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CUENTO · 4/9 · ‘Señales’, por Alicia Noland

Alicia Noland por ESMERALDA

Alicia Noland

IV.

El domingo todo el pueblo acudió a la Iglesia. El cura desde el púlpito  decía, No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con juicio justo. ¿Y quién es el rey de las apariencias, de la sombra, de lo oculto? El mal, sí. El mal engaña para atraernos y bien puede buscar la inocencia y la belleza para encarnarse, qué mejor burla.

En ese momento, los goznes herrumbrosos de la puerta chirriaron y entró el niño envuelto en la polvareda luminosa de la mañana. Caminaba encerrado, ocultando el cuello entre los hombros, arrastrando los pies descalzos. Desnudo, el cuerpo marcado de cortes y hematomas. Las ligaduras de tela de sábana, que durante la noche le sujetaban muñecas y tobillos, empapadas de sangre. Una nube de verano debió de sentir curiosidad y se asomó a los ventanales. El interior de la iglesia se oscureció. Recorrió muy descapacio el pasillo central, tres veces cayó de rodillas y tres veces se levantó rechazando la ayuda que le ofrecían con su bondadosa sonrisa, y siguió su viacrucis  hasta el altar donde se arrodilló, con los brazos en cruz y con los ojos secos, lloró. El silencio golpeaba con violencia en los corazones y en los oídos. El cura crecido, su sombra a la luz de los cirios se proyectaba terrible sobre la bóveda, con el rostro desencajado, fuera de sí,  señalando con su brazo los bancos del fondo gritó, Pero el mal prefiere encarnarse en formas grotescas y mentirosas.

Los dos fenómenos sentenciados abandonaron la iglesia, la puerta se quedó batiendo tras ellos y se sumergieron en la luz de la calle, que debía de quemar como lenguas de fuego.

Los vecinos fueron abandonando en orden las filas de bancos y se dirigieron en comunión, como un sólo organismo, hacía el niño que, entre los haces de luz, parecía levitar transfigurado. Lo rodearon como un enjambre. Yo ya les he perdonado, decía el niño, y el murmullo exaltado se fue calmando.

El niño estaba a salvo, los monstruos habían confirmado su condición: el orden restablecido respiraba tranquilo.

 

· Puedes leer las entregas anteriores a continuación:

CUENTO · 2/6 · ‘Señales’, por Alicia Noland

 

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