‘La cruz’, por Mariano Martín
Mariano Martín
¿La Cruz, Señor, con que nos cargas
no la ves, Amor, pesada?
¿Con qué razón y qué derecho
y para qué, Di, fue creada?
¿Puedo el Cuerpo soportar tantas llagas?
¿La sangre adsorber tan cruel proyecto?
¿Tener tantas heridas ulceradas
obtiene el Corazón algún provecho
y el Alma sentirse liberada?
Por ti nacimos a esta Vida con amarras
tras el pacto establecido por consensos,
entre el Espíritu Divino con sus auras
y el Humano confirmando sus asensos.
Descendimos desde el Cielo hasta la Tierra
y en la Tierra comenzamos el proceso,
ese hecho que provecho nos hiciera
ser el Rey sin otro rey del Universo…,
pero algo nos trató de tal manera
con la mente proveniente de un ascenso,
que del sueño en que nacimos la quimera
nos condujo con engaños al descenso.
La Cruz, Señor, tenida en cuenta
nos recuerda lo del paso y el rosario,
y con fervor de aniversario nos alienta
a seguir lo que vivimos a diario…
sin negar la oscuridad y la revuelta
aceptando con valor cada escenario,
que de seguro y ordinario representa
el puente de la Luz extraordinario.
Hoy se nos presenta
cruzamos hoy otro Calvario,
cuanto nos cuesta, Señor, subir esa cuesta
con la corona sangrando, los clavos llorando, envuelto en sudario…
y de frente la Puerta, presente y dispuesta, a estar siempre abierta
alerta y orando,
perdonando el pecado, la gracia devuelta
y la gloria entre danzas cantando.
Dura y fría es la Cruz, Señor, con que nos cargas
pero sé que de la mancha no nos queda nada,
todo queda limpio cual barbecho
para volver a ser la Vida nuevamente cultivada.
Si llegados son los días que nos llamas
a cumplir con el tratado que hemos hecho,
que la Cruces, de enemigas a aliadas
consagradas, te rindan pleitesía, Señor, porque Tu pecho,
nos libera de las lanzas infectadas.
Aceptando con honor que las Cruzadas
son los hechos de una Historia ya anunciada,
bendecir la Santa Cruz en cada hecho
a Tu altura nos coloca, Señor, entronizada.