‘Rikis’ Ozaeta, el superviviente de los bombardeos de Durango y Gernika que ha callado hasta ahora
I. Gorriti
Ayer habló por primera vez. Ricardo Ozaeta ‘Rikis’ nunca ha querido dar testimonio sobre su experiencia como superviviente de los bombardeos de Durango y Gernika-Lumo. Sin embargo, ayer se decidió a participar junto con la alcaldesa de Durango, Aitziber Irigoras, en representación de“1937ko Martxoaren 31ko Batzordea, en el acto de ratificación del texto de la querella contra los pilotos del raid que produjo muertes de los dos bandos en la villa duranguesa el 31 de marzo de 1937 y días posteriores. Ozaeta se sumó a los presentes, a concejales, a miembros de las asociación que componen la comisión.
Llegó y entró al Juzgado de Instrucción (nº 3) de Durango donde se está cursando el procedimiento que fue aprobado por el Pleno de la Corporación local en la sesión celebrada el día 26 de septiembre de 2017.
Decíamos que hemos estado años pidiendo a este famoso charcutero jubilado de la plaza de abastos de Durango para que nos relatara su testimonio. Nunca ha querido contar nada, pero ayer lo hizo. «He venido porque me lo ha pedido el PNV», matizaba. A su condición de superviviente y testigo del bombardeo fascista sobre su pueblo Durango, hay que añadir que también sobrevivió al picassiano de Gernika. Pero avancemos por partes.
Ricardo Ozaeta nació el 6 de febrero de 1931 en Durango. Vivía en el casco viejo. «Entonces, nuestro portal era el número 12 de Santa María, es decir, Andra Mari kalea. Vivíamos encima de lo que era el bar Azul, que ahora se llama Urdin«, explica y se lamenta cuando la memoria le detiene en su amable y calmada forma de actuar.
· Seis años cumplidos · Él era hijo de Jacinto, albañil de ideas republicanas natural de Santa Ageda (Arrasate) y de Encarna, del caserío Urizar de Axpe-Martzaa. Fueron un total de cinco hermanos. «Yo a dos, que eran mujeres, no llegué a conocer», matiza. Tenía recién cumplidos seis años cuando el fascismo conjunto de los militares golpistas españoles, los aviadores italianos y la coordinación de la Alemania nazi acabó con diferentes bombardeos con el 5% de la población de Durango.
«Recuerdo poco, porque la memoria… Recuerdo las sirenas y que salimos corriendo a un refugio que podía estar en Kalebarria. Date cuenta de que a nosotros nos cogió de frente a la parroquia de Santa María», relata pausado y va más allá en su testimonio: «En el refugio temíamos que la torre de Santa María cayera sobre nuestra casa. Ese era nuestro miedo allí. Además, en aquel tiempo debajo de nuestra casa estaba lo de ‘teléfonos’…», evoca.
Entre polvo, cascotes, personas y otros animales muertos la familia Ozaeta-Arkarazo decidió ir al caserío Urizar de la madre. Poco tiempo estuvieron allí y optaron por escapar con las vacas andando por las carreteras a refugiarse en… Gernika-Lumo. «¡Ya fue casualidad», valora. Allí volvieron a salir vivos del bombardeo ejecutado por alemanes e italianos. «Habíamos ido a casa de mis tíos. Recuerdo todo el pueblo en llamas. Entero», agrega.
· Aquellos dos bares Mondragón · A su regreso a Durango, regentaron el bar Mondragón, que en aquellos tiempos estaba ubicado en donde a día de hoy está el Arkarazo, en la entrada de Goienkalea. Con el tiempo, su tío Andrés Arkarazo se haría con este local hostelero, y la familia de Ricardo trasladaron el Mondragón a Uribarri kalea, abierto hasta hace unos años anexo al actual cine Zugaza.
Con el paso del tiempo, Ozaeta abrió una charcutería en la plaza de abastos de Durango bajo el nombre de Rikis, aún abierta al público a día de hoy con regencia de su hija Blanqui. «Si no te he contado nada en estos años es porque no me acuerdo bien. No por otra cosa. En nuestra casa en el bombardeo de Durango no murió nadie. Espero, eso sí, que no vuelva a repetirse algo así. Mira, a mi padre por no invitar a una comida a uno que él creía que era derechista le encarcelaron seis meses en la cárcel de Larrinaga de Bilbao. Ese mismo al que no invitó le denunció a los franquistas».