Hoy, 83 años de un bombardeo de Durango que derivó en vendetta republicana y acabó con presos fusilados
· El ataque aéreo fascista acabó con la vida de 12 personas y el fusilamiento republicano con 22
Este miércoles se cumplen 83 años de un bombardeo que sufrió Durango y que tuvo como resultado, por venganza, el fusilamiento de personas presas en el calabozo local por supuestas simpatías derechistas. Ocurrió a las 11.00 horas. A esa hora esta villa y Bilbao fueron bombardeados. Aviones afines a los militares que dieron un golpe de Estado el 18 de julio de 1936 arrojaron en la primera localidad cuatro artefactos. Una fue dirigida al frontón de Ezkurdi, donde descansaba y jugaba a pelota un grupo de milicianos y refugiados huidos de Gipuzkoa.
El artefacto alcanzó la pared lateral del frontón, atravesó el muro y estalló. Causó doce muertos y varios heridos. Otro proyectil aéreo cayó en la huerta del médico Marcos Unamunzaga, y dos más en la estación del ferrocarril. Los fallecidos, todos hombres, tenían entre 18 y 32 años.
Tras el ataque, varios milicianos, «posiblemente del Batallón Rusia de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU)» -según el investigador Jon Irazabal-, “enardecidos por las escenas de muerte y dolor que produjo el bombardeo, se dirigieron a la cárcel”, relata.
En ese lugar -hoy conocido como el edificio de Telefónica- redujeron a los guardias que la custodiaban y sacaron a 22 presos detenidos por presunta afinidad con los sublevados. Trasladados al cementerio, “les fusilaron junto a una capilla, sin juicio previo que denote alguna culpabilidad y que sea merecedora de la pena de muerte”. Algunas fuentes de testigos señalaban que el fusilamiento «fue obra de anarquistas», detalle que no ha sido confirmado.
Auto de procesamiento contra 61 personas
Irazabal agrega que “no conformes con estos fusilamientos, trataron de detener y fusilar a otros derechistas de Durango. Advertidos de estas intenciones, miembros del PNV y del sindicato STV alertaron y ocultaron a diversos tradicionalistas hasta la liberación”.
En aquel momento, el Gobierno vasco nombró a Julio Jáuregui como juez especial para decidir sobre estas muertes extrajudiciales. El magistrado dictó en marzo de 1937 un auto de procesamiento contra 61 personas, muchas de ellas milicianos, pero el juicio no se celebró nunca al impedirlo el desarrollo de la guerra. “En la posguerra, diversos durangueses (Juan Eskubi, Luciano Iturrieta, etc.) fueron encarcelados, y algunos de ellos fusilados, en venganza por estos fusilamientos. La paradoja es que algunos ejecutados como Eskubi intervinieron ocultando a los carlistas que estaban en peligro de ser asesinados”, subraya Irazabal.