‘El mayordomo elorriano Francisco de Estakasolo y su correspondencia en el siglo XVIII’, por I. Basterretxea
Igor Basterretxea Kerexeta
· Historiador de Elorrio
Francisco de Estakasolo y su correspondencia:
Un mayordomo de cuentas de la parroquial elorriana en pleno siglo XVIII
La parroquia, desde la Edad Media, ha sido un pilar fundamental en la historia de la Iglesia al ser un elemento unificador de los pueblos y sus gentes, a la vez que controlador de la vida espiritual y material de sus feligreses. Pero, desde mediados del siglo XVI -como consecuencia de las normas canónicas adoptadas en el Concilio de Trento (1545-1563)- se convirtió también en una importantísima fuente de producción documental[1].
Es por ello que la parroquia, desde sus comienzos, ha necesitado una persona encargada de la gestión de sus bienes. Ése máximo responsable de la administración económica de la parroquia, hasta hace poco, recaía en manos del “mayordomo”. En el caso de Elorrio, y durante muchos años de la primera mitad del XVIII[2], el cargo fue ocupado por el Licenciado Francisco de Estakasolo y Otalora.
Con casi toda seguridad las funciones de Francisco, como las de cualquier mayordomo de aquel tiempo, pasaban por recaudar y administrar las rentas pertenecientes a la fábrica de la respectiva parroquia; hacer el inventario de los edificios, objetos ceremoniales, indumentaria, iconografía religiosa, mobiliario y demás bienes pertenecientes a esa parroquia; asegurar a censo los principales y derechos pertenecientes a la fábrica o al culto; cuidar que los objetos usados en el culto permanecieran limpios y ordenados; mantener la provisión necesaria de los objetos de consumo que exige el servicio del culto (vino, cera, hostias, incienso y demás), cuidando que no fueran malgastados; custodiar una de las tres llaves del arca de la fábrica; reflejar su gestión en diversos libros contables, cuyos datos eran luego vertidos en el libro de Cuentas de Fábrica y, periódicamente, revisados por el Obispo de Calahorra o una persona designada por éste a tal efecto; y, por último, cuidar que los edificios pertenecientes a la parroquia no se deterioraran, solicitando al Consejo Municipal, primero, y llevando a cabo, después, las reparaciones necesarias para su conservación[3].
Pero, ¿quién era Francisco de Estakasolo? Lo normal era que para el cargo de mayordomo se escogiese a un feligrés distinguido, que perteneciera a una familia hidalga y emprendedora -en Bizkaia y Gipuzkoa- y que (él o su familia) tuviera un patrimonio económico significativo. Aparte de ser católico, el mayordomo debía ser una persona honrada, diligente y fiel a la institución eclesiástica. Tales atributos, en principio, garantizaban que cumpliera de manera eficaz con las funciones correspondientes a su cargo.
¿Francisco lo era? ¿Cumplía todas esas condiciones? Sin ninguna duda. Había realizado los estudios de Licenciado y, como buen hidalgo vizcaíno, era originario del solar o casería de su apellido -Estakasolo- en el barrio de Miñota (Elorrio). Era hijo de su homónimo, Francisco de Estakasolo y Murua, el cual debió de ser un floreciente mercader de hierro manufacturado y buen conocedor de Sevilla y otras plazas mercantiles, con casa propia en la villa, más concretamente, en el arrabal de San Fausto (actual calle San Pío). Francisco -padre- consiguió contraer matrimonio con doña Antonia de Otalora e Iztegi, hermana del también elorriano y “colega” Gregorio de Otalora [4], un mercader de mayor estatus -más importante o fuerte económicamente-, inmerso en varias compañías de hierro en Sevilla.
Volviendo a Francisco -hijo-, antes de mayordomo, ocupó el cargo de secretario “en la parte de Italia”[5] y, conjuntamente, el de alcalde de la villa en 1711 o el de fundador (y luego miembro) de la Congregación de San Ignacio en Madrid en 1715. Tuvo tres hermanos y una hermanastra. María Magdalena, nacida fuera de matrimonio, en 1663 entre Francisco, su padre, y una Ortuguren. Gaspar, el hijo mayor, bautizado el 9 de enero de 1665 en Elorrio y Caballero de Santiago desde 1692. Casó con doña Josefa Pichón, y tras una relajada vida como secretario en la capital del Reino (Madrid), es enterrado en 1706, sin descendencia, en el ya desaparecido convento dominico de Santo Tomás.
El segundo, Juan, nace en 1670 y se ordena también Caballero de Santiago, junto a su hermano Gaspar, en 1692. Juan alcanzará nada menos que el Secretariado de Indias de Nueva España, siendo secretario oficial del virrey duque de Albuquerque en México. Y Diego, el menor, de quien solo sabemos que nació en 1674 y que en 1705 ocupó la alcaldía de Elorrio. Tres años antes que nuestro Francisco, nacido en 1672, existió otro, bautizado el 11 de julio de 1669, pero por lo que parece murió prematuramente[6].
El mayordomo, por la relevancia de su cargo, era un verdadero relaciones públicas del momento, y así lo atestigua la cantidad de correspondencia que Estakasolo -de 1706 a 1756 y desde una villa tan importante todavía en el mundo del comercio como Elorrio- mantenía no solo con sus familiares y los principales mercaderes elorrianos del momento, sino con diferentes cargos y personalidades de las esferas administrativas y económicas más altas del Reino.
Vayan como ejemplo, entre otros muchos: Pedro de Urrutia, mercader en Sevilla y Caballero de Santiago, natural de la cercana anteiglesia de Arrazola; Juan de Vizarrón Aranibar, Caballero de Alcántara, estante en el Puerto de Santa María (Cádiz); Francisco Sanz Daza, Caballero de Santiago y vecino de Madrid; Miguel Calderón de la Barca, Oidor supernumerario y Oidor de México, ministro togado del Consejo de Indias; o Diego Allende-Salazar, desde Bilbao, IV marqués de San Nicolás.
Al igual que los interlocutores, los orígenes de su correspondencia eran muy diversos, pero normalmente desde plazas mercantiles y gubernamentales muy conocidas en aquel tiempo, como Sevilla, Madrid, San Lorenzo del Escorial, Bilbao, San Sebastián, Cádiz, Puerto de Santa María (Cádiz), Vitoria, y el virreinato de Nueva España (México)[7].
Visto con quién se relacionaba Francisco mayoritariamente -una burguesía “avant la letreé”, singular en toda Europa por su hidalguía universal- y a qué de dedicaba, debemos imaginarnos a un hombre de fuerte vínculo con las obras de arte y los libros. De hecho, no podemos olvidar que en los años que ocupo la mayordomía se levantó el actual retablo mayor de la Purísima Concepción y él apuntó, minuciosamente, sus cuentas, recogidas en un libro encuadernado en pergamino que se encuentra en el Archivo de los Marqueses de Casajara[8]. De la misma manera, ha llegado hasta nuestros días un libro de Virgilio Malvezi (1595-1653), titulado “El Rómulo del marqués Virgilio Malvezi” y traducido del italiano al castellano por don Teodoro del Aula en el año 1632 en Milán, en cuya hoja de respeto, casualmente, aparece escrito a mano: “Soy de Dn. Francisco de Estacasolo y Otalora”[9]. Un libro que según los entendidos es una rarísima traducción de El Rómulo de Virgilio, publicada el mismo año que la de Quevedo.
En conclusión, Estakasolo y Otalora -por su puesto, parentesco y contactos- fue un individuo muy a tener en cuenta en el Elorrio de la primera mitad del XVIII, pero a día de hoy, lamentablemente, no pasa de ser otra figura elorriana olvidada -el listado es largo y extenso- y, en consecuencia, necesitada de un profundo estudio. Vaya desde aquí, con este breve artículo, mi pequeño homenaje a tan singular personaje.
Bibliografía consultada por el autor
[1] Calvo Cruz, Mercedes y Castro Pérez, Candelaria: “El mayordomo y la contabilidad parroquial. Control y rendición de cuentas. Villa de Agüimes 1730-1830” en Revista española de Historia de la Contabilidad, n.º 3. Diciembre, 2005.
[2] A partir de 1738 lo alterna con Agustín Crisóstomo de Iturri y Otalora, nieto de Gregorio de Otalora. Teniendo en cuenta que Francisco era sobrino de Gregorio, todo quedaba en casa.
[3] González Valencia, Sergio Andrés: “Los mayordomos de fábrica y la economía de quince parroquias de la Diócesis de Antioquia” en Historia y Sociedad. Medellín (Colombia), enero-junio 2009. Pp. 143-164.
[4] Basterretxea Kerexeta, Igor: Hierro y palacios. Elorrio-Sevilla. Mercaderes elorrianos en Sevilla durante los siglos XVI y XVII. Elorrio, 2004. Pp. 139-145.
[5] Libro de decretos de la villa de Elorrio. N.º 4. Signatura 555. Años 1702-1738.
[6] http://wc.rootsweb.ancestry.com.
[7] Archivo Marqueses de Casajara (Elorrio, en adelante, A.M.C.). Sección 14: Otalora. Serie 4: Correspondencia personal. Documentos: De R.1632 a R.1711, exceptuando R.1646, R.1650, R.1674, R.1694, R.1705, R.1709 y R.1710.
[8] A.M.C. Sección 14: Otalora. Serie 5: Relaciones con la iglesia. Documento: R.1674.
[9] Els libres del tirant. Libros antiguos de variado argumento 1460-1835. Catálogo 17. Barcelona. Septiembre, 2007. Libro 35 o P. 44. Virgilio Malvezi fue un autor italiano de gran éxito en la corte de Felipe IV.
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