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BATALLÓN 78 ENLACES Y TRANSMISIONES · El elorriarra Gorriti y el galdakoztarra Domínguez, dos de sus necesarios gudaris

· La unidad número 78 Enlaces y Transmisiones del Eusko Gudarostea es desconocida para historiadores, periodistas y literatos a pesar de jugar un papel crucial en la Guerra Civil en Euskadi

· Fue el único batallón en el que había que pasar un examen para alistarse, y contó con mujeres en sus filas

Iban Gorriti

Protagonizaron un papel determinante en la Guerra Civil en Euskadi, pero fueron olvidados. Eran soldados antifascistas del Ejército Vasco del lehendakari Aguirre alistados en el batallón número 78 del Eusko Gudarostea. Ni historiadores ni periodistas ni literatos les reivindican en su narrativa. Formaron orgullosos el Batallón Enlaces y Transmisiones, que no debe confundirse con otro de iguales características llamado ‘Alkartzeak’, de afiliación jeltzale. Muchos investigadores memorialistas, incluso, no conocen su existencia.

Esta unidad nacida en el barrio bilbaino de Indautxu fue singular, única, porque los voluntarios que llegaban a alistarse para luchar ante los sublevados contra la legítima Segunda República debían pasar un examen. Así lo atestigua Miquel Aguirre, escritor catalán y nieto del galdakoztarra Ignacio Domínguez Lago, uno de los gudaris de este batallón. «Eran los único que tenían que aprobar un examen», subraya. Además, contaron con mujeres también como demuestran las nóminas.

El escuadrón se formó antes de noviembre de 1937 porque ya aparecen los primeros pagos llevados a cabo en el cuartel de Indautxu. «Esas nóminas son mucho más completas, salen todo tipo oficiales, personal femenino inclusive, y escoltas», aporta Miquel. Compusieron la unidad personas de diferentes ideologías y al no pertenecer a unas siglas únicas y definidas quedaron en el silencio, ya que ninguna ideología lo reivindica. Nadie ha puesto en valor su entrega, la de estos telefonistas, dibujantes, ciclistas, cocineros… que, además, arriesgaron su vida para abastecer de información al resto de batallones y a la jefatura del Gobierno Provisional de Euzkadi. Los famosos partes de guerra -recuerden- llegaban, eran posibles gracias a ellos.

MIQUEL AGUIRRE NOMINA DE SU ABUELO MEMORIA

Miquel Aguirre muestra una nómina del Gobierno vasco de su abuelo. PHOTO. Mugalari

Lo reflexiona Miquel: «No es que hayamos perdido a un familiar sino a todo un batallón del Ejército vasco. Y querríamos, a través de un auzolan disipar la neblina que se cierne sobre este pedazo de nuestra historia», trasmite desde Catalunya y pide colaboración a la persona lectora de MUGALARI.INFO que pueda aportar más información al respecto. «Que la desmemoria no envuelva más a este batallón», reivindica.

El investigador José Antonio Urgoitia sí tiene en cuenta a esta unidad en su ‘Crónica de la Guerra Civil 1936-1937 en la Euzkadi Peninsular’, según facilitan desde Sabino Arana Fundazioa. El cuartel del 78 se situó en las Escuelas Elizalde con mandos como Salvador C. Bullón de comandante o el intendente Germán Garay.

La gestación del batallón fue para dotar a las unidades regulares y a las no nacionalistas de sus propias transmisiones. Luchaban de forma simultánea en lugares muy alejados. Hasta el 5 de mayo, actuaron en muchos frentes. Dos ejemplos: Eibar y Amorebieta. El batallón 78 también estuvo en la defensa del Cinturón de Hierro. La tercera compañía fue la más castigada en Larrabetzu.

A finales de junio, el Enlaces y Transmisiones se estableció en Trutzioz hasta julio. David Marquínez ejercía de comandante entonces. Caído el frente cántabro, sus efectivos fueron hechos presos en batallones de trabajadores, es decir, esclavos de Franco. Fue el caso de Esteban Gorriti Uriarte, mecánico de la calle Berastegi de Bilbao de la CNT que acabaría residiendo en Elorrio e hijo del cantero de Zamudio que construyó la basa del monumento del Sagrado Corazón.

El 9 de marzo se cumplirán 40 años de su muerte y sus descendientes no le oyeron hablar del cruel capítulo a pesar de que la batalla le dejó tremendas secuelas en una pierna y en la nariz, esta última debido a comerse una lata de conservas en mal estado. Los médicos de la época le aconsejaron cortar una pierna por la metralla recibida en el fragor de la contienda, sin embargo, dijo que prefería morir de gangrena a que se la amputaran. «Nuestra muñeca del brazo es más gorda que lo que le quedó a nuestro padre de pierna con piel», evocan los hermanos Juan Esteban e Inés Gorriti, hijos también de Carmen Oñate, también activista de la CNT a quien la Guardia Civil mató a un hermano en la cárcel por anarquista en el Octubre Negro de 1934.

Esteban Gorriti Uriarte

Esteban Gorriti Uriarte. PHOTO. Archivo familias GORRITI-OÑATE

Poco más saben de Esteban: «Que estaba en Telefónica o telefonía -tenemos dudas- en Berriz y acabó  preso en un campo de concentración de Almendralejo, Badajoz. Su hermano Enrique también era del Eusko Gudarostea, teniente del batallón Pablo Iglesias, y apresado por tratar de reorganizar el PSOE en Bilbao. Cada vez que venía Franco a Bilbao lo metían a Larrinaga. Del abuelo se nos quedó una frase de la época: No le preguntes a la gente que les obligas a mentir». El matrimonio dio a Euskadi cuatro hijos: Juan Esteban, Aurora, Inés y Enrique, este último portero del Bilbao Athletic, plantilla en la que militó junto al histórico Javier Clemente, entre otros.

El nieto de Ignacio Dominguez Lago tiene más datos de su familia. «El padrastro de mi padre sirvió en el 78. Mi padre me explicaba que el abuelo, desde el frente, -estuvo por ejemplo en Otxandio- les escribía cartas aconsejándoles como habían de afrontar los bombardeos. Y les sirvieron porqué su barrio de Galdakao, Olabarri, recibió fuertes castigos de la aviación fascista».

Ignacio fue el segundo esposo de Emilia Cruz Ayarza. Había trabajado de empleado en la Compañía Telefónica, firma dada en la Dictadura de Primo de Rivera a la americana ATT con patente de corso para hacer y deshacer a su conveniencia a costa de los derechos y los salarios de los trabajadores. El malestar estalló en 1931 después que los empleados esperasen algún gesto de los ejecutivos republicanos. La CNT lanzó un pulso a la República. «Mi abuelo estuvo entre los huelguistas y a pesar de su militancia comunista formó parte del sindicato anarquista. Pensado, quizás, que esa organización era la que mejor defendía sus derechos. Fueron semanas agitadas. También en Bilbao donde se registraron enfrentamientos con la policía, entre los propios trabajadores e incluso un tiroteo en la calle Somera», evoca Miquel.

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Radiotransmisor y receptor de campaña utilizado por el batallón 78 de Enlaces y Trasmjisiones. • Archivo de José Antonio Urgoitia, en Sabino Arana Fundazioa.

La huelga llevó a su abuelo al despido. En primavera de 1936 redactaron una carta en Mundo Obrero pidiendo a los comunistas del Congreso que intercedan por su situación. «Precisamente, algunos de los firmantes, y también mi abuelo, como antiguos trabajadores de Telefónica formarán parte del batallón de Enlaces y Transmisiones. Caso de Serrano, Encinas o Adán».

En las nóminas cobraban pagas de 150 pesetas. La sección se dividía en dos apartados. El del Tendido al cargo de los Guisado, Ayala, Quero, Alonso, Ibarreche, Martínez, Portugal, Ibáñez y Velasco. La otra sección se denomina Centrales: Sáez, Rey, Merino, Aldasoro, Gorriti y Martínez. A esto sumar, al mecánico Herrera; un ayudante Barrios, dos cocineros Cortés y González; dos ciclistas Majadas y Miquele y un celador, «mi abuelo Ignacio«, completa Aguirre. También contaban con dibujantes, observadores… y otros soldados que hoy continúan… olvidados.

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