Las escrituras del Manantial Zavala certifican que la fuente sulfurosa de Elorrio es de 1903 y alumbrada gracias a la familia Uribarrena

Mugalari

Días atrás escribíamos sobre el Manantial Zavala, conocido popularmente en Elorrio como Uratsa, al que puede acudir cualquier persona a beber agua sulfurosa que según la tradición tiene propiedades beneficiosas para la salud. Decíamos que la fuente es de 1903 y no como indica el cartel del lugar que asegura que 1889. La familia Landaburu Uribarrena (caserío Ortuguren) conserva la documentación original que les viene de Ramón Uribarrena Lasuen y Josefa Uribarrena Lasuen y certifica cómo se gestó esta famosa fuente de la villa. 

Según las escrituras del manantial, a las que la ciudadanía puede acceder por ser públicas y ha tenido acceso este periódico digital, el manantial Zavala -como es citado en los documentos oficiales y no Uratsa, a pesar del olor que emana de él- es del propietario Ramón Uribarrena Lasuen, que en su día fue titular del caserío Ortuguren, del barrio Zenita.

Siempre con los documentos oficiales en la mano, fue Uribarren Lasuen quien cerró el trato de cesión onerosa de derechos sobre aquel agua a favor de Casto de Zavala Ellacuriaga ante el notario público José Ortiz de Vidasolo, para llevar a cabo unas excavaciones y alumbrar -como se denomina en las escrituras- un manantial de aguas sulfurosas. Según ha podido saber Mugalari.info, esta fuente es artificial ya que hubo que excavar hasta el pozo para que el agua saliera a la superficie. La heredera de este manantial (Josefa Uribarrena Lasuen, hermana de Ramón) decidió que se mantuviera abierta y de uso al público a la ciudadanía, como continúa a día de hoy. Ramón -insistimos, de la familia propietaria- fue quien permitió las obras, quien las autorizó. No fue de Casto de Zavala, que era el ingeniero y arquitecto.

Cartel del Manantial Zavala; no ‘Uratsa’.

Sabido esto: El cartel de la entrada a la fuente obvia a los titulares. Y más: cita a un bilbaino pero no al elorriarra cuando la familia tenía todo el derecho de condena de la fuente. Sin embargo, esta familia decidió que siguiera abierto porque era un bien para el pueblo y había personas que carecían de poder adquisitivo para ir al balneario anexo, hoy colegio de Lourdes. «Si a la gente hace bien, es bueno para todos».

La fuente es del 10 de marzo de 1903; no de 1889

El alumbramiento, siempre según los papeles oficiales citados, se dio el 10 de marzo de 1903. Por lo tanto, no es la fecha en la que se basa el Ayuntamiento de Elorrio a través de la Oficina de Turismo de la villa que en su portal web además comunica literalmente: «Uratsa quiere decir agua fétida o de mal olor. Esta fuente de agua sulfurosa fue construido por don Casto de Zabala hacia 1900, en un último intento de disponer de otro manantial para construir una ampliación del balneario Baños Viejos o Baños de Galartza. En la Exposición de París de 1878 las aguas de este balneario fueron premiadas con medalla de bronce y mención honorífica. En la villa, entre fondas y caseríos, se alojaban 300 bañistas (además de quienes se alojaban en los mismos balnearios). Las aguas estaban especialmente indicadas para las enfermedades dermatológicas, respiratorias y hepáticas. No te irás sin probar un poco, ¿no?».

Con todo, la fuente no se llama Uratsa, sino Manantial Zavala, y su importancia no se debe solo al bilbaino Casto de Zavala, sino a la familia de Elorrio Landaburu Uribarrena como consta en las escrituras que a continuación puedes consultar porque son de uso público y están a tu disposición en un archivo histórico. Y por otro lado, la fecha oficial de alumbramiento es del 10 de marzo de 1903 y no otra ni aproximadas. Se agradecería que se solucionaran estos desajustes históricos para que la ciudadanía que visita el lugar pueda estar informado con rigor y se ponga en valor a la familia que permitió que se hiciera, que no la condenara y gracias a ella hoy siga siendo un atractivo turístico de la villa de Elorrio. Quizás es el momento de cambiar el cartel y la información de la página web porque las escrituras son el documento más histórico que existe para definitivamente subsanar este error que día a día se transmite de forma errónea.