CRÓNICA · Don Inorrez en ‘Uda Kulturaz Blai’, el puente entre la nueva americana y el pop crudo británico
Iban Gorriti
“Cuando lleguemos a ese río ya hablaremos de ese puente”, escribió alguien. Hoy es el día de hablar del puente de Don Inorrez, manantial sonoro de Imanol Ubeda, músico que ha nadado por mares como Deabruak Teilatuetan, Peiremans+ o su matriz Bide Ertzean. Su concierto en el marco del ciclo Uda Kulturaz Blai nos posibilita decir que la espera ha merecido la pena. Ha actuado en horario de mediodía con su banda: su inseparable caja de ritmos llamada Karlos Aranzegi (Bide Ertzean, Egan, Rulo y la Contrabanda, Quique González, Iván Ferreiro, Duncan Dhu…) a los parches, el eléctrico Rubén Caballero (Ken Zazpi) a la guitarra y el pétreo Nando Neira (Ruper Ordorika) al bajo.
Don Inorrez. © Iban Gorriti
Tras medio año sin tocar en directo, Don Inorrez hoy ha disfrutado en un Plateruena, como lo ha hecho el auditorio sentado y respirando y palpitando bajo las mascarillas. Su propuesta ha tenido dos claras partes no diferenciadas por el autor del combo nacido en 2016 cuando Bide Ertzean anunció una hibernación sonora sin plazos.
El tolosorra ha arrancado con guitarra acústica y las dos canciones de su último single-vinilo de 7 pulgadas que abrazan a los oídos. Tan intimistas como redondas. De lo mejor euskaldun labrado en 2019. A continuación, el paseo ha continuado por la misma senda, la que solapa en mayor medida con su banda madre y sonidos de nueva americana de The Jayhawks o Clem Snide, pero sin coros que solo hemos anotado en una canción, quedando más elegante que ninguna por ese aporte vitamínico vocal. No lo dijo nadie, pero Euskal Herria no es país para coros en directo. Podemos tener y apostar por los mejores instrumentistas, pero estas armonías se dejan para los discos y allí se abandonan la mayoría de las veces.
Crudo
El concierto ha continuado prístino con la tabla Telecaster de Rubén quizás en un demasiado primer plano que desequilibraba lo órganico de la parte de la percusión y voz. El sonido de esta Fender es así: de las guitarras más agudas, pero que aportan americanismos y un talante propio como más vintage. Al poco rato, el propio Imanol se ha colgado otra Telecaster -sello por excelencia del country- y la banda, de forma paradójica, ha tomado el real sonido de Don Inorrez grabado con Paco Loco en Cádiz, esa vía más británica (en algún momento mod) con innovaciones, más cruda.
Don Inorrez. © I. Gorriti
El puente, llegado del afluente al río, podría ser el Wilco, pero fluyendo hacia el Reino Unido. De hecho, la pose de Ubeda e incluso él mismo evoca en ocasiones a Noel Gallagher (eso sí, en versión amable y agradecido por volver a la carretera). Entonces ha hablado de un viaje a Estados Unidos donde nacieron canciones como su estribillo más pegadizo: Brunch in the lodge donde comunica que no le gusta el gospel, entre otros recuerdos.
En este tema y en una versión de Ruper Ordorika (si no erramos era Banekien) el cronista apunta sobre un ticket de compra que Arancegui es pura sincronía, de los bateristas más ingeniosos del panorama no solo nacional sino estatal. De maravilla también ver a Rubén gozar poder pisar el tablado, más el de Plateruena -el bolo no se ha realizado en la terraza como estaba publicado- donde un músico se escucha mejor que en cualquiera de Euskal Herria. Nando por su parte ha pasado inadvertido, no ya en movimiento o por su maestría, sino en poca presencia sonora, pegado para el público a los latidos del bombo.
Beber sangre sonora
El concierto ha continuado subiendo en presencia, en volumen, en power-rock con poso, con incluso algunas programaciones… Aún así, el grupo no suena tan rompedor en esquemas con Bide Ertzean como sí lo hace en sus grabaciones. De todo modos, es un placer agradable gozar de su sonido, de las letras, de poder beber su sangre sonora, su invitación al pop sin caer en ningún momento en lo indie, lo que le hace menos don nadie.
Don Inorrez. © I. Gorriti
Don Inorrez ha concluido su set de aperitivo -aunque sin servicio de bar por decreto del Gobierno vasco- y el cuarteto ha vuelto al escenario entre aplausos al ritmo del habitual grito beste bat, curiosamente, sin escucharse las dos palabras. El regreso ha sido redondo con el cénit del concierto al sonar una inesperada y renovada versión de Gaur euria egin du de aquellos Deabruak Teilatuetan que recordamos bien a todo volumen en el macroconcierto tras la demanda del guardia civil Galindo a Negu Gorriak en Oiartzun en 1995 -evento en el que también actuó el bertsolari durangarra Igor Elortza, y hoy presente en Plateruena– o en el gaztetxe de Elorrio, disfrazados, con cartel junto a Non Demontre? La siguiente foto que les sacamos entonces lo atestigua.
Deabruak Teilatuetan en el antiguo gaztetxe de Elorrio. © Iban Gorriti
