Ahotsenea gana en calidad con los conciertos de Nebrashka, Paddy & Itsua & Flores, Bultz, Idoia Bediaga e Izaro
Texto y fotos: Iban Gorriti
El palacio de la música de la Durangoko Azoka, es decir, Ahotsenea, ha cumplido 10 años. Por su escenario, también han pasado en la última edición diferentes propuestas de autores de Durangaldea. La entrega de los nuestros ha sido muy diversa, plural, como la sociedad en la que cohabitamos.
Hemos tenido la oportunidad de disfrutar y vibrar con Nebrashka, Paddy Rekalde & Itsua acompañados de Oier Flores, de Bultz, y de colaboraciones como las de Idoia Bediaga e Izaro junto al donostiarra Iker Lauroba. Tal vez ha habido más grupos de nuestros pueblos y nuestra falta de información ha llevado a que no cubriéramos sus conciertos. De hecho, el zornotzarra Mikel Urdangarin también actuó, si es que Amorebieta-Etxano es Durangaldea… No queremos olvidar, en un principio también se programó a los euskaldunes Mocker’s, pero no se les permitió actuar por comunicar en sus canciones en inglés.
Con los primeros que compartimos ilusión fue con Nebrashka, que llegaban presentando su EP ‘Bizimina‘. Subieron al escenario en la fría mañana de miércoles y pronto tanto ellos como quienes reconocemos su apuesta entramos en calor. Su arranque es siempre enérgico, de rock intercontinental, de entrañas americanas y voz de Basti grave quejosa, dolorosa… El quinteto se mostró a gusto y el rock, así como detalles grunge o punk, destiló también detalles de Telecaster que mantienen la miel en sus acordes. Como otras bandas tuvieron el amparo de MusikaZuzenean, del tan increíble como apreciado Koldo Otamendi, para poner a la venta su trabajo.
La segunda oferta de la comarca que mimamos llegó de la mano del escritor Paddy Rekalde & Itsua, que arribaron a la carpa de Ahotsenea acompañados del polifacético artista Oier Flores. Al tiempo que el primero recitaba su potente poesía underground, el segundo creaba una atmósfera musical de quilates, muy cuidada, y el tercero iba creando en directo un cuadro que acabó siendo la cara de una mujer.
La propuesta era la más diferentes de todo el cartel, de todos los conciertos que pasaron por Ahotsenea y gustó, caló entre el público que asentía con la cabeza ante una actividad tan complementaria. Paddy le dio a la ironía sin tregua, fue punk desde la literatura, Itsua disfrutó casi entrando en trance con sus acertadas elecciones y Oier soñó calaveras, tristeza, enigmas y acabó poniendo piel y cara a todo un formato que debe tener nuevas partes, como las ya vividas con anterioridad en Plateruena.
Con las nuevas jornadas, fue el turno de Bultz. Allí estuvimos tratando de meternos en su bola y no hizo falta acercarse mucho. Desde atrás, desde el fondo, sus descargas sonoras llegaban primero al oído y el cerebro daba orden de mover la cabeza, de que aquello era una matxinada en toda regla.
Ya en el foso de cocodrilos con flashes, la banda sonaba cañón. Como les hicimos saber a ellos, gozamos a más no poder con una píldora sonora que podía haber sido firma de Social Distortion. Y a continuación, de nuevo el acelerador que les caracteriza de borrokandrolla, siempre eso sí, con la melodía vocal por delante, sea más o menos gritada. La ilusión fue tal que al bajista se le agarrotó el brazo, lo que da, a nuestro juicio, más credibilidad, más certeza de que lo viven.
Tras la caída de Mocker’s del cartel por fuerzas mayores, la siguiente cita de Durangaldea llegó a modo de colaboraciones.
Avisados -hay personas que se preocupan en informar a los medios- lo pasamos en grande con Iker Lauroba, músico guipuzcoano que invitó a varias cantantes a compartir escenario y entre ellas estuvieron Idoia Bediaga e Izaro, dos voces que pueden tener parecidos, pero que en el fondo son muy diferentes. La primera de las dos en subir al escenario fue Bediaga. La finalista de una edición del programa televisivo La Voz aportó su interpretación sello de la casa: voz elegante y glamurosa que combinaba muy bien con el rajo vocal del donostiarra.
Izaro, por su parte fue la última colaboración del set. Ella conoce a la perfección a Iker Lauroba porque este músico a quien los aplausos se le quedan cortos en cuanto a trabajo de estudio de acordes, de arreglos… forma parte de su grupo de directo. Izaro se mostró distante y quieta, como no queriendo quitar un mínimo de importancia al primer plano de su compañero musical. Su voz es misterio, llama a prestar la atención cuando hace vibrar sus cuerdas vocales. A continuación, se acercó a su stand, que compartía con Iker Lauroba, a seguir firmando discos.