JOSE MORENO ETA PACO BARREÑA GUDARIAK GOGOAN · ‘Abrazos de hierro’, por Aitor Azurki

Aitor Azurki 

· En el primer aniversario del fallecimiento del gudari José Moreno, de Portugalete, rememoramos el encuentro que protagonizó junto al combatiente durangarra Paco Barreña después de más de siete décadas sin verse tras sobrevivir en la misma prisión de Huesca 

Setenta y un años fueron los que tuvieron que pasar para que se reencontraran, concretamente, el 12 de septiembre de 2009 bajo la atenta mirada del Puente Colgante en Portugalete. La ‘culpa’ la tuvo una fotografía tomada a todos los presos vascos internados en la prisión militar de San Juan, en Huesca, el 27 de julio de 1938. No en vano, cuando me encontraba entrevistando a los últimos gudaris y milicianos para publicar la obra ‘Maizajes bajo la lluvia’, tanto José Moreno como Paco Barreña, ambos por separado, me mostraron la misma instantánea. 

José Moreno, Aitor Azurki y Paco Barreña.

Fue entonces cuando me percaté de que llevaban décadas y décadas sin verse, sin saber el uno del otro; y eso que vivían ambos en Bizkaia, a pocos kilómetros entre sí. De ahí que les pidiera dicho encuentro y para que se inmortalizara el histórico momento, me puse en contacto con los servicios informativos de ETB, donde había trabajado como redactor unos años atrás.

Dicho y hecho. El reencuentro de José y Paco fue preparado para inmortalizarlo ante las cámaras. Lo recogieron de este modo y lo pude poner en mi cuenta de Youtube, con el fin de que la noticia no se perdiera entre otras miles en los archivos:

El día fue muy, muy emocionante, tanto para ellos como para mí. Recuerdo nítidamente que cuando se vieron en la distancia y se iban aproximando poco a poco uno a otro, José le iba diciendo en voz alta «Gudari! Gudari!». Se fundieron en un abrazo justo bajo el Puente Colgante. De ahí que uno de los capítulos de ‘Maizales bajo la lluvia’, en concreto, el que cierra la obra, se titule ‘Abrazos de hierro’, como este texto. Porque verse, tras tantas décadas, y rememorarlo así, con ese abrazo, fue uno de esos regalos que te da la vida y que te insufla fuerza para seguir luchando, tal y como lo hacían ellos, por la memoria histórica, por aquellas personas que lo dieron todo por la libertad.

El durangués y el jarrillero.