CUMPLE HOY 102 AÑOS · Garaigordobil, testigo del bombardeo de Otxandio, camillero, obispo emérito y aldeano de Amaitermin
I. Gorriti
Su nombre es Bittor. Se apellida, Garaigordobil. Nació el 17 de octubre de 1915. Es decir, hoy cumple 102 años. Es sacerdote misionero. Su casi siglo de vida es de libro. Hoy; quien décadas más tarde llegó a ser obispo de Los Ríos, en Ecuador vive en una residencia bilbaina. Durante décadas fue parte del equipo sacerdotal del Santuario de los Santos Antonios de Urkiola.
Es testigo del bombardeo de Otxandio y más adelante camillero obligado por los fascistas durante la Guerra civil. “La imagen más dura fue ver en el camino de Santo Domingo cadáveres de personas y animales. Me impresionó muchísimo”, narra.
La labor de camillero del estudiante continuó por Santander; Riaño y Puentelarreina. Tuvo ocasión de escapar. “El tren se paró en Vitoria y bajé a dar un paseo. Estaba cerca de casa, pero tomé el siguiente tren, aunque la mochila iba en el que me bajé”, agrega.
En Puentelarreina tuvo un mes de descanso y le enviaron a Teruel. “Muñoz Grande se preocupaba por cómo estábamos”, le reconoce al considerado con Yagüe uno de los pocos militares falangistas. En el frente turolense, Garaigordobil recuerda que otro seminarista que estaba con él murió por una bomba. “Era el hijo del maestro de Abadiño”, evoca. “Como necesitaban más hombres al llegar a Lleida, a los de Sanidad nos dieron fusiles”.
· «Lo de Mola fue terrible» · A pesar de estar obligado en el bando fascista, asegura que “¡Lo de Mola fue terrible! ¿Imponer el terror? Entonces, yo no entendía nada”, agrega y explica que “como necesitaban más hombres, a los de Sanidad nos dieron fusiles”. El final de la guerra les cogió en Cuenca. Volvió a casa.
Por otro lado, guarda grato recuerdo de cuando los gudaris estuvieron en su casa. “Se portaron muy bien. Llegaron en invierno del 36”, subraya este obispo emérito. “Cuando presenté mi dimisión como obispo de Los Ríos, escribí al Papa. Estaba disconforme con cómo se llevaba a cabo la teologia de la liberación a la que yo pertenecía”. Por ello, Bittor suele decir que “el obispo se quedó en Ecuador y aquí vino el aldeano de Amaitermin”. A día de hoy es el único superviviente de los ocho primeros sacerdotes que llegaron como misioneros a los Ríos desde Euskadi.
Mientras descubría la sinrazón de la Guerra Civil, el propio bando al que prestaba labores de camillero en segunda línea, mató a uno de sus nueve hermanos. Se llamaba Antonio. Ocurrió en un bombardeo cercano a su caserío.