pescadores que tuvieron que emigrar con su barco a Laredo por falta de pesca, para después regresar a Bilbao. Pero también pienso en mi tatarabuelo, aquel holandés errante que recaló en Santander, y en su hijo, mi bisabuelo patrón de pesca, surcando en busca de peces el húmedo y frío Mar Cantábrico.

Itsasontzia astiro Kaiatik ari da urruntzen 

Pero a veces escucho cantos de sirena y se me antoja maravilloso el hacerse a la mar, y recuerdo que de niña soñaba con ser marinero, me hubiera gustado tanto surcar los mares y mirar el cielo por las noches, y al atardecer beber ron para ver dos lunas, como Peter Pan… Miro mis manos de nuevo, y evoco esas otras manos que el mundo entero puede ver ahora en una pared del barrio de Kamiñazpi, en Ondarroa. Un mural, Las rederas de Ondarroa (2022), que LIAN ha dedicado a las mujeres trabajadoras, y que en 2023 ha quedado en la tercera posición del ranking de los mejores del mundo que elabora la plataforma de arte urbano Street Art Cities: dos grandes manos en blanco y negro que tejen una red de colores. Dos manos que representan lo que es y y ha sido hasta ahora la figura de la mujer en el puerto, la management del hogar de pescadores, la Fuerza. Manos de trabajadora tejiendo con los tonos de colores de la sororidad, el altruismo de entonces. Solidaridad con cada punzada, la fuerza de la red que puede simbolizar los sólidos nexos que la lucha feminista necesita para repeler los omnipresentes envites machistas. Una pluralidad en red ¡què no quede ninguna mujer inconexa! solo un feminismo de alianzas opondrá la suficiente resistencia.

_¿Por qué pintamos las paredes, LIAN?_ Del arte rupestre al spray postmoderno sólo se encuentra la fina línea trazada por el artista pertinaz que busca su espacio en la realidad. Arte encontrado en la calle que impresiona por la pericia y el manejo del spray de la misteriosa artista LIAN (quien he leído vive entre o muy cerca de nosotras).

En muchos lugares los vemos formar parte del fondo patrimonial de las ciudades, y es en Galdakao, y en Apata y en Ondarroa … en todos los lugares donde hubo Sapiens hubo imágenes, hubo Poesía. También en Durango.

-Ahora resulta que no tenemos mesa. No puede ser, pensamos. No pueden convencernos. Estaba oscuro cuando llegamos al barco. Estábamos desnudos.
Todos llegábamos del mismo sitio, Todos veníamos de mujer y de hombre.
Todos tuvimos hambre y pronto dientes. A todos nos crecieron las manos y los ojos para trabajar y desear lo que existe. Y ahora nos salen con que no podemos, que no hay sitio en el barco, no quieren saludarnos, no quieren jugar con nosotras. -Sin mesa dónde vamos a comer, ¿dónde nos sentaremos si no tenemos silla?
Si es una broma triste, decídanse, señores, a terminarla pronto, a hablar en serio ahora. Después el mar es duro-

Y a otre le parecerá otra cosa

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