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‘Aquel abrazo de los gudaris José Moreno y Paco Barreña’, por Aitor Azurki

aitor azurki

POR Aitor Azurki

“Mientras pueda y hasta que me muera”

“¿Vas a seguir escribiendo?”. “Mientras pueda y hasta que me muera”. Es así como me respondió el gudari José Moreno cuando le entrevisté para el libro de testimonios ‘Maizales bajo la lluvia’ (Alberdania, 2011). Mientras pueda y hasta que me muera. El mejor epitafio. Este fue, este es, y será por siempre para los que lo conocimos, José Moreno. Simple y llanamente. Incansable luchador por los derechos humanos, el vizcaíno jamás paró de escribir cartas a los periódico Deia y Mugalari, y dar su testimonio allá donde le requirieran para reivindicar a sus compañeros que dieron la vida por la democracia y la libertad así como posteriormente fueron ‘cuneteados’ por la sociedad actual.

EncuentroJoséPaco.12.05.2009 141

José Moreno, el periodista Aitor Azurki y Paco Barreña.

Porque, si algo fue Moreno, fue, sin duda, humanista; garante de las libertades. Siempre abogó por la palabra y la no violencia, él, que tanto sufrimiento padeció en la contienda bélica de 1936, en distintos batallones de trabajadores así como penosas cárceles franquistas. José siempre apreció la vida y al ser humano, tal y como me lo mostró las veces que acudí a su txoko –y bastión- del ‘Elai-Alai’ en el corazón de Portugalete. Porque nuestro gudari te recibía siempre de mil amores, con los brazos abiertos, fueras un veterano y aguerrido periodista, o fueras un pueril mozo recién salido de la universidad, como fue mi caso. José no hacía diferencias, al igual que jamás hizo diferencias tampoco entre sus compañeros que se dejaron lo mejor en las barricadas de Donostia, en las trincheras de los montes de Euskadi o en cualquier cuneta o cárcel de la dictadura franquista.

“¡Gudari, gudari!”, gritaba José al tiempo que se fundían en un abrazo. Recuerdo con apasionado gozo el día en el que los junté por última vez. A los dos los había entrevistado por separado, y ambos me mostraron la misma fotografía, donde figuraba un gran grupo de presos en la prisión militar de San Juan, en Huesca. Era una imagen de 1938; y ahí estaban los dos, tan cerquita, y tan lejos; llevaban más de siete décadas sin verse. José Moreno y Paco Barreña. Portugalete y Durango. Tan próximos y tan lejos. Por lo que el día 12 de septiembre de 2009, concretamente, los uní, con el Puente Colgante de Bizkaia como testigo y las cámaras de Informativos de ETB como medio ‘inmortalizador’.

Eran los mejores. José pertenecía a una generación de personas que jamás habrá otra igual: por todo lo que pasaron, por la entereza, generosidad que demostraron, siempre sin ánimo de venganza sino de verdad, justicia y reparación. José fue ejemplo de ello, con la ‘conquista’ memorialista por su parte de la colocación de la escultura La Huella de Artxanda; motivo por el cual acudía a su cita anual para conmemorarla siempre. Hasta su último año.

EncuentroJosePaco.12.05.2009.

Hoy pienso en nuestro José, en sus compañeros, como el risueño Paco Barreña, o Marcelo Usabiaga con su brillante oratoria, la energía de ‘Txisko’ Lafuente o el incombustible Félix Padín y, sin duda, solo un poema de Bertolt Brecht traza mi mente: “Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero los hay que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles”.

Agur eta ohore, José, eusko gudaria.

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