MARI ARDANZA: «Gritábamos a mi padre que no saliera del caserío a ver el bombardeo de Durango»
Mari Ardanza Azkarate protagonizará la ofrenda floral del Acto en recuerdo de las víctimas del bombardeo de Durango, organizado por Gerediaga Elkartea y Kriskitin Dantza Taldea, el domingo en Santa María a las 20.00 horas. Ella es testigo de aquella tragedia que acabó con la vida del 5% de la población de la villa.
El domingo será un día que Mari Ardanza nunca hubiera pensado. A sus 92 años, el pueblo de Durango le aplaudirá en el acto de conmemoración del bombardeo fascista que sufrió la villa el 31 de marzo de 1937 y días posteriores, del que ella fue testigo. Recuerda que tenía tan solo 9 años y el ruido de aquella tragedia con la que amenazó el golpista Mola por no haberse rendido Bizkaia y que ejecutó la aviación italiana fascista coordinada por la alemania nazi y aprobada por los militares españoles. Además, la velada será especial, porque en el acto cantará una de sus nietas, la abadiñarra Idoia Bediaga, que participó en el programa televisivo La Voz.
NACIONALISTAS VASCOS · Maria Ardanza Azkarate relata que nació el 29 de junio de 1927. Llegó al mundo en el caserío Zeharmendieta de Durango. La hija de la abadiñarra Bonifacia Azkarate, del barrio de Gaztelua, y de Manuel Ardanza, del baserri de San Fausto. El matrimonio se dedicaba a la labranza de su huerta y eran, detalla, de ideología nacionalista vasca.
Mari tenía 9 años y recuerda de antes de estallar la Guerra Civil que hacían «una vida humilde y corriente. Iba al colegio y ayudábamos también en la huerta». Sin embargo, lo cotidiano se volvió bélico. «Mis padres me comentaban que iban a bombardear Durango», afirma y matiza que su padre solía salir al portal del caserío todos los días a mirar si venían aviones. «Cuando sentía el ruido de los motores salía aún más para verlos. Mientras mi hermano y yo le gritábamos que no saliera», subraya. En esos días, aprovechaban las horas nocturas para ir hasta el barrio iurretarra de Oromiño. «Nos resguardábamos en un túnel que allí había», agrega quien desconoce si algún familiar partió a la guerra.
Del 31 de marzo y días posteriores solo recuerda el estruendo. «Ver no vimos nada porque no vivíamos en el centro de Durango, sino en San Fausto. Luego nos enteramos de que murió mucha gente y que había militares que paseaban por cerca del caserío», aporta. Mari estima que el acto del domingo en el que a partir de las ocho de la tarde protagonizará la ofrenda floral en el pórtico civil de Santa María estará «bien» y será, sin duda, un acto «emocionante y bonito», concluye la residente en Abadiño.