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Aquel canje del diputado durangués de Primo de Rivera por el alcalde republicano de Bilbao en la Guerra Civil

El canje de prisioneros durante la Guerra Civil no fue empresa fácil en un marco bélico en el que las personas perdían la vida a diario en trincheras de ambos bandos. Uno de aquellos trueques humanos tuvo como protagonistas al alcalde bilbaino Ernesto Ercoreca Régil, de Izquierda Republicana, por el diputado del dictador Primo de Rivera, el durangués Esteban Bilbao Eguía, futuro Ministro de Justicia así como Presidente de las Cortes franquistas.

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El durangués Esteban Bilbao Eguía.

La Cruz Roja Internacional, con el médico suizo Marcel Junod al frente, y según otras fuentes consultadas, el despacho de abogados bilbaino de Nazario de Oleaga -por el que pasó brevemente José Antonio Aguirre antes de ser lehendakari- fueron parte activa en las entregas.

El doctor Junod informa en su libro ‘El tercer combatiente’ (1985) cómo hallándose en Donibane Lohizune (Lapurdi) recibió un encargo. Se le solicitó que mediase en el canje de  Bilbao y Ercoreca. El primero, según detalla el investigador Jon Irazabal Agirre, «cayó prisionero de los sublevados el 19 de julio de 1936 en Miranda de Ebro cuando regresaba a Bilbao de un viaje a Madrid». Ercoreca, por su parte, se hallaba preso en Iruña.

Comunicada la posibilidad del canje, «los dos bandos dieron el plácet», confirma el miembro de Gerediaga Elkartea. Sin embargo, ahí surgió el primer desacuerdo. «Ninguno de los quería ser el primero en liberar a su prisionero», enfatiza Irazabal, autor de libros como ‘La Guerra Civil en el Duranguesado 1937-1937’.

Tras diez jornadas de intensas negociaciones, las autoridades de Bizkaia -aún no se había configurado el Gobierno provisional de Euzkadi- aceptaron liberar a su rehén. Habría una condición sine qua non: «Esteban Bilbao se debía quedar en San Juan de Luz hasta que Ercoreca saliera de Nafarroa».

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El demócrata Ernesto Ercoreca.

Así las cosas, el 24 de septiembre, Junod se desplazó con el embajador de Francia, Jean Revete, de Lapurdi a Bermeo en lancha. El delegado de Cruz Roja se reunió con autoridades. En ese mismo momento, se recibió un inesperado mensaje. La Radio de Brugos emitía el siguiente recado: «¡Atención! ¡Atención! Se ruega al Doctor Junod que, si aprecia, su vida, salga de Bilbao antes de la una de la mañana!». Los presentes dedujeron que el bando de Mola estaba anunciando un «gran bombardeo» sobre la capital de la «traidora» y republicana Bizkaia.

Disculpas · Junod se disculpó y afirmó no conocer las intenciones de los golpistas y sus aliados. «Logró que las autoridades republicanas dejaran en sus manos a Esteban Bilbao y le solicitaron que disuadiese a Mola de bombardear Bilbao porque temían que la reacción de la población pudiera ser terrible con los prisioneros», apostilla Irazabal.

Esteban Bilbao se mostró temeroso y «creyendo que ya estaba en capilla», fue trasladado en un taxi, escondido entre el embajador y Junod, al puerto de Bermeo. En la lancha rápida llegaron a Donibane Lohizune. «Esteban prometió esperar allí hasta la liberación de Ercoreca», pero, ¿cumpliría su palabra?

Marcel Junod

Marcel Junod

Mola no dio su brazo a torcer y el 25 de septiembre de 1936 bombardeó desde el aire Bilbao y Durango, «precisamente las dos localidades relacionadas con Esteban Bilbao». Y se cumplió la venganza supuesta. «La ciudadanía asaltó las cárceles, entre ellas el barco-prisión Altuna Mendi, en el que había estado encerrado hasta horas antes Esteban Bilbao».

Irazabal hace una reflexión la importancia de la vida de este tradicionalista para el bando militar que un mes antes había dado el golpe de Estado. «La no concesión del tiempo necesario para llevar a buen término la misión negociadora, el bombardeo de las dos villas vinculadas con él, el radiar el mensaje dejando clara de antemano la intención de bombardear… inducen a pensar que la vida de Esteban Bilbao no era de gran interés para algunos mandos sublevados», analiza y va mucho más allá: «Quizás su muerte hubiera sido bien recibida por alguna o algunas facciones en liza».

Expulsado de la corriente carlista · El investigador hace referencia a que la colaboración del durangués -presidente de la Diputación de Bizkaia entre 1926 y 1930- con la dictadura de Primo de Rivera, y con el rey Alfonso XII le había granjeado enemistades dentro de su ámbito político, llegando, incluso, a ser calificado como «traidor al carlismo y expulsado de la corriente carlista afín al pretendiente Jaime de Borbón y Borbón-Parma».

Para entonces, Junod se trasladó a Iruña a concluir el canje pactado: a recoger a Ernesto Ercoreca con el objeto de retornar con él a Donibane Lohizune, localidad en la que había prometido esperar Esteban Bilbao. A su llegada a la capital navarra, se le notificó que había una orden reciente del general Mola de «no liberar a ningún prisionero político».

Junod debió gestionar el imprevisto con trámites en Valladolid y Burgos. Logró su fin. El cubano Mola liberó a Ercoreca. El delegado de Cruz Roja reanudó el acuerdo. «En San Juan de Luz -precisa Irazabal- se encontraron los dos exprisioneros y se comprometieron a trabajar para que cesasen las matanzas, pero según testimonio de Junod, Esteban Bilbao se olvidó muy pronto de las promesas que hizo a la Cruz Roja Internacional».

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Hospital de La Roseraie en Ilbarritz, Biarritz. Homenaje al Dr. Gonzalo Aranguren Sabas celebrado el 19 de febrero de 1939. Banquete de asistentes. De izquierda a derecha: Ernesto Erkoreka, alcalde de Bilbao, Mitchelena, alcalde de Biarritz, Gonzalo Aranguren, director de la Roseraie, Eliodoro de la Torre, consejero de hacienda y sanidad del Gobierno Vasco · Photo · SABINO ARANA FUNDAZIOA

Otros canjes · Según el abogado Ramón Oleaga en su trabajo titulado ‘Bilbao, 1936: Gestiones de Nazario de Oleaga para el canje de prisioneros’, este letrado realizó diversas gestiones tendentes al canje de prisioneros. «Producto de las mismas -asegura- se produce el canje de Ernesto Ercoreca, alcalde de Bilbao, por Esteban Bilbao, futuro Ministro de Justicia».

Ramón Oleaga defiende que la consulta del archivo particular de Nazario Oleaga permite conocer la lista de personajes entre los que pretendía orientar la posible selección en el supuesto de que el canje hubiera alcanzado unas proporciones más amplias que el mero intercambio Ercoreca-Bilbao. «Conforme a lista manuscrita, constan precisamente en este orden: Esteban Ramón Oleaga, Jose M. Juaristi, Adolfo G. Careaga, Marqués de Arriluce, Adolfo Uribasterra, Ernesto Ortiz de Vidasolo, José L. Santiago Martín y Jose L. Zuazola Larrañaga. Desgraciadamente ya es historia que algunos de los citados resultaran muertos los siguientes meses», mantiene y concluye: «No podemos sino conjeturar las razones por las que no pudo ampliarse este inicial canje. Tan sólo nos cabe poner de manifiesto, en esta pequeña reseña, la oscura labor de un profesional que, con el apoyo del resto de los miembros de la Junta Colegial, supo desplegar la actividad necesaria para salvar la vida de estas dos personas».

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