‘El silencio de la izquierda y el auge de la extrema derecha’, por Ander Berrojalbiz
Ander Berrojalbiz
· Ander Berrojalbiz (músico) y Javier Rodríguez Hidalgo (traductor) son autores del libro ‘Los penúltimos días de la humanidad ‘
“Junto al recurso a la ciencia, el otro gran argumento de la izquierda para no cuestionar casi nada de lo que ocurre es el miedo a un ascenso de la extrema derecha como resultado de la desastrosa gestión de la epidemia, que es un riesgo bien real. El sistema trifáchico del entramado PP-Vox-Ciudadanos ya ha demostrado que los escrúpulos no son un problema para tomar el poder, aunque sea criticando las restricciones y reprochando a la vez al Gobierno cada uno de los muertos debido al virus. Pero el actual gobierno de España, que es, según el actual gobierno de España, el más progresista de la historia, de momento está cómodamente instalado en su posición, mientras las críticas contra su administración solo parecen proceder del campo de la derecha, más allá de los aspectos puntuales como ese IMV (ingreso mínimo vital) tan etéreo o la promesa poco creíble de reparar la sanidad pública. Esta situación no es exclusiva del Reino de España. En Francia arreciaron las críticas a Emmanuel Macron en el otoño de 2020 por su manera autoritaria de gestionar la crisis, con un parlamento que no sirve ya más que para aprobar lo que decide el Ejecutivo, y que está aprovechando para colar algunas medidas particularmente impopulares. Sin embargo, cuando a finales de diciembre de 2020 se ha filtrado el primer borrador de la ley que deja la vía abierta a una posible obligación de la vacuna anticovid, la izquierda no ha dicho una palabra, sin parecer preocuparse por que la derecha y la ultraderecha hagan demagogia presentándose como los paladines de la libertad individual.”
Estas palabras forman parte de nuestro libro Los penúltimos días de la humanidad (Pepitas de Calabaza Ed.), y fueron escritas a finales de enero. Salvo algunos pequeños matices, casi formales, no han perdido un ápice de su vigencia. A pesar del silencio de la izquierda, el pasado 4 de mayo, la derecha extrema y la extrema derecha, con el apoyo de muchos antiguos votantes de Ciudadanos, aumentaron su poder en la Comunidad de Madrid.
Mientras tanto, en el Parlamento Vasco continúan los trámites para la aprobación por la vía de urgencia de la llamada “ley antipandemia”. En la proposición de ley presentada por PNV y PSE, partidos que conforman el actual Gobierno Vasco, leemos pasajes como: “La denegación del consentimiento para la realización de las pruebas [diagnósticas] por la persona afectada se recogerá por escrito y llevará aparejada como consecuencia la imposibilidad de llevar a cabo el trabajo o la actividad sujeta a la realización de la misma, así como, en su caso, la posibilidad de que se impongan restricciones u obligaciones personalizadas en los términos previstos por esta Ley. Este mismo precepto se aplicará a los efectos de la exigencia de vacunación (artículo 14.3)” o “por autorización del Departamento de Salud podrá eximirse el uso de mascarilla para actividades sectoriales específicas, como las culturales, escénicas o deportivas, que podrán, alternativamente, sujetarse a la realización de pruebas diagnósticas previas o a la acreditación de la inmunidad adquirida de las personas participantes por medio de un certificado médico motivado relativo al alta o a la vacunación previas, que aseguren que éstas no son susceptibles de contagiarse entre sí (artículo 20.5)”.
Si bien parece probable que el primero de los citados artículos atente contra el supuesto derecho fundamental al trabajo, el segundo sin duda eleva varios grados la presión social y abre el camino del señalamiento tanto de aquellas personas que por razones médicas no puedan vacunarse como de aquellas otras que rechacen hacerlo, ya sea por miedo a los posibles efectos secundarios o por razones políticas, pidiendo, por ejemplo, que donen a Cuba las jeringuillas que en teoría les corresponden, y a personas vulnerables a la covid-19 de algún país que no pueda comprarlas ni fabricarlas, las dosis de la vacuna.
Ahora que Pfizer está a punto de solicitar la aprobación del uso de su fármaco en jóvenes de entre 12 y 15 años en Europa, y espera que esté disponible para todos los menores de más de seis meses en otoño (elDiario, 29/04/2021), cuando empiezan a aflorar las dudas sobre las posibilidades reales de alcanzar la llamada “inmunidad de grupo” (Sergio Ferrer, “No sabemos si es posible alcanzar la inmunidad de grupo, pero tampoco importa”, elDiario, 02/05/2021), da la impresión de que la vacunación masiva e indiscriminada, más que a la consecución de dicha inmunidad, responde a un intento de aplacar el miedo que durante todo un año se ha promovido para poder combatir la epidemia con una sanidad pública que ha resultado estar hecha unos zorros, así como a tratar de saciar la “sed de pandemia” (son palabras del Senado francés, año 2010) de científicos y empresas farmacéuticas, siempre felices cuando los estados obedecen las “leyes” del mercado.
¿No tienen nada que decir los sindicatos respecto a la citada proposición de ley de PNV y PSE-EE? ¿Y qué van a hacer EH Bildu y Elkarrekin Podemos-IU? Por lo pronto, se abstuvieron en la admisión a trámite de la proposición en el Parlamento Vasco. Sin embargo, PP + Cs votaron en contra, al tiempo que Vox añadió que preparan un recurso de inconstitucionalidad de la norma.
¿Y cuál va a ser la reacción del resto del tejido social: asociaciones, movimientos sociales, medios de comunicación, etc.? El silencio, además de arrojar a los descontentos en los brazos de internet y de conspiracionistas de todo pelaje, implica regalar a la derecha más integrista, una vez más, el monopolio de la defensa de la “libertad individual”, favoreciendo que se hurte el debate y que se imponga una sola idea de libertad, la de una libertad sin contrapesos y que no persigue equilibrio alguno entre autonomía y responsabilidad.