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‘Un colegio de Robinsones’, por Anisia Serendipia

Anisia

Anisia Serendipia

 

Cuando era pequeña y convalecía de varicela leí este libro que me encantó: Dos años de vacaciones. Es mi segundo libro preferido de mi primera década de vida, aún recuerdo el calorcito que sentía mientras lo leía (debía de ser la fiebre).

 

PRÓLOGO

Muchos Robinsones han despertado ya la curiosidad de nuestros jóvenes lectores. Daniel Defoe, en su inmortal Robinsón Crusoe, ha puesto en escena al hombre solo; Wyss, en su Robinsón suizo, a la familia; Cooper, en El cráter, a una sociedad con sus múltiples elementos y yo, en La isla misteriosa, he presentado a algunos sabios luchando con las necesidades de su penosísima situación. […]

Anisia

CAPÍTULO I

Esa noche del 9 de marzo las nubes se confundían con el mar y limitaban el alcance de la

vista. Sobre las olas enfurecidas una leve embarcación huía a palo seco. Era un yate de

cien toneladas, un schooner, llamado Sloughi, aunque pretender leer el nombre escrito en la

tabla posterior de la nave hubiera resultado vano, puesto que un accidente -golpe de mar o

choque – la había prácticamente arrancado. Eran las once de la noche. En esta latitud las

noches resultan cortas a comienzos de marzo. El amanecer se insinúa a las cinco de la mañana.

Sin embargo, ¿el peligro que amenazaba al Sloug hi sería menor cuando apareciese el sol?

¿No estaría la frágil embarcación más a merced de las olas? Lo mejor que se podía esperar era que, calmada un tanto la vorágine, el naufragio no ocurriera en pleno océano, lejos de tierra En la popa del Sloughi tres adolescentes, uno -de catorce años y dos de trece, además de un grumete de raza negra de doce, se hallaban situados junto a la rueda del timón procurando impedir que las embestidas del mar volcasen el yate. Rudo trabajo, porque la rueda, girando a pesar de sus esfuerzos hubiera podido arrojarlos por encima de los encordados. Poco antes de la medianoche una oleada se precipitó con tal violencia sobre un costado del yate que fue un verdadero milagro que éste no se hubiera quedado sin timón. Los jóvenes,derribados por el golpe, pudieron incorporarse enseguida.

-¿Aún obedece el timón, Briant? –preguntó uno de ellos.

-Sí, Gordon -respondió el interrogado regresando a su sitio y haciendo gala de gran sangre

fría. seguir

 

[Quince niños de 8 a 13 años, de un colegio de nueva Zelanda, se ven enfrentados a una lucha constante para sobrevivir, organizarse, solucionar problemas y antagonismos, y peligrosos bandidos que amenazan sus vidas]

 

Creía recordar que uno de los protagonistas estaba inspirado en un niño que luego sería premio nobel de literatura ¡pero no!. Lo busque en su día y leí que Julio Verne representa a su hijo adolescente Michel mediante el personaje de Gordon y que para el personaje de Briant se inspiró en un compañero de clase de Michel, Aristide Briand, también de Nantes, y quien luego sería presidente del partido socialista francés, primer ministro de Francia y  Premio Nobel de la Paz en 1926. En septiembre de 1929 pronunció un discurso ante la Sociedad de Naciones en el que defendió la idea de una federación europea basada en la solidaridad, la prosperidad económica y la cooperación política y social:

 

“Entre los pueblos que están geográficamente agrupados debe existir un vínculo federal; estos pueblos deben tener la posibilidad de entrar en contacto, de discutir sus intereses, de adoptar resoluciones comunes, de establecer entre ellos un lazo de solidaridad, que les permita hacer frente a las circunstancias graves. Evidentemente, esta asociación tendrá efecto sobre todo en el campo económico.»

 

Ahora es el momento del bien común, SALUD y Res-pública en abril.

 

Y a otro le parecerá otra cosa

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