‘#ElVirus’, por Amaia Santana

Amaia Santana

Ha tenido que estallar una pandemia para darnos cuenta de que no sabemos estar solos; de la importancia de saludar al vecino, de la función esencial que desempeña la amable cajera, o la casi siempre invisible señora de la limpieza –llamarla técnico de limpieza no aumenta su sueldo ni dignifica sus precarias condiciones-.

Una pandemia para valorar aquella cotidianidad que entonces creías insulsa, pero que al menos te permitía ir más allá del súper más cercano, caminar, correr, huir, emborracharte en un bar con personas que trascienden la pantalla de tu dispositivo. Que no llevan mascarillas y por supuesto violan todo protocolo de distanciamiento social.

Una pandemia para volverte loca y no juzgar a quien perdió la cabeza antes que tú.

Un virus letal para aprender a hacer un puto bizcocho. Para decir “te quiero”. Para confirmar que nunca volverá. Invocar milagros marchitos entre cuatro paredes. Para anhelar, suspirar y perdonar. Para bailar como si no hubiera un mañana –porque quizá no lo haya-.

Para perder el tiempo que decías no tener.

Ordenar tu armario y airear viejos fantasmas apolillados en un rincón de tu alma.

A la vuelta de la terrible curva, temes más al Estado parapolicial en ciernes que al presente virulento.

Relativizar a base de hostias en tu insomnio irremediable y recurrente.

Desinfectar tus prejuicios, para admitir, con una humilde y triste sonrisa, lo equivocada que estabas.

Time out · COLLAGE · Amaia Santana