CARTA · La estación del ferrocarril de Durango
CARTA · Rafael Hidalgo Segurola
Una parlamentaria de Abadiño exigía días atrás en el Parlamento vasco que no se derribe la vieja estación de ferrocarril de Durango, argumentando que “su utilización puede cubrir necesidades del municipio”. Es decir primero crean el órgano y después le buscarán una función. Glorioso.
Este tema del edificio de la vieja estación se viene arrastrando ya desde la inauguración de la nueva, ahora hace ya cinco años, o sea tras cinco años de provisionalidad de la salida peatonal de la misma. Esta controvertida escalera, debido a su fuerte inclinación, desprotegida de la lluvia que nos visita 180 días al año, origen de numerosas caídas por humedades, debería haber sido sustituida por una definitiva que parece ser está recogida en el proyecto original y que tiene su salida por la zona actualmente ocupada por el edificio de la antigua estación, cuya permanencia un grupo político defiende.
Pero por si fuera poca la confusión y demora que rodea la solución definitiva de este tema, ahora resulta que el Consejero de Cultura del Gobierno Vasco manifiesta, según la valoración de sus palabras por un concejal de Durango, que “la pelota del derribo está en el tejado del Ayuntamiento de Durango”, lo que me recuerda a aquellos jugadores de ajedrez que llevaban varias horas sin mover ficha y cuando uno de ellos se dirige al otro para preguntarle porqué no mueve, le contesta diciendo, ¡ah!, ¿ pero me tocaba a mi mover ?.
El dilatado desarrollo de este tema le lleva a uno a pensar que en ocasiones, – muchas – las instituciones lejos de solucionar los problemas, los engordan.
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