CARTA · ‘Utilización de los terrenos de la estación del tren de Durango’, por Rafael Hidalgo
CARTA · Rafael Hidalgo Segurola
Cinco años han transcurrido desde que la estación nueva del ferrocarril de Durango está en marcha. Alguno menos desde que los terrenos de las instalaciones de cocheras y vías están liberados. En ese período no ha habido ninguna prisa para dar solución a la salida de los viajeros por la escalera provisional que en el proyecto inicial iba a ser la de salida de emergencia, y por supuesto dado el periodo de crisis económica en la que estábamos inmersos, con un mercado de viviendas con el electroencefalograma plano, pues tampoco era necesario darse prisa al plan que ocupación que se empieza a adivinar a base de comentarios no escritos, tipo Radio Macuto, apuntan decía, por la construcción demencial de tres torres de viviendas de lujo con 17 pisos de altura.
Sin embargo el proyecto global ha tomado vida con el derribo de la estación vieja. ¿Es de recibo que un proyecto urbanístico de esta importancia para Durango, el mayor después del de Landako, la ciudadanía no solo no esté informada del alcance del mismo, sino que no ha podido emitir opinión sobre el mismo dado el carácter hermético de los mandatarios del Ayuntamiento pese a que le han concedido (¿en una tómbola?) una distinción por «conseguir integrar progresivamente a la ciudadanía y a los agentes sociales y económicos a través de los canales estables de participación ciudadana que cuentan con implicación técnica». ¿Participación? ¿Integración? ¿Pero de qué estamos hablando?
Etiquetas: Durango, Estación del tren, Rafael Hidalgo Segurola