GURE MEMORIA · Agur a Jon Lasuen, el niño al que mataron a seis familiares en el bombardeo de Otxandio
Bizkaia ha perdido a uno de nuestros mayores y más firmes referentes en materia de memoria histórica, a uno de los apasionados defensores de las libertades y derechos de Euskadi durante aquella horrible Guerra Civil. La biografía de Jon Gurutz Lasuen detalla lo que sufrió en aquel episodio bélico tanto él como su familia de Otxandio que acabó residiendo en invierno en Bilbao. Terrible es poco. A continuación la relatamos tal como él nos la contó y como semanas atrás prometimos que haríamos.
El siempre sonriente vizcaino falleció el martes 15 de enero a los 97 años de edad. Fue testigo del bombardeo de Otxandio, catalogado como primero ocurrido durante la guerra que nunca debió estallar, tan solo cuatro días después del golpe de Estado protagonizado por militares españoles contra la legítima Segunda República. Asesinaron a seis familiares. “En el bombardeo, mataron -enumeraba Lasuen- a mi padre, dos hermanos y a tres primos. Yo me libré porque mi padre, secretario del PNV del Ayuntamiento de Otxandio, me mandó a comprar el periódico adonde Langarika”. Aunque algunos medios de comunicación se empeñan en presentar a este cercano buen amigo como gudari, «No, no fui gudari, no tenía la suficiente edad», confirmaba.
INENARRABLE · Aquel 22 de julio de 1936 es para los que los que lo sobrevivieron inenarrable. Una placa gigante instalada en la plaza Andikona, de Otxandio no permite olvido para los 61 asesinados en el bombardeo fascista de aquel día. Dos pilotos facciosos arrojaron bombas desde sus avionetas. Los testigos coinciden en señalar la saña de los ejecutores que mientras mataban «sonreían». Uno de los dos aviadores era vizcaino, Ángel Salas Larrazábal, de Orduña, condecorado décadas más tarde por Juan Carlos de Borbón durante su reinado heredado del totalitarista Franco.
La plaza Andikona rinde fraternal homenaje a quienes el odio irracional asesinó. En la lista se lee a Jesús Lasuen Magunazelaia (aita), Javier y Jesús Lasuen Goikolea y los primos Sabin, Ignacio y Justo Lasuen Pinto.
Jon vivía a escasos 50 metros del lugar, en la calle principal Urigoiena, con su padre Jesús y su madre la gernikarra Casilda Goikolea, junto a seis hermanos. “Aita quería el periódico para saber cómo iba la guerra. No llegué a ver el bombardeo, sí lo oí en un día luminoso. En cuanto se sintieron las bombas, me fui corriendo”.
A su padre, lo llevaron al Ayuntamiento. “Allí le vi, porque la metralla le segó las piernas. Guardo el olor a aquel quemado, a la pólvora”. Con el shock dentro, la familia se fue a Bilbao, adonde una tía soltera, a la plaza Santiago. Él había llegado a la capital en 1934 a estudiar el bachiller en Maristak.
IKURRIÑA ONDEANDO · De hecho, Jon rememoraba bien los días de la Segunda República, anterior a la guerra. «Yo recuerdo el 14 de abril de 1931. Estaba para cumplir diez años porque cumplo en noviembre. El maestro tenía el cuadro de Alfonso XIII». Lasuen recordaba cómo la ikurriña ondeaba en Otxandio. «Yo con 8 años ya iba al batzoki. Mi padre escribía en el periódico Euzkadi. Yo entonces fui a dos Alderdi Eguna en Ibaiondo y en Mendizorrotza», aportaba con ilusión cada vez que se le requería a quien, por ejemplo, no faltaba cada año en el homenaje de La Huella de la asociación Aterpe 1936 en Artxanda.
Cinco calendarios después llegaría el lamentable y golpista 18 julio de 1936. «Ese día, yo estaba en Otxandio. Vino un txapelgorri y empezó a gritar viva nosequé… Entonces se comenzó a movilizar todo y vinieron los milicianos con escopetas, no había fusiles… y luego los de Garellano», evocaba e iba más allá en sus consideraciones al recordar que las imágenes de entonces son como las de los refugiados de hoy en día: «La mitad del pueblo nos marchamos por miedo. Somos conscientes de que es lo mismo que viven los refugiados ahora. ¡A mí me tocó! El 31 de marzo empezó la ofensiva también en Otxandio, en cuatro caseríos echaron bombas incendiarias. Quemaron las casas. Por Anboto a Atxarte y a Durango. El 4 de abril entraron los fascistas a Otxandio. Me junté con dos amigos y nos fuimos a Bilbao por Dima. Y la gente iba con los colchones y todo hacia Igorre y en tranvía a Bilbao».
La familia, sufrió además con los franquistas, no saber hablar castellano. «A mi hermana le cortaron el pelo al cero y tuvo que beber aceite de ricino por hablar en euskera. Hasta los 6 años, la doctrina la hacíamos en euskera. Fui monaguillo. Aprendí castellano al ir a la escuela. Nadie lo hablaba, salvo mi padre que estaba en el Ayuntamiento. El 1 de octubre del 34 al venir yo a Bilbao no sabía rezar en castellano».
TÍO CHÓFER DE GUDARIS · No volvieron a vivir a Otxandio; solo en verano. Su tío Ambrosio fue chófer de gudaris en la construcción del Cinturón de Hierro y él ayudó en lo que pudo. “Con 14 años, en Lezama, nos pagaban un duro por llevar botijos con agua a los zapadores. Iba hacia Erletxe. Luego me reclamó una tía de Urkiola”, explicaba.
Lasuen lamentaba que durante su juventud llegara a pasar hambre en las calles de Bilbao. «Yo iba a la calle Nueva, a Auxilio Social, a unas lonjas. Daban de comer. No teníamos para comer, iba con mi hermana, igual estuve yendo un año. Yo cobraba 75 pesetas de recadista».
También era cortador en la recordada Sastrería Alejandro Martínez de la calle Correo del bocho, donde vestían al Athletic de los años 50, «a los Zarra, Nando, Manolín…”, subrayaba este socio rojiblanco que como corredor en 1945 y 1946 ganó el campeonato social de la ciclista Bilbaina. Asimismo fue medio centro del club de fútbol Begoña, Atxuri o del Vulcano y que a falta de más deportes holló más de cien montes de Euskal Herria. «Jugué una vez como futbolista en San Mamés en la final del trofeo del Hierro. Con el Achuri Beti, que así se llamaba».