Izaro, la cantante que se ha ganado al público sobre el escenario y fuera de él
Iban Gorriti
Izaro actuó con su cuarteto el sábado en Zeanuri. Lo hizo durante hora y media en el frontón del municipio ante un público de todas las edades entregado desde los primeros aplausos de la cantautora pop de Mallabia que daban mecha a la canción Invierno a la vista. A partir de ahí una fiesta con melodías de muy diversas naturalezas ante una compositora a quien no solo se le escucha, se le quiere por lo que transmite sobre el escenario y también en sus declaraciones fuera de él. No hay postureo alguno tan habitual en estas lides.
![IZARO ZEANURI](https://mugakultura.eus/wp-content/uploads/2020/12/IZARO-ZEANURI.jpg)
Izaro. 📷 Kepa Aginako
Las canciones de Izaro no son simple pop, alcanzan parámetros que aunque no caemos en ello tienen sustratos plurales y me atrevería a decir que en cada disco investigan nuevos horizontes. Pocos son los músicos que investigan, que reinventan, que tratan de ganar, por ejemplo, en registros vocales como se percibe que la vizcaina arriesga. Algunas de sus partituras, además, llegan a las fronteras de las denominadas músicas de los mundos o world music. Y asimismo, sobre todo en su último disco, hay conexión con compases de provincias. Es decir, fusiona de forma natural folklore y vanguardias.
Sin embargo, ajenos a todo esto, lo mejor es dejarse llevar durante el periplo sonoro tan rico y con músicos que aportan además de sus aptitudes adquiridas, su corazón. Le ponen piel Iker Lauroba, Garazi Esnaola, Julen Barandiaran Txiki y ahora Dave Gorospe en los parches. Durante unos minutos, Izaro cede el protagonismo a su banda e Iker Lauroba aporta una canción redonda.
La residente en Donostia en su nuevo y estudiado al milímetro espectáculo -profesional a todos los niveles- se cambia de vestuario en tres ocasiones. Al mismo tiempo, se desnuda con sus letras en euskera y castellano -solo de su repertorio You en inglés, y una versión de un villancico de Mariah Carey- con una comunicación no verbal más atrevida, suelta, desatada como el final apoteósico con Canción para mi Elisa dedicada a su amama paterna. En ella, el público vizcaino se une emocionado aportando lo mejor de sí y celebrando la vida.