Leizaola confirmó en 1937 que se enterró a 127 asesinados en el bombardeo de Durango en dos fosas comunes
I. Gorriti
· Un documento del entonces Consejero de Justicia y Cultura conservado por el PNV en Venezuela confirma su existencia en el camposanto municipal
· Los fascistas mataron a personas de los dos bandos de la guerra civil
De un informe del entonces Consejero de Justicia y Cultura, Jesús María Leizaola, se desprende que en el cementerio de Durango existen dos fosas comunes con 127 personas asesinadas durante los bombardeos fascistas que sufrió la villa en marzo y abril de 1937. El documento oficial fue repatriado por el PNV del exilio en Venezuela a Euskadi. El dato es importante porque los franquistas arrancaron las páginas del registro del camposanto local para ocultar la verdad.
«Este informe de Leizaola se conservaba en los archivos de Santiago Aznar, Consejero de Industria de Aguirre, y lo trajimos de Venezuela. Leizaola fue quien denunció al mundo el bombardeo de Gernika junto al alcalde y cura de la villa, como el corresponsal sudafricano George L. Steer», aporta el exsenador jeltzale Iñaki Anasagasti a Mugalari.info.
Volviendo a Durango, Leizaola registró en sus credenciales que la villa había sido bombardeada el 31 de marzo de 1937 y días posteriores de abril «por la aviación alemana», dato que con el transcurso del tiempo se ha demostrado que era erróneo y que los autores de la matanza de personas de los dos bandos fueron los fascistas italianos de Mussolini, con el beneplácito de los militares golpistas españoles de Mola y la planificación, eso sí, de la Legión Cóndor de Hitler.
El informe, además, cuenta con el testimonio de una delegación inglesa que por aquellos días se encontraba en Euskadi y que presenció el bombardeo del 2 de abril de 1937. «Redactó un documento certificando la iniquidad cometida por la barbarie fascista», cita el texto.
El parte oficial facilitado por el Consejero de Defensa del Gobierno de Euskadi data del día 5 de abril de 1937. «El número de víctimas causadas por esta acción vandálica es impresionante», valoraban y lo argumentaban del siguiente modo: «Los muertos en Durango, en el momento mismo del feroz bombardeo, se elevan a 127. Y, posteriormente, a causa de las heridas recibidas fallecieron más de otro centenar, pasando de 150 los heridos graves que recibieron asistencia facultativa en el Santo Hospital de Basurto y otros centros benéficos y diferentes pueblos. El número total de heridos se eleva a 300″.
La numeración correspondió al orden de enterramiento. Así, en la primera fosa, se dio acopio de 42 cuerpos. En la segunda, fueron 39. Además, hubo cadáveres a los que se les dio sepultura más digna -según el texto oficial- en tumbas y panteones. Uno de los casos es el de Teresa Minchero (mal escrito el apellido en la lista, como Muichero), mujer que murió acribillada por los cazas italianos que iban asesinando a las familias que salían del cementerio por la tarde del 31 de marzo. Teresa portaba en su seno a dos sobrinas. Se tiró a la hierba para protegerlas de las balas y perdió la vida. Las dos niñas se salvaron, pero una de ellas perdió un brazo. Aún viven, Teresa en Saubion, Las Landas, (Francia) y Milagros en Hernani.
Habla un descendiente de Teresa a este diario digital: «¡Gracias! Acabamos de sentir una gran emoción al saber dónde puede encontrarse el cuerpo de mi tía abuela, Teresa Minchero Rubio. Nos pesa que muchos familiares que la conocieron ya no están entre nosotros y nunca supieron dónde se hallaba su cuerpo. Olvidarse de su sacrificio es como matarlas de nuevo», enfatiza desde Hendaia Manu Muñoz Minchero, quien mantiene la esperanza de localizar los restos en el camposanto durangués. Su investigación continúa.
De siempre se ha creído que había una o dos fosas comunes del bombardeo en el cementerio de Durango. De hecho, hay un prado intacto entre sepulturas y la capilla que los franquistas -tras derribar la anterior- erigieron en 1939. “Será un panteón capilla para honrar a los mártires y héroes de campaña en el cementerio de Santa Cruz”, detallaba el pliego de condiciones que atesora el Archivo Municipal de la villa.
Esa landa podría acoger las dos fosas comunes. Familiares como los Minchero aún sueñan con recuperar los restos de aquellos parientes que el fascismo arrebató y que, además, trató de borrar con acciones como la de arrancar las páginas del registro del cementerio de aquellos días de primavera sangrienta.
Registro de las inhumaciones de cadáveres efectuados en el cementerio de Santa Cruz de Durango. · PHOTO · I. Gorriti
Así lo explicaban los observadores ingleses en el informe de Leizaola. «Esta tarde de 2 de abril hemos acabamos de presenciar un espectáculo desgarrador. Hemos visitado Durango, una población grande, a 20 millas de Bilbao y seis de la línea de combate, y hemos visto la destrucción causada por un raid hace dos días, en el que dos religiosos y catorce monjas fueron muertos en la iglesia durante la misa, junto con muchas otras víctimas», matizaban e iban más allá: «Cuando nos acercábamos al pueblo, los aeroplanos volvieron. Les vimos dar vueltas encima de nosotros, y cuando estaban encima del pueblo oímos espantosas explosiones y vimos levantarse densas nubes de humo. Después visitamos la terrible devastación. La pequeña ciudad estaba completamente deshecha».
Según detallaron el cónsul de S. M. Británica en Bilbao, Mr. Stevenson, y el deán de la catedral de Canterbury, Hewet Johnson, los bombardeos sobre la población abierta de Durango no cesaron hasta quedar destruida. «En el orden de las actuaciones aéreas contra poblaciones civiles no hay hasta ahora en el mundo nada que pueda equipararse a esta monstruosa exterminación de la villa de Durango», subrayaron.
Estos testigos se sorprendieron aún más al contemplar cómo los bombarderos arrojaban muerte sobre «el Hospital de sangre de Durango, a pesar de las visibles señales que demuestran su humanitario destino, pereciendo dos religiosas de la Caridad y sufriendo el edificio graves deterioros».