Euken Ercilla: «Aquí en Austria, las mascarillas son gratuitas y no obligatorias»
POR Euken Ercilla Martínez
· Es de Elorrio, se llama Euken Ercilla Martínez y ha finalizado sus estudios de Ingeniería en Austria
Apenas llevábamos una semana de marzo cuando todos en Austria escuchábamos preocupados las noticias, sobre todo debido a la cercanía de la región austriaca del Tirol con las regiones del norte de Italia (no más de dos horas en coche desde mi residencia), siendo estas las más afectadas en el momento. Yo me encontraba en Innsbruck, la ciudad del Tirol, la joya de los Alpes, una ciudad que parece estar escondida entre montañas de 2.000 metros de altura.
En Innsbruck todavía no existía peligro, pero el primer brote no tardó en llegar. Este además resulto preocupante por el hecho de que surgió en una fiesta de estudiantes donde la gran mayoría de afectados fueron internacionales que compartían residencia. Así pues, el primer caso de confinamiento y de realización de test masivos del coronavirus fueron en un edificio de estudiantes.
Aún así y aunque el miedo había crecido sobre todo entre los estudiantes internacionales, el riesgo seguía siendo mínimo. Enseguida se comenzó a tomar medidas. La toma de decisiones fue rápida e incluso inesperada. El 15 de marzo estaba yo esquiando en los Alpes y el 16 de marzo comenzábamos un confinamiento sin rechistar, pues se declaró el confinamiento como una medida de control de propagación más bien preventiva, ya que de forma sorprendente tampoco existían tantos casos en la ciudad. Y digo sorprendentemente porque Austria se encuentra en frontera con 8 países siendo estos Italia, Suiza, Liechtenstein, Alemania, Republica Checa, Eslovaquia, Hungría y Eslovenia.
Vista la rápida propagación del virus sobre todo en el Estado español y en Italia, las fronteras se cerraron de inmediato, sobre todo con Italia y el futuro confinamiento se afrontó sin quejas y con cierto miedo, pero sin mayores problemas, pues no existía una histeria colectiva, los supermercados y locales pequeños ofrecían mascarillas sanitarias gratuitas, no existía la necesidad de hacer colas por el aforo limitado, ni faltaba papel higiénico en el supermercado.
«Repartíamos alimentos entre el vecindario»
Diría que la parte más dura la sufrieron en la residencia de estudiantes internacionales, quienes fueron confinados en pequeñas habitaciones individuales sin cocina, y les resultó muy difícil sabiendo también que la gestión por parte de los encargados tampoco fue la idónea. Se escuchaban muchas historias de restaurantes y panaderías cercanas que dejaban cajas de comida gratuita en la puerta de la residencia para que de vez en cuando pudieran comer algo más allá de la comida precocinada o precalentada. En un par de casos cajas de comida del supermercado más cercano acabaron también en la puerta de nuestro edificio, repartiendo nosotros los alimentos entre los vecinos.
El confinamiento se alargó lógicamente debido al crecimiento del número de afectados en Austria, incluso la región de Tirol cerró fronteras dentro de Austria, pero tampoco excedió los 30 días, y a mediados de agosto realizar deporte solo o con la gente con la que convivías estaba ya permitido. En este momento tampoco surgió una avalancha masiva de runners por el paseo del rio, pues todos mantenían distancias y se respetaban las medidas. Como curiosidad recuerdo que los únicos deportes prohibidos eran los deportes de riesgo (escalada, hiking, esquí…) tan populares en Tirol, no por el riesgo a contagiarse sino para evitar accidentes, uso de helicópteros y saturaciones en el hospital, sobre esto sí que rechistaban bastante los tiroleses, pues en general les resulta difícil estar una semana entera sin ir al monte.
Ambiente social tranquilo
Después del confinamiento, la recuperación a la nueva normalidad ha sido lenta pero eficaz, llegado al punto en el que se hace vida completamente normal, en el trabajo, en la calle, en las tiendas, en los bares… El ambiente social general resulta más tranquilo y diurno, aunque nunca se ha podido decir tampoco que Innsbruck fuera algún equivalente a Ibiza. Las montañas de los Alpes y las calles de Innsbruck están repletas de deportistas, cosa que resultaba exactamente igual antes de la pandemia. La única diferencia aparente trata del cierre de todos los bares a la 1 A.M., y el uso de mascarilla en el transporte público (autobús, tren, tranvía… pero no es necesario en espacios cerrados, tiendas, supermercados…).
Cuando cuento a la familia y a los amigos que en Austria no uso mascarilla en mi día a día, y que si en algún caso lo he necesitado me la han aportado gratuitamente sin haberme gastado yo ningún céntimo en mascarillas en lo que llevamos de pandemia, suelen reaccionar sorprendidos a la vez que algo frustrados.
Resulta irónico que uno de los países más céntricos y que más fronteras comparte en Europa, haya controlado la situación, y la industria, que depende mucho de la industria alemana, siga en pie a pesar de sufrir lógicamente muchos daños.
Etiquetas: COVID19 POR EL MUNDO, Euken Ercilla