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Javi y Epi llegan emocionados a Santiago al ritmo del ‘Eusko Gudariak’ tocado por un gaitero del Obradoiro

proyecto

Eran las cinco menos cuarto de esta tarde de 17 de junio de 2019 cuando Javi Aguirre y Esther García Epi se han bajado de sus fieles bicicletas y han puesto pies sobre la plaza del Obradoiro de Santiago de Compostela. La pareja de Durango ha concluido su odisea que les ha llevado desde Noruega a Galiza pasando por ocho países -uno de ellos Euskal Herria- en 53 días, y tras 5.266 kilómetros rodados.

Epi Javi

«¡Increíblemente estamos aquí!», comunica alegre vía telefónica Epi. Javi muestra ya en un vídeo por las redes su ilusión por el logro de difundir su proyecto a favor de la donación y el ejercicio físico en personas trasplantadas y enfermas crónicas.

El momento de celebrar su llegada ha tenido un momento no esperado que ha incrementado la emoción de estos dos aventureros. «Según bajábamos las escaleras a la plaza había un gaitero y al vernos ha comenzado a tocar el Eusko Gudariak y, ai ene, ha sido una pasada», enfatizan con razón.

Y no queda la sorpresa para la persona lectora ahí. La entradada a la ciudad gallega la han hecho junto a otras tres personas muy especiales. Recuerdan que Carlos García, aitatxo de Epi, se unió a ellos en Durango y que en Frómista tuvo que abandonar por un dolor de garganta que le dejó sin fuerzas, pues bien, lean: «Al final, no volvió a casa y se quedó en un albergue de una amiga que hicimos otro año y hoy se ha vestido, subido a la bici y ha hecho la etapa que para mí ha sido durísima, más que la de ayer. 152 kilómetros que no veía la meta. Pero aita, ha querido llegar con nosotros y se lo agradecemos aunque sabemos que aún no está bien», valora Epi.

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Carlos, Epi, Javi, Antonio y Borja.

Y dos personas más han querido también estar presentes. ¡Lo que es la amistad sin fronteras! Han pedaleado los últimos kilómetros junto a Javi y Epi, Borja Revilla de El Boalo, pueblo de Madrid, y Antonio Ontoso, de Aranda de Duero. El primero es un trasplantado de doble riñón y el segundo de corazón. Y la cosa va mucho más allá. «Antonio nos ha dicho que él nos lleva hasta Durango. Que volvemos los cinco en su furgoneta. ¿Qué más podemos pedir?», sonríe.

Lo cierto es que merecen todo y más. «Ahora, si pensamos en Noruega se nos hace la cosa rara. Es extraño». Partieron del país escandinavo el 26 de abril, jornada en la que Gernika conmemoraba su maldito bombardeo. De allí a Suecia, Dinamarca, Alemania, Bélgica, Francia, Euskal Herria y España. «Son las banderas que portamos en nuestro mailot», rememoran.

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Monte de Gozo a 5 kilómetros de Santiago de Compostela.

En este tiempo, solo una pájara, dos pinchazos (curiosamente, uno al entrar a París y el otro saliendo de París), una caída de Epi. Nada más. De hecho, Javi, no ha necesito nada especial debido a su medicación por ser trasplantado de riñón. «Hoy, en un rato que íbamos pedaleando solos, le he dicho: Javi, no me lo creo. Se me hacía raro meter en la bolsa las zapatillas de la bici».

No les da tiempo, por trabajo de Epi, de ir a Finisterre, pero «lo haremos. Ya volveremos». Lo que no está tan claro es que ya preparen otra hazaña de estas magnitudes. «Si me preguntas ahora, te digo que no, pero quién sabe». Esther hace referencia a que ella no montaba en bicicleta. «Yo he hecho los 10.000 del Soplao, pero andando», precisa quien jugó a baloncesto en el Tabirako. «Javi sí hace ciclismo», diferencia y concluye: «Aún no me lo creo». Mañana, vuelve la rutina y el miércoles el trabajo.

epi

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